Ha pasado bastante agua bajo el puente desde que los hermanos Coen filmaron Simplemente sangre (1984), su ópera prima. Entre su debut y la flamante El Gran Lebowski (1998) entregaron un ramillete de películas que se destacaron por su originalidad, frescura y talento narrativo: Educando a Arizona (1987), De paseo a la muerte (1990), Barton Fink (1991), El gran salto (1994) y Fargo (1996). Se pueden mencionar varias puntas temáticas en su filmografía que son recurrentes -recordar los secuestros en Educando a Arizona y Fargo-, pero si hay un hecho que llama la atención en todas sus realizaciones es que no se parecen a nada conocido, ni siquiera entre sí. Esto es un detalle significativo que los pinta de cuerpo entero.
La mezcla de géneros y de tonos es moneda común en el cine de Joel e Ethan Coen, nacidos en Minneapolis en 1954 y 1957, respectivamente. Fundamentados en una cinefilia a toda prueba, crearon un estilo visual virtuoso, admirado por la crítica y el público del mundo entero. Además de eso poseen una cualidad única que aparece aún en sus films más dramáticos: un sentido del humor lunático, ocasionalmente enfermo y generalmente divertidísimo en su escaso apego a lo “políticamente correcto”.
Lo cual nos lleva a El Gran Lebowski, una comedia sumamente disfrutable que coquetea con el thriller y el policial para no profundizarlos jamás. Porque no les preocupa hacerlo, no es esa la intención de los Coen. Más bien se decantan por la sátira delirante con varios frentes organizados. Uno apunta al status social del protagonista, auténtico lastre al que Jeff Bridges presta toda su capacidad, que es mucha, para tornar simpático un personaje (el Dude) que realmente no lo es. Lo mismo podría decirse de John Goodman en el papel de Walter, un ex combatiente de la guerra de Vietnam, tan prosaico y primitivo que al lanzar la bola en la competencia de bowling sólo le falta gritar el “Iabadabadú” de Pedro Picapiedras.
Otro frente evidente es el de las películas porno (parodia incluida con una genial participación del sueco Peter Stormare: aquí es un actor XXX y en el thriller 8 mm., un director de la misma industria; es fascinante ver a este tipo en estos roles decadentes). Otro: el derrotero que sigue el Dude improvisando sobre la marcha como si fuera un detective privado super volado que va descubriendo las claves del secuestro de la mujer del ricachón. El guión es complejo y responde a los habituales giros narrativos que les son tan caros a estos imaginativos hermanitos.
Hay varios personajes insólitos que invaden la pantalla. El Jesús de John Turturro está presentado magistralmente en una escena que combina la destreza técnica en el uso de la cámara con el sentido del ritmo desde el montaje y la banda sonora (¡horror!: The Gypsy Kings interpretando “Hotel California” de los Eagles). Y hablando de música, es muy graciosa también la tomadura de pelo al grupo electrónico Kraftwerk con los supuestos alemanes que animan Stormare y compañía dando vueltas por la trama sin que se sepa demasiado, sino hacia el final, de qué la van en este enquilombado disparate con alguna que otra ínfula de cine arte que firman los queridos Joel a Ethan Coen.
Título: El Gran Lebowski.
Título Original: The Big Lebowski.
Dirección: Joel Coen, Ethan Coen.
Intérpretes: Jeff Bridges, John Goodman, Julianne Moore, Steve Buscemi, David Huddleston, Philip Seymour Hoffman, Sam Elliott, John Turturro, Tara Reid, Ben Gazzara y Peter Stormare.
Género: Comedia, Sátira.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 117 minutos.
Origen: EE.UU./ Reino Unido.
Año de realización: 1998.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 15/04/1999.
Puntaje: 9 (nueve)