Por Juan Alfonso Samaja
El célebre detective, Hercule Poirot, se ha retirado a una vida reposada en una residencia en Venecia. Allí transcurren sus días sin sobresaltos, hasta que llega una vieja amiga, Ariadne Oliver, quien lo convence de asistir a una reunión para desenmascarar a una vidente inescrupulosa.
Crítica
Cacería en Venecia es la 3ª parte de la trilogía que Kenneth Branagh y Michael Green vienen desarrollando para 20th Century Studios sobre la narrativa de Agatha Christie siendo las entregas anteriores Asesinato en el Expreso de Oriente (2017) y Muerte en el Nilo (2022).
Como típico exponente de la novela criminal, responde a la estructura clásica de las intrigas del género: a) un planteo inicial dirigido a la presentación de personajes y la escenificación del crimen, lo que da lugar al acontecimiento narratogénico, es decir, el desencadenamiento del drama donde se convoca al detective de turno a intervenir; b) el establecimiento de impresiones iniciales, que tienen la función argumental de establecer expectativas e hipótesis, que el relato luego se encargará de ir refutando; c) el desenlace, donde se revela, exposición del proceso deductivo del detective mediante, la secuencia de eventos. Este último segmento involucra un proceso doble de transfiguración de la información distribuida por el relato: una transfiguración positiva de las apariencias que la narración ha ido instalando en el público (los que parecían asesinos, no lo son), junto a una transfiguración negativa que opera de modo opuesto: se revela la culpabilidad del personaje más insospechado.
La trilogía no sólo comparte al personaje principal, Hercule Poirot, sino que presenta otras coincidencias narrativas, a saber: a) la acción transcurre en espacios cerrados, donde los personajes involucrados quedan aislados del exterior, sin escapatoria posible del asesino ni de las víctimas (un tren, en la primera entrega, un barco, en la segunda, y una casa aislada por un temporal en esta última realización); b) la acción dramática se dirige siempre hacia al pasado de los personajes; las peripecias no se desarrollan desde el presente, sino empujadas por unas tragedias que han marcado la vida de los personajes; c) al asesinato metódico principal, que inaugura el proceso de indagación, le siguen asesinatos imprevistos que entorpecen la perfección del plan del asesino, y que llevarán, finalmente, al develamiento del culpable.
De la trilogía en su conjunto, dos elementos han resultado especialmente meritorios, y merecen destacarse de esta trilogía: por un lado, las excelentes actuaciones de los intérpretes, y la soberbia y virtuosa fotografía que explota de modo muy eficiente las locaciones exóticas que tematiza, por el otro. En el caso de esta última entrega, sin embargo, aparecen 3 decisiones narrativas que considero objetables, y que paso a detallar.
En primer lugar, aparecen algunas situaciones excesivamente gratuitas que carecen de organicidad respecto del relato y de los caracteres; entre ellos: el hecho de que Poirot se deje puesta la vestimenta de la médium, que ella misma coloca sobre el detective, y que Poirot luego no se quita, a los únicos fines de que el asesino, confundiéndolo con la médium, intente matarlo. Otro elemento gratuito es el rol que desempeña el hijo del médico como chantajista de la madre de la muchacha. De las sorpresas que revelan las investigaciones de Poirot en la trilogía, ésta es, a mi juicio, la más inverosímil.
En segundo lugar, el personaje de Ariadne (interpretada por Tina Fey), que tiene un peso narrativo considerable en la trama de conjunto, queda muy deslucido; toda la atención recae sobre Poirot, quien domina prácticamente la escena en todo momento. Creo que el relato podría haber ganado en complejidad psicológica con un desarrollo de una contrafigura femenina más apropiado a la función que se le adjudica.
Finalmente, hay varios elementos de la narración que anticipan y entorpecen la sorpresa de la revelación del asesino: por un lado, la caracterización del personaje que se revelará como el culpable, que se refuerza luego con la escena del cuento de terror que se narra a los niños donde unos adultos que debían cuidar a unos huérfanos los dejan morir en esa misma casa.
De toda la trilogía, esta última entrega es la que presenta la adaptación más libre, y es la que mejor explota -estética y dramáticamente- la contextualización geográfica que enmarca el relato; el palazzo veneciano, y la tormenta nocturna son un elemento oponente del relato de gran impacto dramático. Desde el punto de vista de los caracteres, las intrigas y sus desenlaces, quizás es la más floja: las dos películas anteriores son más complejas psicológicamente, y más hábiles en el entretejido y el revelado de los acontecimientos. El momento de la revelación de los sucesos en el último tramo resulta un poco artificial, en comparación con las entregas anteriores. Sin embargo, es justo reconocer que esta última es la que mejor funciona dramáticamente en todo su desarrollo, y la que presenta el desenlace menos solemne y acartonado. El final del film es simplemente delicioso.
Título: Cacería en Venecia.
Título original: A Haunting in Venice.
Dirección: Kenneth Branagh.
Intérpretes: Kenneth Branagh, Michelle Yeoh, Tina Fey, Jamie Dornan, Dylan Corbet-Bader, Amir El-Masry, Ricardo Scamarcio, Fernando Piloni, Lorenzo Accquaviva, David Menkin, Camille Cottin, Kelly Reilly, Jude Hill.
Género: Basado en novela, Whodunit, Misterio, Policial deductivo.
Calificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 103 minutos.
Origen: EE.UU./ Reino Unido/ Italia.
Año de realización: 2023.
Distribuidora: Buena Vista – Disney.
Fecha de estreno: 14/09/2023.
Puntaje: 7 (siete)