Por Rodrigo Rago
Dirigida por Gaspar Antillo (acreedor al premio a Mejor Nuevo Director Narrativo en la pasada edición del Tribeca Film Festival), Nadie sabe que estoy aquí es un estreno de Netflix que abarca las manipulaciones que se realizan dentro del mundo de la música infantil y las consecuencias que estas tienen para las mentes más vulnerables e inocentes. En este caso, la de un joven Memo Garrido que en los años 80 aspira a convertirse en cantante.
A pesar de su magnífica voz, Memo no posee según la producción, el cuerpo y el rostro hegemónico que se necesita para generar dinero dentro de este ambiente, y es por esto que Memo se ve obligado a vender su voz; convirtiéndose así en la sombra (y el talento) de Ángelo Casas: el niño rubio de ojos celestes que sí tendrá oportunidades de alcanzar la fama.
Pero ya han pasado décadas, y Memo (protagonizado por Jorge García, reconocido por su papel de Hurley en Lost) jamás pudo volver a sentirse cómodo consigo mismo. Junto con los años los sueños quedaron sepultados, también su infancia. Su vida se vio sumergida en un escondite eterno hasta que, por cosas del destino, surge una posible oportunidad para volver a ser escuchado. Nadie sabe que estoy aquí intenta retratar la adultez depresiva, narrando el dolor en imágenes poéticas, y tratando el robo de talento e identidad bajo una forma íntima y apropiada.
La película comienza reconstruyendo el pasado con imágenes de archivo y fotografías que le otorgan al film unas características de cine documental que enriquecen; en ese principio se puede apreciar que la historia siempre tendrá el interés puesto en contar las dificultades de un adulto obeso que se encuentra destruido desde los años 80.
Este es un film que navega por aires melancólicos y pausados en búsqueda de darle contexto y vida a los sueños juveniles de Memo. Estos sueños que Memo anhela no solo significaron en su momento la oportunidad de vivir de la música, sino que también fueron y son los causantes de una vida cargada de dolor y vergüenza. Vergüenza por su rostro, por su cuerpo, por sus acciones pasadas. Lo único que le queda es su hermosa voz, la cual alguna vez supo ser canto.
La película no cuenta con grandes ambiciones, sino que se mantiene en una línea de modestia con la cual logra encontrar de esa manera su buen desarrollo. En otras palabras, es una película que aparenta ser sencilla en su cinematografía pero que no necesita de grandes melodramas con enormes villanos, ni tragedias, ni mucho menos excesos para tratar el autoaislamiento y la enajenación. Simplemente recae en un hombre atrapado y perseguido por su pasado, que navega en el mundo cual fantasma o cual un recuerdo. Un hombre que únicamente busca sentirse vivo otra vez.
Estamos frente a un relato que se encuentra cargado de nostalgia y cariño en cada toma, a pesar de que la propuesta estética sea que los personajes contengan sus emociones. Y son para mí estas decisiones lo que transforman a Nadie sabe que estoy aquí en una sorpresa: por momentos vacía, por momentos emotiva, por momentos fantástica.
Título: Nadie sabe que estoy aquí.
Título original: Idem.
Dirección: Gaspar Antillo.
Intérpretes: Jorge Garcia, Luis Gnecco, Millaray Lobos García, Nelson Brodt, Juan Falcón, Julio Fuentes, Alejandro Goic, María Paz Grandjean, Solange Lackington y Gastón Pauls.
Género: Drama.
Clasificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 91 minutos.
Origen: Chile.
Año de realización: 2020.
Distribuidora: Netflix.
Fecha de estreno: 24/06/2020.
Puntaje: 7 (siete)
Lost,