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miércoles, 11 diciembre 2024
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Sebastián Martínez: Piriápolis es más que nada la idea de un mundo propio hecho realidad

Por Pablo Arahuete 

Descubrir un mito y una leyenda en un solo nombre no es tarea de todos los días y mucho más si ese descubrimiento llega sin buscarlo. El realizador  Sebastián Martínez nos cuenta en esta entrevista qué significa la palabra Piriápolis y sobre todo qué hubo detrás de esta utopía reflejada en cemento y en misterio.

 

Pablo. E. Arahuete: -¿Qué representa el descubrimiento de una ciudad cuando proyectás una idea para un documental?

Sebastián Martínez: -Piriápolis es la obra cumbre de Francisco Piria. Sin embargo, cuando conocí la ciudad – año 2010 -, no tenía la menor idea de quién era ese hombre. Nunca lo había escuchado nombrar. El interés que me surgió por conocer el origen de la fundación, por interpretar la simbología que aparecía por todas partes o indagar en sus edificios, me fue llevando de a poco a descubrir al personaje que la construyó. La historia de Piria es de alguna manera la historia de Piriápolis, y viceversa. No se puede contar una sin la otra. Además de sus construcciones grandilocuentes, de sus monumentos traídos de Europa, de su red ferroviaria, de sus mitos, Piriápolis es más que nada la idea de un mundo propio hecho realidad. Un escenario sobre el que se refleja, en cada metro cuadrado, la figura enigmática de su fundador. Después de mi descubrimiento de Piriápolis volví a Buenos Aires entusiasmado, aunque no tenía idea si algún día iba a filmar ese documental. De todos modos escribí en un cuaderno una suerte de story line que tal vez pueda servir para redondear la respuesta. Decía algo así: Un hombre imagina una ciudad a la europea en un paraje inhóspito del Uruguay. Todavía no hay caminos para llegar. Todavía no existe el turismo. Sin embargo, la construye igual. ¿Por qué?

P.E.A: -¿Qué secreto de Piria, considerás, te faltó investigar?

Sebastián Martínez:  -Yo no sé si hay secretos, pero hay una línea que no investigué demasiado y fue la trama familiar. Por supuesto busqué parientes que pudieran hablar en la película – de hecho hay dos que participan y hubo otros que se negaron – pero nunca me interesó ahondar en aspectos como por ejemplo los matrimonios de Piria, ni desarrollar la relación con sus cuatro hijos. Había material para contar ahí. Pero en una vida repleta de hechos significativos e insólitos como la de Piria, no me quise meter con algo que podía llevar la película para el lado del culebrón. En realidad, sé muy bien que hay secretos en ese ámbito, como en cualquier familia. Pero no me interesaron.

En lo que se refiere a lo histórico y lo alquímico creo que no hay ninguna línea relevante que no haya investigado. Ahí es dónde hubiese querido descubrir un secreto. El mensaje oculto, el portal a otra dimensión.

Lo digo un poco en chiste, pero el aire de misterio que rodea a Piria y sus muchas excentricidades te terminan obligando a una investigación muy amplia.

Lo que resultaba imposible era desarrollar cada una de esas líneas en la película. Dejé muchas cosas afuera que a mí me habían fascinado durante la investigación y las distintas etapas de escritura del guion. Hubiese contado más del Piria escritor – tiene textos desopilantes -, o la historia de un obelisco perdido, supuestamente donado por Piria a una ciudad fronteriza con Brasil, o hablar de un duelo a pistola que terminó con la vida de los dos únicos personajes que hubieran podido darle continuidad al Piriápolis esplendoroso luego de la muerte de Piria, entre muchas otras cosas.

Pero nos dábamos cuenta que al espectador se le iba a hacer difícil de asimilar tanta información. Decidimos contar menos volumen por decirlo de alguna manera, y hacer foco en lo que no podía faltar.

P.E.A: -¿Pudiste encontrarlo en esa geografía de cemento o fue más tangible la geografía de la leyenda?

Sebastián Martínez: -Creo que los edificios y los monumentos que dejó hablan de él de la misma forma que lo hacen sus libros o sus pancartas publicitarias: a los gritos, con signos de exclamación. Su proyecto de ciudad no es otra cosa que una forma de plantarse ante el mundo. El mensaje es directo. Acá estoy Yo, con mayúsculas. Les ofrezco lo mejor de cada rincón del planeta en este paraje desierto. Es un Piria transparente. Tómalo o déjalo.

El Piria de la leyenda es más críptico, huidizo, depende mucho de interpretaciones y creencias. El que tenga ojos para ver, que vea, dicen los que están convencidos de que la obra de Piria trasciende lo terrenal. En lo personal nunca me importó demasiado qué tan cierto pudiera resultar eso. Me pareció atractivo ver lo que generaba en tanta gente – hay un buen número de actividades alrededor de la alquimia en Piriápolis -, y desde lo cinematográfico me abría la puerta para jugar con lo sensorial y el misterio.

Muchos historiadores se molestan con darle espacio a lo que ellos llaman charlatanería. A mí no me interesó juzgar, lo tomé como un disparador de preguntas. Más allá de lo poco comprobable que pueda ser el tema, entendí que la leyenda era también una parte importante de Piria. Es una de las tantas caras de un hombre multifacético. Termina siendo lógico que alrededor de un personaje tan fuera de lo común circulen mitos y leyendas. Por otro lado, para un hombre que invirtió tanta energía en lo que mucho más tarde se llamaría marketing, estoy seguro que dónde sea que esté, no lo ve con malos ojos.

P.E.A:  -¿A qué se debe, según tu opinión, el estado de indiferencia actual frente a su figura?

Sebastián Martínez: -Piria chocó con el establishment de su época, y eso por supuesto no es gratuito. Se enfrentó a políticos, a la Iglesia y a las instituciones. Incluso era crítico de la idiosincrasia uruguaya. Muy crítico. Digamos que no se dedicaba a caerle bien a la gente. Para él su país estaba sumido en un letargo y quería sacudirlo, despertarlo de alguna manera. Es perfectamente lógico que haya tenido enemigos entre sus contemporáneos. Llevaba adelante proyectos que el mismo Estado no se atrevía ni siquiera a bocetar. Además, lo sobrevuela esa impronta de señor feudal, que sin dudas lo fue, como cualquier terrateniente de la época.

Es un personaje complejo. Por otro lado dio facilidades para que miles de familias  accedieran a un primer título de propiedad, generó trabajo para generaciones enteras. Y dejó un legado que abarca el patrimonio edilicio, una ciudad con puerto y red ferroviaria propia.

En las entrevistas a los investigadores que contacté para la película, la última pregunta era esa, ¿Por qué Piria no era más reconocido?

Casi todos coincidían en un cierto resentimiento.

P.E.A: – ¿Cuál fue el criterio en términos narrativos de la incorporación del texto en off?

Sebastián Martínez:  -El rol fundamental de la voz en off es el de llevar la película en la dirección de montaje que nos interesaba. Quería que la historia se pudiera contar en gran medida a través de los investigadores, historiadores y familiares que formaron parte del documental, los expertos por decirlo de alguna manera, pero a ese coro de voces había que guiarlo, orientarlo hacia lo que uno va queriendo construir en la isla. También en algunos pasajes se utiliza para condesar información. Muchas veces los entrevistados cuentan las cosas de forma confusa, o dicen algo interesante, pero en la espontaneidad del momento la frase queda perdida, difícil de incorporar en un testimonio. Bueno, la voz off trabajaba sobre ese tipo de situaciones, recuperaba ideas perdidas y las ponía en función de la historia. Y también están los textos escritos por Piria. En un principio iban a estar leídos por otra voz (la voz de Piria). Hicimos algunas pruebas, pero no resultó, daba algo demasiado artificial. Entonces decidimos unificar.

En definitiva, no es una voz en off que está atravesada por algo emocional o que da cuenta de la relación director/película. Funciona más bien como un catalizador.

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