back to top
jueves, 21 noviembre 2024
InicioCríticaEl Aura: Bielinsky, Darín y el lobo

El Aura: Bielinsky, Darín y el lobo

Por Omar Tubio

La dupla Bielinsky/Darín vuelve a funcionar de manera extraordinaria y para ambos, este thriller existencial significa un paso adelante. Fabián Bielinsky se aleja un poco del cine de género propiamente dicho, aunque sin abandonarlo del todo, para internarse de lleno en el estudio psicológico de un personaje alienado. Evidentemente el éxito artístico de Nueve reinas no fue ninguna casualidad…

Nada menos que cinco años se tomó Fabián Bielinsky para volver al ruedo, luego del impensado pero muy merecido éxito de su primera película Nueve reinas. Un tiempo en el que meditó y rescribió innumerables veces su nuevo guion hasta darle su forma definitiva.

El aura, su recién estrenado opus dos, lo muestra en una faceta diferente y atípica que desorientará a más de uno y espantará a otros tantos. Quien espere encontrar en este film el ritmo trepidante, los diálogos rápidos y filosos, el humor cínico y el sabor a thriller americano que sostenía aquel auspicioso debut en cine de Bielinsky, seguramente saldrá defraudado y hasta furioso por el cambio de registro.

Aquí reina la imagen como principal recurso narrativo, haciendo de esta experiencia uno de los films más cinematográficos de nuestro cine. En este sentido, el riesgo y audacia de su director es proporcional a su talento, aunque no me animaría a augurarle un suceso tan masivo.

El aura -en términos médicos- es el instante previo al desvanecimiento total que sufre un epiléptico, esos segundos aterradores en los que se adivina el desenlace pero no se puede hacer nada para torcer su rumbo. Esto tiene que ver con lo que le sucede al protagonista que encarna Ricardo Darín, tanto en lo físico como en lo psicológico.

Un hombre oscuro, ermitaño y poco locuaz que se dedica a la taxidermia y en sus ratos libres a elucubrar cerebrales planes delictivos -para él- sencillamente perfectos. De una memoria visual y espacial asombrosa, todo lo registra y todo lo recuerda, pero su carácter hosco, su “mal” del que no se puede hablar y su falta de amigos lo encierran en un círculo vicioso al que ni su mujer tiene acceso, por lo cual termina por abandonarlo.

Un colega lo invita a pasar un fin de semana en el sur para ir de caza. Él, que jamás ha matado una mosca en principio se niega, pero ya solo y harto de ver pasar la vida por delante finalmente acepta el convite.

El lugar elegido es un solitario grupo de cabañas, comandado por una joven mujer -cuyo marido está ausente por unos días- y su hermano, en medio de un ensoñador paisaje de bosques y montañas en el cual nuestro hombre, luego de una discusión con su compañero, quedará nuevamente solo pero en un ámbito desconocido y lleno de sorpresas.

Un accidente fortuito desatará una serie encadenada de sucesos que terminarán por involucrarlo en situaciones que siempre habían pasado tan solo por su mente pero que ahora requieren de una actitud activa y de una toma de decisiones segura y determinada. Es el momento de torcer el rumbo y cambiar el desenlace, pero no todo es tan simple ni tan fácil.

Bielinsky se aleja un poco del cine de género propiamente dicho aunque sin abandonarlo del todo (todavía hay robos, persecuciones y tiros), para internarse de lleno en el estudio psicológico de un personaje alienado y ver como operan en él determinados sucesos que lo obligan a salir a la superficie. El punto de vista es único y es el del protagonista; de hecho en los ataques epilépticos la imagen desaparece con fundido a negro y reaparece cuando recobra la conciencia.

Todo lo que acontece en esos instantes es tiempo muerto, como le sucede a nuestro hombre. Esta perspectiva puede dar lugar a diferentes opciones en cuanto a lo que sucede en la acción (la escena del robo a la fábrica por ejemplo, donde aparece la figura del observador observado) y sobre todo a su desenlace, pero esto es parte del juego en el cine al que Bielinsky, inteligentemente, le saca partido y cada cual sacará sus propias conclusiones.

El aura cuenta con un Ricardo Darín en plena facultad de sus condiciones actorales. Alejado de cualquier otro personaje que le haya tocado en suerte y obligado a transmitir todo desde una reprimida contención, aquí despliega una gama de matices inesperada que lo convierten en el actor insustituible -hoy por hoy- del cine nacional. También hay muy buenos trabajos de Pablo Cedrón y del uruguayo Walter Reyno, ambos realmente intimidantes como la pareja de maleantes que vienen a cometer el atraco al Casino.

La dupla Bielinsky/Darín vuelve a funcionar de manera extraordinaria y para ambos, este nuevo trabajo significa un paso adelante. Para el director es la confirmación de que Nueve reinas (2000) no era una casualidad poniendo su nombre en un sitial privilegiado entre los grandes cineastas de nuestro país. Para el actor es un estandarte más en su amplia galería de inolvidables personajes que ya lo ubican en el plano internacional (va a filmar en España junto a Irene Jacob) de manera más que merecida. Aunque es justo decir que en esta oportunidad tuvo un socio de cuatro patas que le ha robado más de un plano en la película, y eso sin emitir una sola palabra, sólo con su mirada bicolor.

Título: El Aura
Dirección: Fabián Bielinsky
Intérpretes: Ricardo Darín, Dolores Fonzi, Pablo Cedrón, Alejandro Awada, Nahuel Pérez Biscayart, Jorge D´Elía
Calificación: Apta mayores de 13 años
Género: Crimen, Drama, Thriller
Duración: 138 minutos
Origen: Argentina, España, Francia
Año de realización: 2005
Distribuidora: Buena Vista International
Fecha de estreno: 15/09/2005
Lanzamiento en Netflix: 10/11/2023.
Puntaje 9 (nueve)

NOTAS RELACIONADAS

ÚLTIMAS PUBLICACIONES