El luchador es un filme diseñado exclusivamente para una audiencia masiva, de ser posible una que haya visto poco cine, por lo que su estrepitoso fracaso en EE.UU. debe haber sido muy doloroso para un cineasta exitoso como Ron Howard (Oscar de la Academia por Una mente brillante). De hecho, cuando los números negativos del box office confirmaron que el fiasco era irreversible se tomó una decisión de marketing con pocos antecedentes en la industria: devolver el valor de la entrada al espectador que haya salido disconforme de la sala. Esto, desde luego, tampoco funcionó. Es el clásico manotazo de ahogado que suele terminar en la nada.
Decía que El luchador tendrá una mejor repercusión en aquella gente que no posea un amplio background cinematográfico porque si hay algo de lo que peca la historia, basada en un hecho real aunque para el caso tanto da, es de nutrirse de la peor manera de todos los vicios y convencionalismos de un género tendiente a reiterarse hasta el infinito. Por ende, dejémoslo establecido desde el vamos, no es esta una película ni remotamente original.
¿Cuántas veces se llevó a la pantalla un argumento donde el destino le da una segunda oportunidad al desahuciado protagonista del relato de turno? Demasiadas. Cinderella man, que ya se menciona para las nominaciones al Oscar del 2006, es otro título más destinado a engrosar esa larga lista. No obstante, sería necio de mi parte no reconocerle el enorme vigor y la fuerza visceral que Ron Howard le imprimió a esta clásica trama social/deportiva. Lo que sí me parecen torpes son algunos recursos que utilizó en momentos claves para reforzar una idea que se cae de madura: el boxeador James L. Braddock en realidad no peleaba contra Griffin, Lasky y Lewis sino contra el fantasma amenazante de la pobreza en plena era de la Gran Depresión americana (década del ’30). Tal es así que cuando en una conferencia de prensa Braddock asegura que por primera vez en su carrera sabe por qué está combatiendo, ante la pregunta obvia de los cronistas responde sólo con una palabra: leche. El irlandés Braddock, además de su mujer, tenía tres hijos chiquitos que sabían lo que era comer salteado.
El triunfo de esta reconstrucción histórica puntillosa en ambientación y vestuario hay que buscarlo por la monstruosa caracterización de Russell Crowe -en lo que constituye su trabajo más encomiable junto con el realizado para El informante– que se pone la película al hombro y se gana al espectador sin necesidad de ampulosidades o histrionismos desmedidos. Sin dudas, he aquí el rol más empático de toda su filmografía. Y que sirva como muestra de esta actuación ejemplar la humillante escena en la que Braddock entra al bar del emblemático Madison Square Garden donde se ve obligado a pedir ayuda económica a la misma gente que le quitó la licencia para ejercer su profesión acusándolo de ser un boxeador “acabado”. Emociona Crowe por la dignidad y la entereza que le da al personaje aún en instancias desesperantes. Otro actor destacable en un elenco de nivel parejo es Paul Giamatti en el rol del manager de Braddock. Renée Zellweger, como la esposa del púgil, luce convincente. Y punto.
La fotografía, el montaje y la coreografía de los combates son impresionantes y Howard se encarga de que la emotividad vaya en aumento hasta el increíble enfrentamiento final con el sádico campeón Max Bauer (Craig Bierko, el de El piso 13). Abrumados por toda esa carga de adrenalina, es posible que más de uno se deje llevar por la excitación y arriesgue algún epíteto elogioso en demasía como ser “obra maestra”, “extraordinaria” o cosa similar. Pero no nos engañemos, la manipulación que ejercen los autores y el realizador para crear ese efecto es tan burdo como algunos subrayados que hacen extrañar al Howard de otros tiempos. Pero eso no es responsabilidad de Russell Crowe, quien merece y debe ser visto por su compromiso actoral. El director de Cocoon y Todo en la familia puede decepcionar pero Crowe cumple y con creces. Aunque es demasiado actor para esta especulativa película. Que quede claro.
Título: El luchador
Título original: Cinderella man
Dirección: Ron Howard
Intérpretes: Russell Crowe, Renée Zellweger, Paul Giamatti, Craig Bierko, Paddy Considine, Bruce McGill
Calificación: Apta para mayores de 16 años
Género: Biográfica, Deportes, Drama
Duración: 144 minutos
Origen: Estados Unidos
Año de realización: 2005
Distribuidora: Buena Vista
Fecha de estreno: 08/09/2005
Puntaje 6 (seis)