Por Maximiliano Curcio
Censurado y cancelado en el último Festival de Cine de La Habana, el documental La Habana de Fito, de Juan Pin Vilar, arribó a las pantallas del BAFICI 25 y tiene ahora su estreno comercial en cines, habiendo sorteado el robo y la manipulación de un aparato policial cuyo nefasto accionar fuera objetado por la Asamblea de Cineastas Cubanos, congregada hacia fines del pasado año. Este imprescindible metraje parte de un proceso de recopilación de entrevistas con unos de los máximos referentes de nuestro rock nacional.
Como piedra fundacional, un encuentro con Fito Páez en tierra cubana deriva impensadamente hasta tomar forma de film casi una década después; tal vez, por el objeto de dejar testimonio a futuras generaciones. La voz del cantante nos guía hacia un lugar certero: aquel primer impacto de la cultura en su persona, trayendo a la memoria primigenias vivencias. Volamos directo a 1987, pocos meses después de la tragedia familiar que enlutara su existencia. Fito, roto por dentro y por fuera, sería devuelto a la vida en brazos de Pablo Milanés y Silvio Rodríguez, quienes lo convocaron para tocar en el mítico Rock Baradero ’87. Para la insurgente estrella, la izquierda se veía como un lugar apto y era hora de hacer lío. Corrían tiempos menos tolerantes y la estigmatización que sufría un músico de rock se asumía evidente, en boca de aquellos dispuestos a rasgarse las vestiduras. O se era homosexual, o drogadicto, o capitalista.
Cuba atravesaba, no obstante, una época particularmente fértil y explosiva en lo artístico. En dicho panorama se inserta Páez, a lo largo de interminables noches de jams y borracheras. No tardará en sentirse uno más dentro de la tribu. Wendy Guerra lo define con precisión: ‘un deconstructor estético’. Icono de su tiempo, las letras del rosarino simbolizan ese necesario canto de libertad, y Pin Vilar sabe cómo captar tal esencia y sensibilidad. Por su parte, Luis Alberto García y Cecilia Roth aportan valiosos testimonios.
En la isla hace mucho calor, y Fito atribuye al clima la buena cuota de humor en cada habitante. Maravillado, se deleita con Los Van Van, ‘stones caribeños’ que le tendrán preparada una auténtica prueba de fuego. Su agudeza e inteligencia se manifiestan al momento de expresarse respecto a posturas político-ideológicas que refieren al régimen de Fidel, retrogrado en ciertos aspectos. A tales declaraciones se suman extractos registrados en Córdoba, durante 2022, intercalando imágenes de archivo con otras actuales de la pintoresca ciudad.
El film se nutre de numerosas presentaciones en vivo, destacándose las acontecidas en el Teatro Karl Marx. Fito, con La Habana a sus pies, canta sus canciones y también las de Charly, rememorando aquella revolución interior ocurrida en el Astengo; ese disparo hacia lo insólito. El compositor, primero en su estirpe y no cubano en tocar en la Plaza de la Revolución hacia 1992, establece una profunda relación artística y humana con la urbe, y es así como se compromete con los más jóvenes, animándolos a cuestionar todo aquello dado por sentado. Nobleza obliga, siempre habrá causas por las que cantar un mal empeorado con el paso de los años.
Tal vez, sea algo insondable en ese aire que respira y otro tanto que la memoria guarda en instantáneas de callecitas transitadas desde ayer hasta hoy. Porque Fito sabe cómo registrar Cuba con auténtico amor y detalle. Un lazo lo suficientemente indestructible con ese espacio añejo que lo cobija, hecho de materiales moldeados por el viento, testigos de besos ganados o amores perdidos para siempre.
Título: La Habana de Fito.
Título Original: Idem.
Dirección: Juan Pin Vilar.
Participaciones de: Fito Páez, Cecilia Roth y Luis Alberto García.
Género: Documental.
Clasificación: Apta para todo público, con leyenda.
Duración: 62 minutos.
Origen: Cuba.
Año de realización: 2023.
Distribuidora: Mirada.
Fecha de Estreno: 02/05/2024.
Puntaje: 10 (diez)
Gentileza: sitio web maximilianocurcio.com