Por Maximiliano Curcio
Presentada en Cannes y diversos festivales de todo el mundo, Los Delincuentes fue, finalmente, el largometraje elegido para representarnos en la carrera de los próximos Premios Oscar. La favorable repercusión entre la crítica especializada acumuló expectativas de cara a un estreno que prometía validar la madurez creativa de un autor de eximias capacidades. Dado a conocer de forma preliminar en la pasada edición del FestiFreak (ciudad de La Plata, durante la primera semana de octubre), es autoría de Rodrigo Moreno, destacado director que navega aguas de la independencia, y es responsable de films como El Custodio (2006) y Un Mundo Misterioso (2011). Aquí, regresa a la pantalla grande con uno de los títulos más prometedores de la actual cosecha nacional.
Bajo una premisa similar -aunque reformulada- que nos retrotrae al clásico Apenas un Delincuente (1949), de Hugo Fregonese, como más clara referencia, Los Delincuentes aborda el concepto de libertad y sus paradojas. ¿Cómo es que un ciudadano acude a su búsqueda por la privación de la misma? A primera vista, encontraremos otra similitud entre ambas películas, distantes de más de siete décadas. El mismo nombre define a los respectivos personajes principales: Morán (Jorge Salcedo entonces, Daniel Elías hoy) …y no hay nada de azar en ello. También, será la raíz de la denominación que se multiplique por anagrama, diversificándose en varios de los personajes de un relato coral.
Llamativamente, la propuesta se apropia de los tiempos narrativos: cuatro años de rodaje -esta aventura cinematográfica comenzó a filmarse en 2018- igualan a la duración natural de tiempo que transita el relato de ficción. Ante la amenaza de un lenguaje audiovisual dominado por el formato seriado y la atención fragmentada, Moreno (hijo del recordado Carlos Moreno y de Adriana Aizemberg, quien posee una participación especial en el film) responde con un ensayo de cine puro en larga duración como bandera identitaria: ciento ochenta minutos de metraje. Bajo una mixtura de géneros e influencias, en Los Delincuentes convive la comedia, la road movie, el drama y el suspenso, aunque sin encasillarse en ninguno de estos registros.
Un disgustado empleado bancario, inmerso en la vida capitalista, plantea la subversión del orden universal: inconforme con la relación que posee con su trabajo, incluso cuestionando cierta forma de esclavitud que impone la diaria rutina, se dispone a rebatir el uso del propio tiempo de vida, colocando tamañas inquietudes delante de su condición de ser libre. ¿Adónde está la libertad?, cantaba Pappo, en “Pappo’s Blues – Vol 2”. Pero, el hombre no vive de utopías, y hay que llevar ingresos al hogar. Entonces, el volantazo radical en la vida del taciturno administrativo adquirirá la forma menos pensada: cometerá un delito. El asalto a un banco, leitmotiv de un sinnúmero de films que han abordado el recurso hasta convertirlo en un subgénero; sin embargo, Los Delincuentes no incluirá planes maestros ni fugas imposibles.
El atraco es una excusa argumental para profundizar en reflexiones de índole existencial: ¿soportamos más pasarnos la vida en una abulia absoluta que atravesar breve sentencia de prisión rumbo a la realización de la propia utopía? He aquí la inquietud primordial, dilemas morales aparte, respecto a la procedencia de aquel sustento que posibilite y prolongue nuestro bienestar material y fuente de subsistencia. Ya llegará el tiempo para el goce del ocio, pero antes tenemos que pagar. La trampa está tendida: ahora debemos de resolver la intriga que ante nuestros ojos cobra forma. Aunque, por diversas razones a lo largo de su discurrir, el film pecará de ciertas inconsistencias que minarán la tensión (y la atención, las tres horas pesan) de antemano generada, resintiéndose en sus tramos más contemplativos. El tiempo pasa, incluso los tiempos muertos…
El citado Daniel Elías, junto a Esteban Bigliardi, Laura Paredes, Sergio Hernández y Germán de Silva protagonizan un film en donde la forma de liberación que se persigue no tiene que ver con lo material exclusivamente. Sino con la búsqueda de un idealismo ajeno a la vida en las grandes ciudades, capaz de resguardar la poesía y el amor; al fin, el dinero no es todo en este mundo. No obstante, una roca gigante sabe guardar secretos, y una calculadora sumar: tres años pagando el precio por delinquir o veinticinco en modo sentencia camino a una jubilación que se vislumbra lejana. Suena otra vez Pappo y hacemos memoria; nunca la hemos pasado tan mal. La música siempre guía el camino: el dueño del disco recomienda a otro su escucha, y este pasará de mano en mano, generosamente compartido, materializando la idea de la ansiada prosperidad.
Con espíritu clasicista y apreciable vuelo metafórico, Los Delincuentes trae consigo reconocibles gestos cinematográficos: pantalla dividida, fundidos encadenados, la palabra fin, una estructura dividida en dos partes y una marcada inclinación por la música incidental. Amante del buen cine, Moreno sabe cómo capturar esos instantes. Los billetes se amontonan, hay fajos que se ocultan. Tras plano y contraplano sobre el dinero, como exclusivo protagonista del cuadro, la memoria activa juegos bressonianos. Abrevando en algo del espíritu del film noir de los sesenta y revisitando el cine clásico de la Nouvelle Vague, uno de los predilectos de la cinefilia local coloca suficiente importancia en el cuidado de un bolso que contiene el preciado botín y su itinerante peripecia. A estas alturas, casi un McGuffin.
Poblada de elementos referentes de nuestra cultura nacional, la música de Piazzolla inunda las calles porteñas, colándose entre las fachadas de edificios. Por momentos, nos da la sensación de una Buenos Aires atemporal. Donde se fuma, y mucho. El entorno natural de las sierras cordobesas se convertirá en el contraste perfecto, y allí hará aparición el recordado poema de Ricardo Zelarrayán, “La Gran Salina”. Más connotaciones surgen de su lectura. La duplicidad y la repetición se retroalimentan en juego de espejo, relacionando forma y contenido. Deudora del cine clásico, puede comprenderse como un implícito homenaje a Rohmer, Melville y Renoir, magnos ejemplares de antaño a los que Moreno honra mediante constantes guiños, entre movimientos y angulaciones de una cámara marca registrada.
Echando mano a una impronta de claro sesgo lírico, desparpajo e imperante en el cine comercial de nuestras latitudes. Autor de gran reputación en vidrieras del cine independiente (compitió en la Berlinale, en Rotterdam y en el BAFICI), Moreno lleva a cabo un ejercicio ético y estético incontrastable con sus principios. De clara huella autoral, su filmografía se ha caracterizado por señalar las problemáticas laborales y sociales que atraviesan personajes inmersos en la incertidumbre del propio devenir. Los Delincuentes, filosofía sobre lo que se tendrá que alcanzar, no es la excepción.
Título: Los Delincuentes.
Título original: Idem.
Dirección: Rodrigo Moreno.
Intérpretes: Daniel Elías, Esteban Bigliardi, Margarita Molfino, Germán De Silva, Laura Paredes, Mariana Chaud, Gabriela Saidón, Cecilia Rainero, Javier Zoro Sutton, Lalo Rotavería, Iair Said, Fabián Casas, Agustín Toscano y Adriana Aizemberg.
Género: Comedia, Crimen, Drama.
Calificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 189 minutos.
Origen: Argentina/ Chile/ Brasil/ Luxemburgo.
Año de realización: 2023.
Distribuidora: Maco Cine.
Fecha de estreno: 26/10/2023.
Puntaje: 7 (siete)
Gentileza: Revista Siete Artes