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jueves, 28 noviembre 2024
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Criaturas: Línea de extinción: El talento no se puede plagiar

Hollywood nunca descansa en su afán por hallar nuevos filones para amasar fortunas. Spoiler: no lo han de lograr con el chato filme Criaturas: Línea de extinción (nos quedamos con el título original, Elevation). El productor Brad Fuller tomó debida nota del mega suceso comercial de la hasta ahora trilogía de A Quiet Place, en la que estuvo involucrado de primera mano, para acometer otra absurda premisa post apocalíptica de ciencia ficción anémica y terror pasteurizado. Funcionó en aquella saga que tuvo una correcta primera entrega intitulada para el mercado latinoamericano como Un lugar en silencio (John Krasinski, 2018), una más discreta y repetitiva secuela en 2021 dirigida por el mismo realizador (Un lugar en silencio: Parte II) y una desastrosa precuela estrenada en julio de este 2024 (Un lugar en silencio: Día uno, Michael Sarnoski). La primera tuvo un presupuesto de 17 millones de dólares y recaudó la locura de 341 millones. La producción de Un lugar en silencio: Parte II, con un flashback inicial de mayor despliegue visual donde se narra la violenta llegada de los aliens a la Tierra, invirtió casi el triple, entre 55 y 61 millones, para llevarse una taquilla de menor cuantía, aunque igualmente consistente, de unos 298 millones de verdes. La tercera entrega, con nuevo elenco y director, apostó por un presupuesto superador de 67 millones y fue la que menos recolectó al ganar 262 millones. Moraleja: cuanto más se invierte los números son inversamente proporcionales a las ganancias usufructuadas. Detrás de Elevation se adivina una intención parecida. La película costó 18 millones y se anticipa una continuación a partir de una corta escena entre créditos en la que se brinda una hipotética respuesta al origen de los monstruos que asolaron la Tierra en la ficción guionada por John Glenn, Jacob Roman y Kenny Ryan. La reciente recaudación inicial en EE.UU. -donde apenas ha alcanzado los 3 millones de dólares- seguramente frustrará los planes de sus financistas así como de sus actores principales, Anthony Mackie y Morena Baccarin, quienes además han sido acreditados para la ocasión como productor y productora ejecutiva, respectivamente. A diferencia de la primigenia Un lugar en silencio, que supo explotar el minimalismo de la propuesta con buenas ideas y momentos de tensión bien trabajados, la réplica que intenta llevar a cabo Elevation no llega a buen puerto por circunstancias narrativas, argumentales y conceptuales. Por no mencionar un sinfín de clichés que se prestan a la burla paródica tal como hiciera Scary Movie 3 con la tan debatida Señales (2002) de M. Night Shyamalan.

El primer elemento común a Elevation y A Quiet Place surge del concepto mismo de la historia; en la segunda es el hecho de que las criaturas son ciegas y por ende han desarrollado de manera exponencial su sentido del oído: el más leve ruido que efectúe una persona es una sentencia de muerte inmediata. En Elevation los monstruos tienen sus propias características, que se irán explicando a lo largo de los afortunadamente breves 90 minutos que dura el filme, pero lo más relevante es que sólo atacan hasta alcanzar los 2400 metros de altura. Superado este caprichoso límite -de allí proviene el subtítulo Línea de extinción– los seres humanos no corren peligro alguno debiendo vivir en un lugar acorde a esta descripción. En la ficción de la película dirigida por el nada brillante George Nolfi (Los agentes del destino, 2011), la acción se traslada a una zona de montañas no muy lejana de Boulder (Colorado) donde un grupo de sobrevivientes conforma una reducida comunidad (es eso o no había dinero para contratar extras). Se nos presentan a sólo cuatro personajes principales: el viudo Will (Anthony Mackie) y su hijo de unos diez años, Hunter (Danny Boyd Jr.); la rubia un tanto hosca Katie (Maddie Hasson), que fuera amiga de la esposa de Will y parece albergar algún sentimiento por él; y la científica Nina (Morena Baccarin), personaje ambiguo al que todos parecen odiar y que exhibe indicios de un comportamiento cercano a la misantropía. Tras un prólogo no muy inspirado en el que queda en evidencia la desesperación de Hunter por salir de esa prisión en la que está encerrado -es el único niño del villorio-, nos introducen a los villanos y quedan claras las reglas de juego y lo que implica transgredirlas. En el primer acto también se da una información vital para el derrotero de Will y compañía: Hunter sufre severos de ataques de asma que obliga a su padre a plantearse la necesidad de buscar suministros médicos en la ciudad de Boulder, territorio donde abundan los Segadores -tal el nombre conque se bautizó a las criaturas mortales- y el camino hasta allí es harto peligroso debiendo ingresar a los túneles de una mina para acortar la distancia pese a los riesgos que conllevan (algunos tramos se encuentran por debajo de la altitud segura). El desarrollo de los personajes no supera el mero estereotipo, no profundiza ninguno y la presencia de Hunter termina siendo apenas un catalizador para sacar fuera de la zona segura a Will y las mujeres, que se le acoplan una por insistencia y otra por… ¿amor? ¿celos? Chi lo sa…

A diferencia de A Quiet Place, donde se escamoteaban bastante los planos completos de los aliens, estrategia no por vieja menos efectiva para generar suspenso, en Elevation las criaturas de dudoso origen son mostradas con mayor detalle revelando un pobre diseño y una rudimentaria factura técnica compatible con una producción de tan bajo presupuesto. El guion acumula situaciones trilladas que resuelve sin ninguna creatividad y los personajes sólo se destacan por tomar las decisiones más ridículas para hacer avanzar una trama genérica que se parece más a un videojuego de Play Station -sin su adrenalina- que a una película de ciencia ficción y terror hecha y derecha. El gancho de seguir mirando para enterarnos de los motivos por los cuales los bichos no pueden superar los 2400 metros ni siquiera son esclarecidos. Recuerda a los enigmas que planteaba la serie Lost y que nunca fueron solucionados de una manera satisfactoria -al menos, no para los fans de aquella recordada creación de J.J. Abrams y Damon Lindelof-. Hay una escena en particular en el clímax que es una falta de respeto absoluta a la inteligencia del espectador permitiendo el salvataje de un personaje de la manera más inverosímil posible. George Nolfi con su estilo impersonal no ayuda a mejorar un libreto confeccionado en base a fórmulas y especulaciones que nada tienen que ver con el arte y el entretenimiento de calidad. Los intérpretes hacen lo que pueden con el material que disponen: Anthony Mackie es mucho más actor que lo que se observa aquí, Maddie Hasson no desentona ni se destaca tampoco, y el peso dramático termina recayendo en Morena Baccarin que entrega la mejor actuación del film pese a algunos pasajes donde quizás su expresividad está un pelín por encima de lo requerido (una apreciación subjetiva, desde luego).

Criaturas: Línea de extinción carece de virtudes que justifiquen el precio de una entrada de cine. Sus recursos de producción y su escaso valor artístico la dejan varios peldaños por debajo de una obra como la primera entrega de Un lugar en silencio que costó lo mismo pero supo capitalizar con ingenio sus restricciones para entregar un producto igualmente previsible y sin embargo realizado con mucha mayor enjundia.

Título: Criaturas: Línea de extinción.
Título original: Elevation.
Dirección: George Nolfi.
Intérpretes: Anthony Mackie, Morena Baccarin, Maddie Hasson, Shauna Earp, Dalila Orozco, Rachel Nicks y Danny Boyd Jr.
Género: Ciencia ficción, Terror.
Calificación: Apta para mayores de 13 años.
Duración: 91 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2024.
Distribuidora: BF+Paris Films.
Fecha de estreno: 28/11/2024.

Puntaje: 4 (cuatro)

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