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jueves, 21 noviembre 2024
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La Ciudad del Pecado: Pequeño gran Miller ilustrado

Por Juan Blanco

Con Sin City, o bien La Ciudad del Pecado, Robert Rodríguez entrega finalmente una buena película y, desde luego, su mejor trabajo hasta la fecha. Lo que tampoco resulta un gran elogio, ya que el creador de las sagas de El Mariachi y Mini Espías jamás concibió nada realmente extraordinario. Productos apenas satisfactorios quizás (Aulas Peligrosas y Del Crepúsculo al Amanecer, por ejemplo) y no en todos los casos. La mayoría de sus títulos fueron proyectos que en general superaron en ingenio las capacidades de Rodríguez como director. Y es importante destacar que en Sin City la compañía de Frank Miller, el creador de la novela gráfica original, como co-director (aunque fue más supervisor) resultó determinante para que la película fuera lo que es: un experimento mezcla de film noir, cine de acción y artes marciales, thriller sádico y comedia negra bastante más sólido que el trabajo promedio de Rodríguez. Algo a lo que el filme jamás podría haber aspirado si al “mariachi loco” lo hubieran dejado solo con sus delirios que generalmente arruinan y desproporcionan casi todo lo que toca.

Aunque vale decir que el trabajo creativo del realizador texano para “adaptar” la obra de Miller fue prácticamente nulo, ya que si uno toma cualquier ejemplar del cómic puede notar que se trata de una especie de storyboard sobre el que Rodríguez no efectuó demasiados cambios; de hecho, el material que tomó del papel quedó prácticamente intacto. Del cómic se encuentran respetadas no sólo las historias y el 99% de las situaciones al más mínimo detalle, sino también los planos, la estética y el montaje que Miller concibió con su arte.

Y el principal –y hasta diría el único- problema de Sin City es ese mismo y minucioso respeto hacia la estética de la obra original, y que reside en ciertas incompatibilidades entre la gráfica fija y la imagen en movimiento que supone la adaptación cinematográfica, más allá de la intencionalidad confesa del realizador de respetar los códigos narrativos de la historieta. En un cómic, el paso de un cuadro de acción al siguiente comprende saltos de fotogramas, pequeñas elipsis de tiempo entre movimientos y detalles en la acción; códigos propios del formato que se aceptan como parte del contrato de lectura entre el autor –o dibujante- y el lector propiamente dicho. En el cine, la acción en un relato clásico normalmente fluye –o debe hacerlo- de otra manera. Y Sin City, o bien el trabajo de Rodríguez, expone en su montaje una rusticidad en la acción propia del cómic y en varios tramos inaceptable para una película en la que la composición narrativa del relato sigue siendo, a pesar de ciertos deslices cronológicos y de la –excelente- fotografía artificial, clásica. Más allá de que las tres historias se cruzan a la manera de Pulp Fiction, jugando con los tiempos de unos pocos acontecimientos, Sin City apoya sus tres anécdotas sobre una base lineal en las que, de golpe, faltan demasiadas letras del abecedario que comprendería a la película completa. Así, hay muchas instancias en las que da la impresión de una total escasez de fluidez narrativa dado el criterio literario con el que el director decidió ilustrar cuadro a cuadro, en lugar de adaptar cinematográficamente, el genial trabajo de Frank Miller.

Si La Ciudad del Pecado resulta tan imponente y visceral no es gracias a Rodríguez precisamente, sino a que las historias de amor, traición y venganza creadas por Miller lo son con todas las letras. Se trata de un mundo (más que de una ciudad) teñido por la corrupción y la violencia, en donde no hay sistema exento de encontrarse tarde o temprano empañado por la delincuencia. De hecho, los relatos de Sin City son amplias y desaforadas críticas sociales en donde la mirada ácida de Miller se extiende tanto sobre el Gobierno, la Fuerza Policíaca, la Iglesia y los habitantes mismos de una ciudad que los incita a una guerra diaria en la cual cada individuo debe atacar primero si no quiere ser devorado.

El film abre con una pequeña viñeta que involucra a Josh Hartnett, un asesino a sueldo “romántico”, para luego continuar con la primera historia formal en la que Bruce Willis es Hartigan, una suerte de detective justiciero con problemas cardíacos que rescata a una niña de las garras de un violador (Nick Stahl). Ahí mismo, Sin City propone un corte y una quebrada que deja en stand-by a un Hartigan moribundo y de repente participamos de la triste y cáustica historia de Marv (Mickey Rourke), un maleante enamorado a primera vista que busca vengar a su amada tras ser incriminado en su asesinato. Esta historia, siendo la más rica en personajes, construcción general y la más violenta, también incluye a Elijah Wood (un sádico asesino), Rutger Hauer (un sacerdote caníbal), Jamie King (por partida doble como la enamorada de Marv y su gemela), Rosario Dawson (una prostituta guerrera) y a Carla Gugino (la oficial de libertad condicional de Marv). Ni siquiera la fotografía en blanco y negro del cómic –y respetada en la película- logran aplacar la violencia y atenuar los rojos –o blancos- sangre que Marv deja en su camino mientras consuma su venganza. Acto seguido entran en acción Clive Owen (un amante forajido), Benicio del Toro (un novio celoso), Britanny Murphy (una camarera entre los dos hombres) y nuevamente Rosario Dawson para dar cuerpo a una historia de amor y guerra en las corruptas calles de la ciudad del pecado. Y por último, Miller y Rodríguez cierran el círculo abierto con Hartigan (Willis), quien sobrevive al episodio inicial y luego de ocho años de “exilio” vuelve para rescatar una vez más a la pequeña (ahora la preciosa Jessica Alba) de aquel asesino que podría haber sobrevivido para buscar su revancha. El epílogo, que vuelve a traer a Hartnett en una nueva asignación, reserva un detalle que hace a la totalidad de la obra.

Contando además con una escena dirigida por Quentin Tarantino (la que Owen y Del Toro viajan y dialogan en el auto), La Ciudad del Pecado se levanta como uno de los proyectos más curiosos y osados –pero lamentablemente no del todo logrado- del año. Sobre todo considerando que en una época de permanente censura en los EEUU, el film exhibe un corte R (para mayores de 18) por voluntad de sus creadores. Es una lástima que no hubiera podido contar con un realizador más preciso en el arte de la narración (los esporádicos apliques de color tampoco responden a un criterio dramático concreto…). No obstante, el material original ya tiene demasiados elementos atractivos para que el espectador consiga alcanzar la fascinación. Después de las poco más de dos horas que toma atravesar la ciudad, será difícil quedar indiferente al ingenio y la crudeza de la obra de un verdadero artista, como lo es Frank Miller; una, por cierto, más amplia que la que expone esta primera –pero no la última- entrega pseudo-cinematográfica de Sin City.

Título: La ciudad del pecado.
Título Original: Sin City.
Dirección: Robert Rodríguez, Frank Miller y Quentin Tarantino (director invitado).
Intérpretes: Bruce Willis, Mickey Rourke, Clive Owen, Rosario Dawson, Jessica Alba, Benicio del Toro, Elijah Wood, Marley Shelton, Alexis Bledel, Michael Clarke Duncan, Carla Gugino, Josh Hartnett y Michael Madsen.
Género: Basado en comic, Crimen, Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 18 años.
Duración: 124 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 04/08/2005.

Puntaje: 7 (siete)

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