Por Maximiliano Curcio
*Se advierte al lector que la nota podría contener spoilers
Tras su paso por el 38° Festival Internacional de Cine de Mar del Plata, arribó a los circuitos comerciales Elena Sabe, destacada película que engrosa una profusa lista de títulos notables que ha entregado la presente cosecha 2023 a nivel nacional. La escritora Claudia Piñeiro, cuya vasta obra fue llevada a la gran pantalla en logrados films como Las Viudas de los Jueves, Las Grietas de Jara y Betibú, regresa exitosamente a la gran pantalla, y lo hace bajo la lente de la notable Anahí Berneri, guionista y directora, quien suele plasmar en sus obras dilemas humanos estremecedores.
Elena Sabe nos comparte la historia de una madre (Mercedes Morán) en búsqueda de esclarecer extraños episodios que culminan con la trágica muerte de su hija (Érica Rivas). En su corazón, algo parece decirle que la investigación catalogada como suicidio esconde una escabrosa verdad. Quizás por propia intuición, tal vez por algún indicio de parte meteorológico y ciertos miedos atávicos, la madre sabe dentro suyo que Rita, de cuarenta y tres años, no ha podido quitarse la vida. En el fondo de la cuestión, tanto más se oculta presto a ser desentrañado. Porque, afortunadamente, Elena Sabe es mucho más que la simple intriga policial que actúa como detonante. Es, a la vez, la historia de un viaje de cariz existencial, aunque no redentor: intentando resolver el sórdido misterio, la protagonista se enfrentará a su propia tormenta en ciernes.
En su juventud, Elena supo ser una madre en las antípodas de lo heroico, negadora en igual medida que lapidaria, responsable en un ciento por ciento de sus actos dañinos. Hoy, es una mujer de sesenta y cinco años, condicionada a una pronunciada limitación motriz, producto del Mal de Parkinson que la aqueja. Para sobrellevar su día a día, ingiere abundante cantidad de pastillas y depende de permanentes cuidados para movilizarse. Jaqueada por la terrible enfermedad, no parece la indicada para encauzar la búsqueda del responsable del fatal destino de Rita. En este sentido, resulta sumamente elogioso el esfuerzo interpretativo de Mercedes Morán, imponente desde lo físico y emocional, en un rol en extremo demandante.
El libro adaptado, que data del año 2007, hace hincapié en la condición femenina, y nos retrotrae a un tiempo en donde los derechos hoy ganados por las mujeres no correspondían a aquel entonces, aspecto que intensifica su valor literario y testimonial. La autora, simbólicamente, contrasta vida y muerte, juventud y degradación, como medio de un mensaje. Porque el cuerpo femenino -instrumento de su pensamiento-, y las decisiones que sobre él se toman, se convierte en exclusivo protagonista de esta desasosegante lectura sobre los vínculos y las elecciones de vida. Convicciones que refieren a gestar una vida, o no, a seguir adelante con la propia vida, o no, a hacerse cargo del cuidado de un ser querido, o no, y al sufrimiento y sentimiento de culpa que acarrea el hecho de asumir la auténtica libertad en cada uno de dichos actos.
Abordando delicadas temáticas como el suicidio, el abuso y el aborto, esta logradísima transposición cinematográfica se atreve a cuestionar vínculos, incluso el mismo deseo de ser madre. Mientras Elena es una mujer que tiene la necesidad de volverse fuerte para sobrevivir a la muerte de su propia hija, Rita es alguien que debió madurar de golpe para maternar a su propia amiga. Más tarde, hará lo mismo con su propia madre. Coronando un enésimo guiño con la ficción, el film, no es casualidad, cuenta la participación de las hijas en la vida real de Mercedes (Mey Scapola) y Érica (Miranda de la Serna).
El relato escudriña los dobleces de una relación disfuncional. Elena supo ser una madre severa, dominante. Con altas demandas y exigencias, ejerciendo control y manteniendo a una adolescente hija bajo su ala, accionando en propio favor, y escatimando cariño, contención y comprensión. Su hija, en contraste, exhibió notable madurez para su edad, desprendiéndose del común de sus compañeras de curso. Incluso lo haría hoy, aunque los tiempos cambien, y siga habiendo chicas ‘que no hacen cosas de chicas’, diría Elena. Madre a la fuerza antes de tiempo, Rita retrata el dolor de la súbita perdida de la inocencia.
Como extraño juego espejado, ambas mujeres, a lo largo de los años, construirán una dinámica diaria de recelo y frustraciones, aunque no carente de amor y ulterior indulgencia. Mientras el horizonte se tiñe de preguntas sin respuestas, y la atmósfera se cubre de una espesa y amarga capa, el omnipresente dolor que marca el pulso de los días -de ayer y de hoy- interactúa como denominador común de un vínculo anómalo, proveyendo el film una bienvenida reflexión respecto a aquellas generaciones de niños y niñas dañadas, quienes crecieron bajo influencias parentales agresivas. Sin concesiones, se dejará expuesta la falsa moral imperante, cuando el discurso de la madre se aleje de sus acciones.
Rumbo a estrenarse en la plataforma Netflix, luego de un breve paso por las salas locales, Elena Sabe coloca en altavoz temáticas urgentes que nos interpelan. Confronta deseos y competencias, dependencias y autonomías, mandatos y rebeliones. La mirada crítica y punzante de Piñeiro se posiciona sobre estamentos sociales claves, con evidente sentido de denuncia. Indagando en hechos ocurridos durante la última dictadura militar, y exponiendo la corrupción a nivel policial y eclesiástico, toma considerables riesgos narrativos, potenciando el valor de una novela políticamente incorrecta. Berneri sabe interpretarla a la perfección, en co-autoría de guion junto a Gabriela Larralde.
Filmada en diversas locaciones bonaerenses, Elena Sabe combina el drama familiar con la trama policial que en paralelo se teje, enriqueciendo la propuesta, sin descuidar detalle alguno. Recurriendo con frecuencia a recursos de elipsis temporal y flashbacks, el film va y viene en el tiempo, y una lograda implementación de la simultaneidad de acciones reconstruye los hechos acaecidos con cierto patrón circular. Sutil, no deja detalle librado al azar. Los cuerpos y los objetos parecen volver a ocupar los mismos espacios, quizás porque las protagonistas están predestinadas a repetir la historia que las precede, y espejarse en sus conductas, traumas y falencias.
La propuesta gana en intensidad al abordar el registro del thriller, gracias a la habilidosa mano de Berneri, referente de nuestra industria audiovisual y responsable de films como Un Año Sin Amor (2004) y Por tu culpa (2010), quien siembra pistas que debemos de estar atentos de captar y decodificar, llevando a cabo un exquisito uso de la noción de puesta escénica, factible de elevar la calidad del producto.
Título: Elena sabe.
Título original: Idem.
Dirección: Anahí Berneri.
Intérpretes: Mercedes Morán, Érica Rivas, Mey Scápola, Miranda de la Serna, Marcos Montes, Marcos Ferrante, Horacio Camandulle, Rocío Belzuz, Agustina Muñoz, Mónica Gonzaga, Susana Pampín y Laura Faienza.
Género: Drama.
Calificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 104 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2023.
Distribuidora: Maco Cine.
Fecha de estreno: 16/11/2023 en algunas salas de cine selectas y el 24/11 en Netflix.
Puntaje: 8 (ocho)
Gentileza: Revista Siete Artes