Por Omar Tubio
En los primeros minutos, con un par de diálogos precisos y dos o tres pinceladas, el notable Steven Spielberg nos brinda una descripción exacta de los principales personajes y, ahí nomás y sin perder el tiempo, comienza a pisar el acelerador para no detenerse casi hasta el final.
Steven Spielberg, recientemente elegido como mejor director de cine de todos los tiempos en una de esas encuestas tan parciales como poco serias, revisita el clásico de ciencia ficción de H.G. Wells, que diera pie a la mítica versión de 1953 dirigida por Byron Haskin, a una serie televisiva en los años 80 y a la célebre locución radial comandada por Orson Welles que hizo cundir el pánico en la población estadounidense, ya muy sensible en ese entonces por los avatares de la guerra. Spielberg se basa fundamentalmente en esta última transcripción para ofrecer la más cruda y desesperante visión de una invasión alienígena de la que se tenga memoria.
En las antípodas de Encuentros cercanos del Tercer tipo y de E.T., en donde la mirada sobre los seres de otros planetas era pacifista y con un dejo de admiración no oculta, Guerra de los mundos presenta el lado oscuro de estos lejanos visitantes que de amigables no tienen ni un pelo. Salidos desde la mismísima profundidad de la Tierra y montados en gigantescos trípodes, estos seres aniquilan y pulverizan todo lo que encuentran en su camino. A diferencia de, por ejemplo, Día de la independencia, en la cual la historia estaba sostenida por una diversidad de personajes secundarios y por un gobierno que heroicamente tomaba cartas en el asunto, aquí la trama se focaliza en una familia -desmembrada y disfuncional pero familia al fin- centrada en un padre divorciado, desamorado y poco responsable, que debe hacerse cargo de sus dos hijos en un fin de semana del que nunca se olvidarán. De esta manera queda justificado el punto de vista y el hecho de que, a pesar de que se trata de una invasión a nivel mundial, la acción se desarrolle íntegramente en suelo americano y el resto quede en un inmenso fuera de campo. Por lo tanto acusar a Spielberg de ombliguismo sería inútil y poco perspicaz.
En los primeros minutos, con un par de diálogos precisos y dos o tres pinceladas, el notable realizador nos brinda una descripción exacta de los principales personajes y, ahí nomás y sin perder el tiempo, comienza a pisar el acelerador para no detenerse casi hasta el final. Esta primera hora y media no tiene desperdicio y, como siempre sucede con Spielberg, está narrada y filmada con una precisión tal que abruma. Las escenas más brutales y de extrema violencia no sólo están a cargo de los temibles extraterrestres, ya que las situaciones de pánico y de locura exacerban las más ocultas pulsiones de la conducta humana sacando a relucir lo peor de cada individuo, que el director aprovecha para retratar en secuencias que ponen sobre el tapete el ya famoso sálvese quien pueda.
De más está decir que el recuerdo fresco del 11-S se hace presente en esas imágenes de una ciudad destruida y la de su gente corriendo y ocultándose por doquier para escapar de un ataque imprevisto y de connotaciones desconocidas. Un pueblo indefenso que comienza a depender de sí mismo y sin ninguna protección. La psicosis queda sintetizada en el único momento donde se cuela la cuota de humor: “¿Son los terroristas?” pregunta una asustada Dakota Fanning mientras su padre maneja un auto a toda velocidad escapando de los rayos lanzados por los aliens, “No, vienen de otro lugar?” responde evasivo, “¿De Europa?…” termina repreguntando su hermano tan perdido como ella. Sólo eso basta para arrancar una de las pocas carcajadas que se oirán en la sala.
Las citas cinéfilas y los homenajes están a la vista y para quien quiera pescarlos; algunos muy obvios y otras singulares perlitas para recordar. Elijo la más significativa, por lo emotiva y lo bien lograda, que tiene a Cruise en una cruel encrucijada ante sus dos hijos remitiendo directamente a la inolvidable La decisión de Sophie. La fotografía de Janusz Kaminski es soberbia y otorga al film una categoría inusual para este tipo de propuestas, dejando para la memoria colectiva imágenes tan imborrables como aquella de las siluetas de Cruise y Fanning en un bosque en el que las ropas de las victimas sobrevuelan por el aire. Sobrecogedora.
Tom Cruise atraviesa una etapa de gran madurez expresiva y va camino de convertirse en un gran actor. La cámara lo adora y él conoce al milímetro el engranaje para que todo funcione. Debería confiar más en su innato talento y dejar a un lado tanto circo mediático que no lo favorece en lo más mínimo. Dakota Fanning no es de este planeta, y si lo fuera, es de esos especímenes que aparecen excepcionalmente cada milenio. No se puede creer la capacidad interpretativa de esta chiquilla de once años. Disfrutemos de su trabajo ahora, antes de que crezca!
Un film para gozar a pleno, con un comienzo y un desarrollo acorde a lo que un director como Spielberg nos tiene acostumbrados y que, a pesar de un cierre -algo pueril y con cabos sueltos- que no está a la altura de lo anterior y que le resta algunos puntos, no llega a oscurecer el resultado final. Un clásico pochoclero que aún así deja lugar a variadas lecturas y que bajo su aparente fachada de cine de entretenimiento esconde algo más puro y verdadero: el valor de la vida.
Título: Guerra de los mundos
Titulo Original: War of the Worlds
Director: Steven Spielberg
Intérpretes: Tom Cruise, Dakota Fanning, Justin Chatwin, Tim Robbins, Miranda Otto
Género: Acción, Aventuras, Basado en novela, Drama, Sci-fi, Thriller
Duración: 116 minutos.
Origen: Estados Unidos
Calificación: Apta mayores de 13 años
Año Realización: 2005
Distribuidora: UIP
Fecha Estreno: 29/06/2005
Puntaje 8 (ocho)