Por Pablo Arahuete
Luego de una prometedora carta de presentación con su debut cinematográfico Muerte en Buenos Aires, policial sórdido con trasfondo gay, el nuevo opus de la directora Natalia Meta, El prófugo (elegido hace pocas horas para representar a la Argentina en la próxima pre-selección de candidatas a competir por el Oscar) ratifica que estamos en presencia de una realizadora con estilo y talento propios, que sabe moverse tanto en las arenas del género como en territorios por explorar en su poética visual y conceptual en términos cinematográficos.
Parte de una virtud es saber transpolar el lenguaje literario de una novela aclamada como El mar menor, de C.E. Feiling y convertirlo en un atractivo relato cinematográfico. Desde la puesta en escena hasta los meticulosos detalles de la irrupción de los espectros sonoros nada está librado al azar, y eso se valora por partida doble. Otra idea audaz es prolongar acciones y climas, tensar hasta las últimas consecuencias la estructura narrativa clásica en primer lugar con la construcción de capas oníricas entre los intersticios de la realidad de la protagonista, sayo que calza a la perfección en la piel de Erica Rivas y su despliegue de herramientas en la interpretación de su personaje Inés.
Con una introducción larga del prólogo basta para ganar la atención del espectador, siempre a la deriva entre lo que pueda llegar a ocurrir en una relación tóxica en la que Inés en un viaje -más que de placer, de pesar- debe sobreponerse a los embates de un cargoso y celoso acompañante, otro hallazgo de casting para contar con los servicios interpretativos de un Daniel Hendler nada contenido y alejado de sus clichés.
Como se decía anteriormente, la importancia de los sonidos son claves en esta suerte de revisión de géneros en la que el cine de suspense a la Hitchcock saluda al aplicado Brian De Palma y se atreve a ir por mucho más con voz y cuerpo propios.
Inés le pone voz a los doblajes de películas orientales. Sus gemidos traspasan la imagen cuando se trata de sado-masoquismo y ese sado-masoquismo es el que soporta cuando está asediada por su pareja en un hotel del Caribe. El miedo a todo refuerza una actitud de fragilidad y sumisión notorias. Pero de repente, emerge otra Inés, dispuesta no sólo a defenderse sino a atacar, hacerse valer como esas heroínas de cualquier historia de sometimiento, imagen reproducida hasta el hartazgo con este nuevo discurso del empoderamiento en el que Rivas (no actriz sino militante) lleva una de las voces cantantes.
Una vez revelada la subtrama que acompaña la capa de la no realidad y alimenta al monstruo de la vigilia, los sueños, las pesadilla y las leyendas orales, El prófugo tanto en sentido figurado como literal comienza a crecer, y así el cine de Natalia Meta empieza a hipnotizarnos como ese mantra que nace en lo más profundo y que no se escucha hasta que uno oye y finalmente cree.
Título: El prófugo.
Título Original: Idem.
Dirección: Natalia Meta.
Intérpretes: Érica Rivas, Nahuel Pérez Biscayart, Daniel Hendler, Cecilia Roth, Agustín Rittano, Guillermo Arengo y Mirta Busnelli.
Género: Thriller, Horror.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 90 minutos.
Origen: Argentina/ México.
Año de realización: 2020.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 30/09/2021.
Puntaje: 8 (ocho)