Por Vicente I. Sánchez, corresponsal de Nueva Tribuna (España)
Si algo caracteriza el cine de Alexander Payne es una mirada nostálgica y delicada sobre la vida. Con esto, no quiero decir que películas como Entre copas (2004), Los descendientes (2011), Nebraska (2013) o Pequeña gran vida (2017) sean historias en las que cualquier tiempo pasado fue mejor y con unos personajes incapaces de mirar al futuro, pero sí creo que todas estas historias se articulan sobre el aroma de una belleza que está a punto de desaparecer y se busca atesorar para siempre, casi como si bebiéramos los últimos tragos de un vino muy bueno y muy caro.
En Los que se quedan, Alexander Payne da un paso más en esta mirada llena de nostalgia para ofrecernos una entrañable y divertida historia sobre un malhumorado profesor que se verá obligado a permanecer en el campus durante las vacaciones de Navidad para velar por un puñado de estudiantes que no tienen a dónde ir. Es decir, nos encontramos ante una película de premisa navideña en la que unos personajes con muy mal corazón acabarán descubriendo el valor de la amistad y los amigos en estas fechas tan señaladas. Una premisa navideña que hemos visto decenas de veces antes y sobre la que, en un principio, cabría suponer que hay poco margen para la sorpresa o la autoría. Pero lo curioso es que la cinta no solo funciona bien; siento que incluso diría que estamos ante una de las comedias más honestas y divertidas de todo 2023. Es cierto que el guion de David Hemingson construye muy bien los personajes, pero creo que el éxito de la película radica principalmente en esa particular visión nostálgica que tiene Alexander Payne y que consigue irradiar a cada plano.
Así, ya la propia elección del papel protagonista para Paul Giamatti es toda una declaración de intenciones, ya que, en cierta manera, Los que se quedan casi podría ser una continuación de Entre copas, y que Giamatti fuera en realidad el mismo personaje en ambas películas. Pero es que, además, Los que se quedan es una película decididamente nostálgica, ambientada en un colegio elitista de los años 70, con un ritmo sereno y muy pasado, y con una fotografía en la que la nieve y el frío se sienten muy presentes. Un mundo por el que Alexander Payne se mueve muy bien y que, a la postre, dará como resultado una buena comedia con reflexiones muy interesantes sobre el sentido de la vida y cómo los errores que tomamos en nuestra vida pueden acabar definiendo nuestros caminos. Todo ello sin caer en la lágrima fácil y con una sensación constante de positividad y alegría.
Paul Giamatti construye uno de los mejores personajes de su carrera con este profesor cascarrabias y algo alcohólico que esconde muchos más secretos de los que cabría suponer en un comienzo. El actor de Esplendor americano (2003) se siente muy cómodo en este rol y ya solo su forma de fumar en pipa o tomar whisky tienen algo de icónico. En definitiva, un papel de esos que se suelen decir que son un regalo para cualquier actor y que suelen estar muy presentes en los palmarés. Junto a él destaca muy bien el joven debutante Dominic Sessa, al dar vida a un estudiante problemático, y Da’Vine Joy Randolph en el papel de una cocinera que acaba de perder a un hijo. Tres personajes que, casi como en una obra de teatro, serán la base de una película que, bajo el influjo navideño, acaba siendo una demoledora historia de personajes frustrados que no acaban de encontrar su camino.
Aunque inicialmente el filme podría considerarse una historia menor en la filmografía de Alexander Payne, tiene muchos elementos y detalles que acaban transformándolo en una propuesta muy interesante. Gran parte del éxito radica en una mirada muy inteligente y delicada hacia los problemas de la vida, dando forma a una historia que prefiere no adentrarse de lleno en la crisis existencial y en la depresión de sus protagonistas y mirar al futuro con cierto optimismo.
También hay metáforas deliciosas como esa nieve que les impide salir del colegio, o ese coche casi prehistórico que será la base para pequeñas excursiones que les ayudarán a entender que la auténtica vida está lejos de ese centro escolar. Ideas brillantes para una película que si bien no es redonda trata al espectador con honestidad y en ningún momento aspira a ser más que una cinta inspiradora (lo cual no es poco). Es por ello que resulta muy estimulante que, ante el ruido de estrenos incesante, series, crisis creativas, o cintas de casi 4 horas que no saben contar bien una historia (como bien saben Martin Scorsese y Ridley Scott), haya directores que retomen lo clásico y no tengan miedo de contar historias navideñas. Es evidente que hay un retorno al estilo de cintas como ¡Qué bello es vivir! (1946) y ya solo por eso merece que demos una oportunidad a esta propuesta.
Título: Los que se quedan.
Título original: The Holdovers.
Dirección: Alexander Payne.
Intérpretes: Paul Giamatti, Dominic Sessa, Da’Vine Joy Randolph, Brady Hepner, Gillian Vigman, Carrie Preston, Darby Lee-Stack y Michael Provost.
Género: Comedia, Drama.
Calificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 133 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2023.
Distribuidora: UIP.
Fecha de estreno: 08/02/2024.
Puntaje: 8 (ocho)