Por Omar Tubio
Recientemente premiada por el Jurado de la Crítica en San Sebastián, llega el tercer film de Carlos Sorín (La película del rey) donde vuelve a su entorno habitual: la Patagonia, lugar donde parece sentirse a sus anchas y que cinematográficamente le regala esos magníficos paisajes que de manera tan sabia sabe aprovechar en sus historias.
Y de historias se trata nomás; de viajes y de rutas desoladas en parajes más solitarios aún. Historias pequeñas y sencillas que se engrandecen en el alma de sus personajes. Porque si hay algo que destila esta película es la falta de pretenciosidad, de ostentación y no por falta de ambición, sino porque su grandeza descansa fundamentalmente en sus criaturas, a las que Sorín filma con inconmensurable amor, creando una empatía con el espectador de la que es difícil desprenderse.
Así se tejen tres historias que se irán cruzando pero no incidiendo una en la otra. Don Justo es un anciano que al enterarse del paradero de un viejo perro al cual crio, va en su búsqueda para recuperarlo y de esa manera sanear viejas culpas que lo aquejan. Por otro lado, María debe viajar junto a su beba a la ciudad por haber salido sorteada en un programa de televisión para participar en él por el máximo premio: ¡una multiprocesadora! Y Roberto es un viajante cuarentón con ganas de entablar una relación con una de sus clientas, que viuda y con un hijo, está por festejarle su cumpleaños a éste. Una torta y un montón de dudas lo acompañan, dudas que irán mutando su comportamiento y su dulce regalo.
En cada itinerario aparecerán diversos personajes que enriquecerán la trama y le otorgarán ese aire de provincia a la película; esa cosa de naturalidad y solidaridad que trasunta el film, a lo que ayuda sin dudas el contar con intérpretes que nos son actores profesionales en su gran mayoría. Esto a su vez casi le juega en contra en el caso del personaje de Roberto (Javier Lombardo), que sí lo es, y que por ello está en un registro diferente al resto. De todas maneras es un detalle menor, que no llega a desequilibrar una película con muchos aciertos.
En un año tan prolífico en materia de estrenos nacionales y de tan variada temática y calidad, el caso de Sorín es un soplo de aire fresco, que no adscribe ni al tan mentado nuevo cine argentino ni al cine autóctono más tradicional, por lo cual agrega un sello personal y un universo propio, tan difícil de lograr en el cine de hoy. Lo que llamamos autor.
Título: Historias mínimas.
Título Original: Idem.
Dirección: Carlos Sorín.
Intérpretes: Javier Lombardo, Antonio Benedictis, Javiera Bravo, Laura Vagnoni, Mariela Díaz, Julia Solomonoff, Aníbal Maldonado, María Rosa Cianferoni, Carlos Montero, Ángela Azzi, Silvia Fontelles y Enrique Otranto.
Género: Drama, Comedia.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 92 minutos.
Origen: Argentina/ España.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 24/10/2002.
Puntaje: 8 (ocho)