Por Mónica Grau Setó, corresponsal en España
Un equipo de cine alemán se traslada a una pequeña aldea kurda, en Turquía, para hablar de la situación de los kurdos con familiares fallecidos y tratar la memoria histórica y la dificultad de superar los traumas del pasado. El equipo va acompañado de una intérprete, que ejerce también de niñera de una niña muy especial, el padre de esta pertenece a una peligrosa organización turca. El encuentro entre todos estos personajes se convertirá en una paranoia con tintes catastróficos.
Crítica
El film se estructura en tres capítulos, pero en ningún momento se asemeja a los actos que podemos encontrar en una obra teatral. El guion juega a confundirnos casi como un trampantojo, empezando como un falso documental de un equipo alemán que se traslada a Turquía. Este está formado por la directora Simone y su camarógrafo Christian, los acompaña una joven traductora Kurda llamada Leyla. La idea es entender el conflicto entre la minoría étnica Kurda y los turcos, y a través de esta idea principal buscan hablar de “monumentos invisibles”; es decir, cómo nos marca el recuerdo de las pérdidas traumáticas de seres queridos, de cómo estos familiares no avanzan ni viven el presente al estar siempre anclados en ese momento del pasado, quieren honrar la memoria de los muertos. Al inicio el arranque es un poco lento, pero a medida que entendamos lo que está sucediendo la trama va enganchando.
En el capítulo 1 seguimos a este equipo de grabación y realizan su primera entrevista a una anciana kurda llamada Hatice; ella vive en una pequeña aldea con su familia y fomenta la memoria colectiva recordando y explicando la historia de su hijo Baran, desaparecido hace casi 30 años, aunque en público se hacía llamar Musa ya que no se permitían los nombres kurdos. Mantiene el recuerdo fresco del día en que marchó.
La segunda entrevista la realizan a Eyüp, un abogado de derechos humanos, que les explica que eligió este oficio ya que en su infancia pasó mucho tiempo visitando en la cárcel a sus familiares kurdos. Él quiere ayudar a las nuevas generaciones. Recuerda que el JITEM (Servicio secreto turco) secuestró a Baran, el hijo de la anterior entrevistada, ya que ambos vivían en el mismo pueblo.
En esta situación se introduce un nuevo personaje, se trata de una pequeña niña llamada Melek, su cuidadora y profesora de inglés es la traductora que acompaña a los reporteros. La niña es curiosa como cualquier otro crio de su edad siente fascinación por la cámara y le dice al abogado que ella tiene un amigo invisible, que le dice cosas y sabe datos de Eyüp.
Estas falsas entrevistas son un recurso de gran utilidad para entender el conflicto entre estos dos pueblos, y están magistralmente bien realizadas y dan mucha credibilidad; hay momentos que simulan una especie de making off, otros en que hacen tomas del exterior y entorno, pero sobre todo destaca la historia de la anciana, su entorno y las tomas realizadas con cámara en mano. Pero el espectador detecta pequeñas trampas y muestras de no ser un documental de verdad, hay un segundo y hasta un tercer cámara rodando al equipo, y una cuarta que nos da una visión extraña casi sobrenatural de la situación. Siempre está la sensación de haber muchos ojos observando y algunos de escondidas, casi como un Gran Hermano controlando en todos los sitios y el ambiente se percibe que algo malo va a suceder.
En el capítulo 2 ya no se utiliza el formato de falso reportaje para contar la historia. Aquí entran en acción nuevos personajes, que ni sabíamos que existían en el primer acto o eran simples sombras o secundarios. El principal es un hombre llamado Zafer, él es vecino de la traductora, la joven kurda que acompaña al equipo alemán para un reportaje en la zona. Él es el padre de la niña y aunque es un hombre familiar y protector también es peligroso, ya que pertenece a un movimiento violento y está rodeado de hombres con ideas de odio, esto hace que viva bajo el influjo de la desconfianza y la paranoia. Igual que en el capítulo 1 volveremos a ver a Melek, pero esta vez en su hogar y seremos testimonios de sus miedos y todo lo que ella detecta.
Esta parte de la historia se centra en el poder de las imágenes y en qué manos pueden caer, vemos unas grabaciones en un celular que recibió Simone, la directora del reportaje, y entendemos el miedo que sintió.
Todo está más vinculado de lo que podamos creer al inicio del film, a veces por casualidades o destinos fatídicos las vidas de los personajes del primer capítulo y de este se verán entrecruzadas. En esta parte de la historia conocemos a este personaje que observa y graba con su móvil, de forma oculta, tanto al equipo alemán como a sus propios compañeros y jefe, y utiliza sin remordimientos a su propia hija, para investigar a la canguro y escuchar sus conversaciones.
Y finalmente en el capítulo 3 llegamos al momento, casi símil Gran Hermano, donde el observador Zafer también es observado. De nuevo y como nexo en todas las historias, la única persona que detecta todas las cámaras y también la presencia misteriosa siempre es la niña pequeña, pero a la que nadie hace caso. También se repite la pauta en que los personajes secundarios en el capítulo anterior toman importancia en este y a través de ellos podemos entender toda la trama completa, como un círculo que no tiene ni inicio ni final, ni pasado ni presente, todo está vinculado.
Y es que esta producción alemana juega con la mente del espectador; a través de estos tres capítulos vemos una historia desde diferentes perspectivas que transcurre básicamente en tres días (22, 23 y 24 de abril), pero hay instantes en que cuesta dilucidar qué momento y día concreto es, y uno de los elementos que nos sirve como guía para conectar todas las historias es la niña. A través de la pequeña Melek sabremos si estamos en el inicio de la trama o el final, su vestuario también nos guiará para conocer qué día concreto es y desde su mirada inocente iremos descubriendo lo que los demás no son capaces de ver, en todos los sentidos.
Una vorágine donde todo el mundo espía a los demás, como espectadores vamos viendo la historia a través de diversas cámaras como las del equipo de grabación alemán con el reportaje, las verdaderas de la película, las de los celulares de varios personajes, las de cámaras ocultas o hasta las de vigilancia en edificios y otra visión misteriosa presente, todas convertidas en ojos que no siempre son advertidos por los protagonistas, excepto por la pequeña.
El final, sin hacer spoiler, nos muestra hasta dónde nos puede afectar el pasado, miedo y la paranoia que nos llevan a un desenlace más complejo, de lo que inicialmente mostraba el film.
Con un buen trabajo de todos los personajes, ya que sobre todo en el capítulo uno nos hace dudar si es un documental verdadero o una película de ficción. Aunque el mayor acierto sin duda recae en la actriz más joven, que conmueve con esa mirada inocente y gran interpretación, ella es la que va descubriendo cada una de las cámaras y cada secreto, además del componente paranormal que sólo ella percibe.
Nos encontramos ante una muestra fascinante de la percepción temporal de las personas y avanzando en el metraje entenderemos algunos misterios, como el modo en que es enterrado el pájaro o porque la niña tiene unas pesadillas concretas, ya que la singularidad y la originalidad del guion y del montaje la convierten en una película que logra sorprender.
Título: Lo que no vemos.
Título original: Im toten Winkel aka In the blind spot.
Dirección: Ayse Polat.
Intérpretes: Katja Bürkle, Ahmet Varli, Aybi Era, Çağla Yurga y Aziz Çapkurt.
Género: Thriller, Falso documental, Misterio.
Calificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 116 minutos.
Origen: Alemania.
Año de realización: 2023.
Distribuidora: Mirada Distribución.
Fecha de estreno: 09/11/2023.
Puntaje: 7 (siete)