Por Pablo Arahuete
Entre Relatos salvajes y la serie Los simuladores puede trazarse un vaso comunicante que obedece a la idea de las consecuencias de vivir en un mundo injusto. Injusticias de lo más ordinarias padecidas por hombres y mujeres comunes sin distinciones de clase detonaban en la ficción televisiva la intervención de este grupo de elite para torcer la balanza hacia el lado de lo justo. Lado complicado, que presenta tantas aristas en el análisis objetivo, capaces de justificar quizás lo injustificable, como por ejemplo el estallido de la ira sin medir las consecuencias y que coronan la frase del filósofo inglés Hobbes: el hombre es el lobo del hombre. Ganadora de cuatro premios del Festival Pantalla Pinamar 2015.
Pero para hablar de lo macro hay que empezar por lo micro y entonces la figura del relato o cuento -no precisamente moral- es el elemento que mejor encaja en las ideas de Relatos Salvajes, seis episodios que comparten como concepto el ejercicio de la venganza personal ante otro u otros, desde diferentes matices pero que se entrelazan con otro concepto que en este caso particular llega al paroxismo, la violencia engendra más violencia. Ya sea una violencia explícita que se refleja en la exposición física como implícita o institucional desde su cara más reconocible que no es otra que la burocracia.
El hecho de que en Relatos Salvajes cada relato no haya un fundido a negro no es aleatorio, sino que obedece a una suerte de premisa que connota una idea de simultaneidad no en lo que a tiempo se refiere dado que se reparten las historias en diferentes momentos del día sino como fuerza centrífuga y centrípeta a la vez con el denominador común de la conducta que ante una situación límite pierde el control.
Damián Szifrón coquetea de manera constante con las fantasías del inconsciente colectivo universal, sería injusto para su objetivo lúdico –¿acaso no juega con los límites de lo permitido?- encorsetar su propuesta a la realidad argentina o por lo menos hablaría de una lectura demasiado pobre o antojadiza midiendo con la misma vara los alcances de cada uno de los episodios, donde el in crescendo desde el primero hasta el último es permanente y la apuesta a la provocación de un espectador que seguramente transite por diferentes estados emocionales garantiza el éxito con la convocatoria de un público masivo.
Quienes busquen la esencia del director en Relatos Salvajes la encontrarán en la prodigiosa escena del comienzo donde el verosímil se sostiene de manera impecable, a la par con el absurdo de la situación y sobre todo con los subrayados desde los diálogos para dar rienda suelta a la imaginación y poner en marcha el meticuloso artificio del cine.
Si bien en Relatos Salvajes no todos los cuentos o cortometrajes comparten la misma intensidad, frescura, audacia y perfección debe decirse que el broche de oro, y que consolida a este tercer opus de Szifrón como un exponente más que interesante del cine de género, llega al final en una fiesta de bodas con una Érica Rivas increíble que se roba la película, secundada por Leonardo Sbaraglia y su duelo mortal en una ruta salteña. En ambas historias se sintetizan los diferentes tipos de violencia; en ambas se luce Damián Szifrón no sólo como realizador sino como gran director de actores, que confía ciegamente en su capacidad de observación y conocimiento sociológico de un sistema que nos sigue pegando abajo.
Título: Relatos Salvajes.
Dirección: Damián Szifrón. Intérpretes: Darío Grandinetti, Ricardo Darín, Érica Rivas, Diego Gentile, Leonardo Sbaraglia, Rita Cortese, Julieta Zylberberg, Oscar Martínez y Nancy Dupláa. Calificación: Apta para mayores de 13 años. Género: Comedia, Thriller, Drama. Duración: 122 minutos. Origen: Argentina, España. Año de realización: 2014. Distribuidora: Warner Bros. Fecha de estreno: 21/08/2014.
Reestreno por 10° aniversario: 22/08/2024.
Puntaje: 9 (nueve)