back to top
jueves, 21 noviembre 2024
InicioCríticaRifkin's Festival: El refugio europeo

Rifkin’s Festival: El refugio europeo

Por Aleix Sales, corresponsal Cine Nueva Tribuna, España

Cada vez que la carrera de Woody Allen parece que llega a su fin en Estados Unidos, Europa llama a su puerta para rescatarlo. En 2004 fue la falta de interés del público norteamericano por sus películas durante el anterior lustro lo que casi lleva a romper su imparable racha productiva anual, sin pausa desde 1982. Entonces, los británicos le ofrecieron facilidades para rodar la que es una de sus obras maestras indiscutibles, Match Point (2005). Tras el éxito de la trilogía londinense que completan Scoop (2006) y El sueño de Cassandra (2007), llegarían las excursiones a Barcelona, París, Roma o el sur de Francia, alternadas con estancias en la Nueva York habitual. No obstante, las nuevas acusaciones de abusos sexuales por parte de la hija de Mia Farrow, Dylan, en 2014 –hechos que fueron investigados y archivados en la década de los 90-, volvieron a poner su reputación en el ojo del huracán.

Con el estallido del movimiento #MeToo y el empoderamiento femenino creciente en la industria, las dificultades para encontrar financiación y distribución se intensificaron, llegando a congelar la exhibición de Un día lluvioso en Nueva York (2019), la cual ni llegó a estrenarse en su país natal. Pero, nuevamente, Europa ha vuelto a abrirle sus brazos ante la crisis (en más de seis escenas) y Allen ha reubicado en el marco del Festival Internacional de Cine de San Sebastián una trama originalmente situada en Manhattan.

Ateniéndonos a la facilidad con la que ha readaptado la historia a un espacio distinto, cabe sospechar que la universalidad de las tramas y temas que han permitido el triunfo del cineasta volverán a sostener todo el cuerpo del film. Desde hace años que Allen da vueltas a las mismas ideas expuestas con más o menos gracia, pero siempre deliberando un resultado con unos mínimos estándares de interés. Y, de hecho, este Rifkin’s Festival es una obra 100% alleniana, sin salirse ni un momento de todas sus filias y fobias constantes: infidelidades, nostalgia, snobismo, hipocondría, insatisfacción occidental, etc. Pese a situarse en su zona de confort tratando unos fondos que ha dominado en múltiples ocasiones, los aires donostiarras podrían haber insuflado aire fresco como lo hicieron París o Londres, pero el neoyorquino ha preferido ofrecer una película muy perezosa a nivel argumental, en la que no propone absolutamente nada nuevo en cuanto a personajes o desarrollo.

La dinámica de los caracteres parece un autoplagio de los roles de Owen Wilson, Rachel MacAdams, Michael Sheen y Marion Cotillard en Medianoche en París (2011), sumando a un Sergi López encarnando prácticamente a la María Elena de Penélope Cruz de Vicky Cristina Barcelona; dando lugar inevitablemente a una obra bastante predecible para todos aquellos que hayan seguido la carrera de Allen, fielmente o esporádicamente.

Así pues, la película se nutre de personajes arquetípicos en su universo, fácilmente reconocibles, pero también con alguna actitud un tanto incomprensible momentánea (la doctora de Elena Anaya). Más allá de la solvencia interpretativa, únicamente brillan un par de cosas en Rifkin’s Festival. Por un lado, la misma Donostia, una bellísima postal placentera a los ojos, que reluce aún más que en la realidad porque el sol se apodera de todos los exteriores. Por otro lado, la cinefilia del propio Allen, que en esta ocasión alcanza las cotas más altas de su carrera en forma de simpáticos homenajes intercalados en la trama a sus maestros europeos: Fellini, Buñuel, Renoir, Bergman, Truffaut, Godard… Como ya hiciera en Recuerdos (Stardust memories, 1980), Allen rinde tributo a ese cine en el que se refugia y encuentra inspiración para proseguir en su camino como artista y ser humano.

Para Rifkin’s Festival, la luz de los ancestros del celuloide apareció parcialmente ya que, más allá de estas recreaciones, Allen no ha arriesgado nada en esta ocasión, tal vez por su entrega a la escritura de sus polémicas memorias –de donde hasta saca idénticas frases para meter en boca del protagonista, un nuevo alter ego del director interpretado correctamente por Wallace Shawn-, limitándose a filmar una obra amable con la que contentar a sus fieles que esperan su ración de cada año, pero sin la pizca de mordacidad de otros tiempos que tanto necesitaba. Será la edad, será el agotamiento, será que al señor Allen no se le da bien el multitasking, será la voluntad de no excederse para no echar más leña al fuego, será que la agudeza se va apagando, será que la partida de ajedrez está en los últimos movimientos.

Lo cierto es que Allen ha filmado una obra tan comulgante con la joie de vivre como pseudo-crepuscular, donde se impregna un sello de identidad descafeinado, intermitentemente lúcido, y falto del punch humorístico del nivel de encuentros previos. Ligera, sencilla y rutinaria para su autor, pero una aceptable guarida para los nostálgicos e incondicionales, como seguramente lo serían los Fellinis y Bergmans más discretos para el de Brooklyn.

Título: Rifkin’s Festival.
Título Original: Idem.
Dirección: Woody Allen.
Intérpretes: Wallace Shawn, Gina Gershon, Elena Anaya, Louis Garrel, Christoph Waltz, Sergi López, Richard Kind, Nathalie Poza, Douglas McGrath y Steve Guttenberg.
Género: Comedia, Romance.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 88 minutos.
Origen: Italia/ EE.UU./ España.
Año de realización: 2020.
Distribuidora: Digicine.
Fecha de Estreno: 20/01/2022.

Puntaje: 5 (cinco)

NOTAS RELACIONADAS

Dejar una respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here

ÚLTIMAS PUBLICACIONES