Por Pablo E. Arahuete
A Leones por corderos le sobran sentencias filosas para terminar siendo un mediocre talk show que esconde un doble discurso constante; le falta el fervor cinematográfico que supo entregar, por ejemplo, Quiz Show – El dilema, y algo aún más lamentable es que le falta inteligencia como la que Redford desbordaba en El Candidato.
Si en una película netamente discursiva que bombardea durante más de una hora en tiempo real con un show de retórica -como un debate televisivo-, se le reserva el final a una secuencia plagada de golpes bajos, la conclusión directa es que más que Leones por corderos aquí se trata de “Gatos por liebres”. La tan esperada vuelta de Robert Redford detrás de cámaras y como actor no sólo defrauda sino que irrita por su demagogia, por su implícito mensaje pro-militarista y en definitiva por su peligrosa directriz sintetizada en la premisa “el fin justifica los medios”. Es que después del 11-S pareciera que Estados Unidos tomó conciencia de sus errores políticos y en vez de solucionarlos diplomáticamente (como hacen siempre, ¿no?) se involucraron en dos guerras y subestimaron al enemigo. Ese elemental y pobre análisis es el catalizador que confronta los cuatro argumentos desplegados en las tres historias desarrolladas en este séptimo film del creador del Sundance. Frustración, responsabilidad, tristeza, tales fueron las premisas con las que Redford pulió el guión de Michael Carnahan y luego estructuró en esta especie de panegírico del mea culpa.
Mea culpa a la complicidad de los medios de comunicación por su falta de responsabilidad con la opinión pública por vender la guerra de Irak y Afganistán, y luego darse vuelta cuando trascendieron las barbaridades que las tropas norteamericanas hacen con los prisioneros enemigos; mea culpa de la juventud desinteresada e inconformista que sólo critica y carece de compromiso patriótico; y por último, ese mentiroso mea culpa esgrimido últimamente por cualquier film progre contra los excesos de la política intervencionista, considerado por algunos anti-estadounidenses. Con un criterio vago, cada idea se representa aquí a través de los personajes y su monolítica cabeza parlante: Redford es un profesor de Ciencia política que convoca a uno de sus estudiantes-promesa para exigirle mayor participación y patriotismo, como lo han hecho sus otros dos estudiantes prodigios, quienes para su sorpresa, se alistaron en el ejército. Por supuesto, estos héroes son un negro y un latino que sacrifican su american dream en las solitarias montañas de Afganistán. Por utilizar un término poco ofensivo, la justificación estúpida del compromiso patriótico es el nexo con la otra historia que enfrenta a un senador republicano que ambiciona la presidencia, encarnado correctamente por Tom Cruise (también productor del film) y una experimentada e incisiva periodista interpretada por Meryl Streep.
Cruise y Streep se sacan chispas en un cruce dialéctico bien logrado dramáticamente, con una puesta en escena sobria, pero eso no alcanza para suplir la torpeza generalizada con el enfático último acto. A Leones por corderos le sobran sentencias filosas para terminar siendo un mediocre talk show que esconde un doble discurso constante; le falta el fervor cinematográfico que supo entregar, por ejemplo, Quiz Show – El dilema, y algo aún más lamentable es que le falta inteligencia como la que Redford desbordaba en El Candidato o en Todos los hombres del presidente, cuando antes de volverse discursivo y zombi criticaba al poder sin hipocresía.
Título: Leones por corderos
Titulo Original: Lions for lambs
Director: Robert Redford
Género: Drama
Intérpretes: Robert Redford, Meryl Streep, Tom Cruise, Peter Berg, Michael Peña, Andrew Garfield y Derek Luke
Duración: 92 minutos
Origen: Estados Unidos
Año Realización: 2007
Calificación: Apta para mayores de 13 años
Distribuidora: Fox
Fecha Estreno: 15/11/2007
Puntaje 4 (cuatro)
El staff opinó:
-Plomífera “reflexión” de Robert Redford sobre la política de estado (¿o el estado de la política?, diría Mafalda) estadounidense, sepultada por interminables y pretenciosos diálogos que resultan tan inconducentes como el supuestamente edificante mensaje final. Ayudan las actuaciones de Cruise, Streep y el mismo Redford, pero no alcanzan para darle sustento a un producto maniqueo más preocupado por las ideas a transmitir que por la narrativa cinematográfica. Muy decepcionante-. Diego Martínez Pisacco (4 puntos)
-Muy floja aventura política de la mano de Robert Redford, quien vampiriza el formato coral de moda en la actualidad para relativizar la invasión a Afganistán e Irak. Aburre con diálogos en exceso teatrales y plagados de un discurso de tono elemental y para lelos. Lo mejor por lejos es el careo entre Meryl Streep y Tom Cruise. No es más que el típico producto de la centro izquierda que no se juega por ninguna posición y apenas si pone en cuestión las temáticas más candentes en lo que hace al imperialismo estadounidense.- Emiliano Fernández (4 puntos)