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jueves, 21 noviembre 2024
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El último samurai: Sabiduría garantizada

Por Omar Tubio

El punto flojo de El último samurai es principalmente el guión, que partiendo de una buena base y de unos sucesos históricos poco abordados por el cine, se pierde ahogado por lo pretencioso y lo solemne estirando situaciones más de lo debido y agregando minutos innecesarios de metraje.

Tom Cruise es marca registrada. No hay afiche de sus películas en el que su rostro en primer plano no oficie de carta de presentación. Y es que hoy por hoy es una de las pocas estrellas de Hollywood -y del mundo- que con su sólo nombre arrastra multitudes a los cines. Por eso, dicho poder le otorga el derecho de vetar cualquier nombre y de elegir al director que se le antoje, así como también tener la última palabra en todo lo que atañe al producto final. El hombre cuida su negocio y sabe cómo hacerlo, aunque a veces ciertos emparejamientos cinematográficos con sus amores (Kidman, Cruz) le hagan perder algunos dólares.

El proyecto de El último Samurai hizo que Cruise haya invertido no sólo su dinero (es productor), sino su tiempo y dedicación en ahondar exhaustivamente en todo lo referente a la cultura oriental y a su contexto histórico. Dicha investigación lo enriqueció espiritualmente y lo convirtió en una mejor persona -según sus propias palabras-, algo a lo que también ayudó su ya conocida devoción por esa especie de religión-secta llamada Cientología.

La historia nos remite al Japón del siglo XIX, más precisamente al año 1876, cuando el Emperador Meiji decide que es tiempo de modernizarse y mirar un poco hacia occidente y de paso terminar con ciertos resabios feudales encarnados en este caso por los Samurai, guerreros ancestrales para quienes el honor y la lealtad eran ley suprema. Para ello encomienda al Gobernador la contratación de un militar mercenario norteamericano, el Capitán Algren (Tom Cruise), quien habría actuado a las órdenes del Gral. Custer en las famosas matanzas a los indios, para que entrene a las torpes tropas japonesas en el manejo del armamento que, por supuesto, también han comprado a los americanos. La idea es doblegar a la facción rebelde liderada por Katsumoto (el imponente Ken Watanabe), un Samurai que se niega a aceptar las nuevas directivas del Emperador. Sin la preparación suficiente, Algren es obligado a enfrentarse con un enemigo que además de vencerlo lo toma como prisionero.

Mientras dura su cautiverio, contra su propia voluntad y resistencia, poco a poco el Capitán va tomando contacto con la idiosincrasia Samurai y con la filosofía que los rige, sintiéndose seducido por sus costumbres, sus armas, sus ropajes, sus comidas, su lengua y fundamentalmente por sus códigos morales. No hay un choque de culturas, sino un despojamiento de la suya propia. Una espiritualidad tangible que lo va invadiendo poco a poco y que lo lleva a encontrar una paz que creía perdida en el fragor de la batalla. Pesadillas llenas de culpa que el director Edward Zwick utiliza como flashbacks para establecer obvios paralelos entre la masacre perpetrada por Custer entre los indios y la que sobrevendrá entre los mismos Samurais. Katsumoto y Algren entonces se convertirán en aliados y éste último volverá al campo de batalla pera ya convertido en un guerrero Samurai más, blandiendo su espada contra los poderosos cañones, en una lucha tan desigual como legendaria.

Algo de todo esto pero en otro escenario ya se dejaba entrever en Danza con lobos de Kevin Costner, y si de fuentes inspiradoras hablamos, el mismo director se ocupó de aclarar que buscaba el espíritu del maestro Kurosawa en sus imágenes, algo que de hecho quedó sólo en intención, aunque le cabe el mérito de recordarlo levemente, sobretodo en las potentes secuencias de batalla que nos retrotraen a Ran.

El punto flojo de El último Samurai es principalmente el guion, que partiendo de una buena base y de unos sucesos históricos poco abordados por el cine, se pierde ahogado por lo pretencioso y lo solemne estirando situaciones más de lo debido y agregando minutos innecesarios en lo que no lo necesitaba. Incluso una subtrama romántica que no pasa de unas cuantas y repetidas miradas que jamás llegan a mayores.

Como contrapartida está el oficio de un director como Edward Zwick (Tiempos de gloria, Leyendas de pasión, Valor bajo fuego), que sabe filmar y es un verdadero esteta de la imagen. Las escenas bélicas y de movimiento de masas y unas cuantas panorámicas del bellísimo paisaje (Nueva Zelanda, locación de moda tras El Señor de los anillos) dan cuenta de un hombre que pone la cámara como y donde se debe.

En suma, un film al servicio de su estrella principal, muy bien filmado, que de proponérselo hubiera llegado más lejos. Cruise no está mal, pero ha estado mejor en otras ocasiones. El Samurai que recordaremos tiene otro nombre: Ken Watanabe.

El último samurai: Sabiduría garantizada 2Título: El último samurai
Título original: The Last Samurai
Director: Edward Zwick
Género: Acción, Aventuras, Drama, Histórica
Intérpretes: Tom Cruise, Ken Watanabe, Timothy Spall, Tony Goldwyn y Billy Connolly
Duración: 154 minutos
Origen: Estados Unidos
Año Realización: 2003
Calificación: Apta para mayores de 13 años
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha Estreno: 22/01/2004

Puntaje 6 (seis)

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