Por Guillermo Barrera, corresponsal de Nueva Tribuna España
Adaptación del best-seller de Scott Turow, también, remake en formato televisivo de la película homónima de 1990, aquella taquillera y entretenida cinta que llegó en aquel resurgir que tuvo en los noventa los thrillers judiciales, y que varias décadas después, sigue igual de disfrutable y más después de tanta reposición en televisión, una joya que vale para todo, para una tarde de sofá o para ver en prime time. Con un reparto jugoso, encabezado por Harrison Ford, y dirigida por un siempre funcional Alan J. Pakula.
Esta nueva versión en formato miniserie, a lo largo de sus 8 episodios cuenta la misma historia, la de un prestigioso abogado, de la oficina de la Fiscalía de Chicago, que es acusado de asesinar a una compañera con la que mantuvo una tórrida relación extramatrimonial. A pesar de que se declara inocente, parece que todas las pruebas evidencian su culpabilidad. Se presume inocente está escrita y supervisada por David E. Kelley, adaptando este drama judicial que le viene al dedillo, no sólo por ser uno de los grandes showrunners de la pantalla chica, sino también por ser un reconocido maestro de todo gran producto televisivo judicial sobre abogados y juicios de los ‘90s y principio de los ‘00s. Hablamos de un asiduo guionista de La Ley de los Angeles (L.A. Law, 1986 – 1994) y creador de Ally McBeal (1997 – 2002), Boston Legal (2004 – 2008), o las más recientes, Big Little Lies (2017 – 2019) para Max o Love & Death (2023), una miniserie para Netflix.
En cuanto al reparto, cuenta con un excelente cabeza de cartel, como es Jake Gyllenhaal, uno de los grandes intérpretes de su generación, de enorme carisma, está muy bien en una serie pensada para el lucimiento de este; junto a él, Ruth Negga, está bien, es un rostro reconocido, aunque realmente ambos siendo ese matrimonio semi roto, la verdad que no llegan a cuajar, entre ambos se ve una nula química, y las escenas dramáticas entre ambos realmente no llega a coger la fuerza que debería de tener y que sí tiene por ejemplo la película que versiona. Cierra reparto, la noruega y atractiva Renate Reinsve, de gran presencia con poco diálogo, y un buen puñado de buenos secundarios como Bill Camp, excelente su aporte, Peter Sarsgaard, Elizabeth Marvel o Lily Rabe (uno de los rostros principales de la ya mítica American Horror History) dan valor al trabajo interpretativo, que en líneas generales es bueno y en parte, consiguen que no eches tanto de menos a los personajazos de la versión de 1990 como aquel que interpretó Raúl Julia.
Aunque en la serie el marco narrativo sea el mismo, los personajes se llamen igual, y se palpe gran parte de la esencia original, consigue diferenciarse, adaptándose a los tiempos de ahora, inventando nuevos hechos, modificando otros, y así consigue romper tanto para lo bueno como para lo malo, con ciertos elementos que veíamos en el producto original, tanto la novela como la película; sí que es cierto, que sus 8 episodios, de unos 40 minutos cada uno, al final, detallan más que las dos horas de una película, eso supone que dosifiquen demasiado la información, que de la sensación de alargar demasiado el misterio central, y pueda producir cierto hastío al espectador.
Como thriller legal cumple, las comparaciones son odiosas y aunque se quede a bastante medio camino de la película que versiona, consigue crear una correcta ambigüedad de sospecha constante, al igual que una interesante y oscura atmósfera, bajo un concepto bastante tétrico de la unidad familiar, la obsesión, las envidias o el escarnio público, utilizando cliffhangers y demás adictivas trampas narrativas, con el punto de partida de un misterioso asesinato y el intrigante desarrollo de un juicio, al más puro estilo serie judicial de la vieja escuela; por eso, es un entretenido show que funciona, que recupera la esencia clásica del género, con un Jake Gyllenhaal que impresiona, un suspense impecable y una realización elegante.
Al final un remake que nadie pidió, con significativas e incluso valientes modificaciones como la sorpresa final, la cual compro, a pesar que para los que hayan disfrutado del material original no les resultará un cambio positivo, y más si es abierto y da pie a una posible segunda temporada, que la serie pase a ser un producto televisivo que regresa, sin final cerrado y con un peligroso e innecesario posible alargamiento de la narrativa.
En mayor medida, la serie trata con respeto el material original, a pesar de presentar esos cambios, que sirven para intentar diferenciarse y actualizar la historia, que consigue entrar al fondo de ciertas cuestiones interesantes que plantea y que ya he mencionado como ese oscuro y obsesivo tratamiento que realiza de la unidad familiar o de la cultura de la cancelación.
Por eso es disfrutable, juega bien sus cartas, dando un enfoque actualizado, a pesar de sus fallas o su estirada narrativa, que puede cansar a más de uno. Es una buena serie, por supuesto, siempre y cuando no entres a compararla.
Título: Se presume inocente.
Título original: Presumed Innocent.
Dirección: Anne Sewitsky y Greg Yaitanes. Creador y showrunner: David E. Kelley. Intérpretes: Jake Gyllenhaal, Ruth Negga, Renate Reinsve, Bill Camp, O-T Fagbenle, Peter Sarsgaard, Elizabeth Marvel, Chase Infiniti y Kingston Rumi Southwick. Género: Basada en novela, Serie de streaming, Thriller, Drama judicial.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 8 episodios de entre 40 y 45 minutos. Origen: EE.UU. Año de realización: 2024. Plataforma: Apple Tv+. Fecha de estreno: 12/06/2024.
Puntaje: 7 (siete)