Por Ferran Ramírez, corresponsal Revista Encadenados (España)
Empecemos siendo honestos. Vaya por delante que quien esto firma fue un gran seguidor de la saga original de Scream. No sólo de la obra primigenia sino, con sus más y sus menos, de las cuatro cintas creadas por el mítico y fallecido Wes Craven y el guionista Kevin Williamson (con la excepción del tercer episodio que tuvo a otro libretista diferente).
Por supuesto, una recuela —mezcla de reinicio y secuela, como se autodenomina en la propia película— de la tetralogía original era fascinante y alarmante a partes iguales.
Ya desde su anuncio, sabíamos que se trataba de una continuación que pretendía revivir el espíritu de la franquicia original. Algo así como ha sucedido con la resurrección de Michael Myers y los nuevos Halloween, que a juicio de este espectador han resultado ser todo un estropicio del personaje y su idiosincrasia.
Lamentamos decir, y mucho, que algo similar sucede con el nuevo Scream, que además ha insistido en llamarse igual que el filme primogénito. Prescindiendo del 5 que debería acompañarle.
Es cierto que la esencia inventiva de Williamson sigue estando presente y se convierte en el leit motiv de toda la película. O sea, el carácter meta de Scream aquí se hace más evidente que nunca. Su guion se sostiene únicamente por la cantidad de referencias, autodenominaciones, discusiones y elucubraciones sobre el nuevo cine de terror actual y la evolución del mismo.
También se debate sobre las nuevas reglas de las recuelas, cómo sobrevivir a estas en el mundo del slasher y un sinfín de ideas más, que hacen que la cinta resulte al menos mínimamente imaginativa.
En este sentido, esta nueva Scream tiene cierta gracia, y cuenta con el aliciente de ver concursar a los tres supervivientes originales que, aunque su aparición en pantalla sea más que parcial, se concreta en lo mejor de la película con diferencia abismal. Porque una de las normas de las recuelas, por supuesto, es darle dignidad al asunto con la contratación de las estrellas de la saga original. Y ciertamente, lo mejor de la esta propuesta es ver el mano a mano meta de Courteney Cox y Neve Campbell.
Esta Scream quiere ser un homenaje pleno a la antigua Scream. Y lo es. Hasta ahí nada que objetar. Quiere tomar todas las ideas posibles de la estructura de la primera parte de 1996 (y alguna de la cuarta parte, dicho sea de paso) y rehacer la serie desde su primera secuencia. Dicho y hecho. La secuencia de inicio es un casi calco de lo que sucedía en la icónica secuencia que abría la serie entera con Drew Barrymore, aunque mucho más corta y con un desenlace distinto, que da pie a la nueva historia.
Ya tenemos un arranque sólido, como era el originario, puesto que es casi una copia de aquel. Pero queda bien porque a la vez es homenaje. Sin querer spoilear nada al lector, diremos que la última media hora de esta película también se concreta en un nuevo casi calco de los hechos de la primera parte. Y aquí la copia se vuelve un poco más burda y más tosca, tiene algún que otro agujero de guion que clama al cielo, y resulta todo bastante poco inspirado. Aunque como sigue siendo un homenaje el respetable queda más o menos contento.
El verdadero problema es todo lo que hay en medio de esa primera secuencia de apertura y los últimos pasajes. O, dicho de otro modo, cuando la película se dedica a no copiar la original y tiene que elaborar un guion y un diseño narrativo que funcione por sí mismo, que resulte novedoso y que rellene algo más de una hora de metraje hasta llegar al cacareado final-copia-homenaje.
Esta hora y pico de guion es todo un cúmulo de escenas mal planteadas, peor filmadas y con decisiones bastante ineptas. Es cuanto menos curioso cómo directores y guionistas han querido hacer un homenaje revivalista de las secuencias y, en cambio, no hayan cogido inspiración de cómo Wes Craven ejecutaba los asesinatos y de cómo Williamson y Kruger (el autor de la tercera) los redactaban.
En esta Scream, todo carece de sentido. Tenemos asesinatos en plena calle y a plena luz del día que nadie ve ni oye; tenemos algún otro en un hospital a pleno rendimiento que está completamente vacío; tenemos un asesino imposible por cuestiones morfológicas…
Y lo peor de todo, tenemos un guion que acumula asesinatos sin ton ni son que no explican ni aportan nada a la historia. Y es que podemos decir que no hay historia, más allá de revivir la original y atraer a la protagonista al epicentro de la acción.
A todo esto, tenemos que añadirle que a los nuevos protagonistas teenagers les falta alma, perfil y empatía. La nueva Sidney Prescott y su grupo no despiertan el más mínimo interés en el patio de butacas, sus historias se cuentan de manera parcial y no llegamos a entenderles, lo que hace que quién o cómo muera nos importe más bien poco. Aunque quizás los rostros de Jenna Ortega o Jack Quaid sean los que salen más airosos del entuerto.
Scream 2022 se basa despiadadamente en la celebración del primer jalón y es ahí donde tiene su mejor baza. Y cuando no quiere ser una copia actualizada, no sabe por dónde tirar y se convierte en una constante rotura de los cánones de la serie original, revelando ser un slasher pobre y muy corto en ideas.
Veremos qué tendrán que copiar en la próxima entrega, que seguro tendremos, dadas las incompresibles buenas reacciones que está teniendo esta nueva versión. Dios salve a la original.
Título: Scream (Grita).
Título Original: Scream.
Dirección: Matt Bettinelli-Olpin, Tyler Gillett.
Intérpretes: Courteney Cox, Neve Campbell, David Arquette, Jack Quaid, Jenna Ortega, Melissa Barrera, Marley Shelton, Kyle Gallner, Dylan Minnette y Mikey Madison.
Género: Horror, Misterio, Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 114 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2022.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 13/01/2022.
Puntaje: 4 (cuatro)