Por Iara Reboredo
Una muerte silenciosa se adentra en el suspenso y un intento de thriller que le da una vuelta a lo clásico. Esta película de Sebastián Schindel se desarrolla en el sur argentino, donde las tensiones se viven entre los pocos habitantes de la zona, como dice el dicho: “pueblo chico, infierno grande”. El guion, escrito por Matías Lucchesi (quien recientemente ganó un premio Astor Piazzolla en el Festival Internacional de Cine de Mar del Plata), ofrece un relato de pérdida, desesperación y lucha, tanto interna como externa, cuya atmósfera está marcada por un constante estado de incertidumbre.
La trama gira en torno a Octavio (interpretado por Joaquin Furriel), un hombre que, a sus 45 años, está atrapado en la monotonía de su trabajo como guía de caza para personas que paran en una posada. Su vida se ve trastocada cuando su sobrina, Sofía (Sol Wainer), aparece muerta en el bosque tras un disparo. La noche de su muerte está envuelta en una neblina de misterio y posibilidades remotas, y la película, con su tono oscuro y contenido, va mostrando lentamente los detalles de lo ocurrido. Octavio, atormentado por la tragedia, busca respuestas entre un abanico de personajes con historias ambiguas.
Uno de los elementos más fuertes de Una muerte silenciosa es su capacidad para mantener la historia en constante movimiento, haciendo que sea una completa inmersión para el espectador; para algunos puede ser una película lenta, pero, a mi parecer, fue todo lo contrario, va directo a los puntos clave y pasa por varios caminos que buscan confundir no solo al espectador, sino también al mismo protagonista. A diferencia de otros llamados “policiales”, sí creo que esta película logra captar la esencia de la investigación que se lleva adelante durante toda la trama; va revelando los hechos de a poco, da giros y detalles impactantes, entrega diferentes versiones y formas de contarlas que le aportan cierto brillo a la película en general.
Desde la dirección, lograron crear un ambiente opresivo, reflejando la lucha interna de Octavio mientras enfrenta algo más que el dolor por la pérdida de su sobrina; tormentos que llevan con él mucho tiempo, el peso del constante insomnio, y también las influencias de Klaus (interpretado por Alejandro Awada), el hombre que tiene un control absoluto sobre la comunidad.
La interpretación de los actores es, en su mayoría, sólida. Para empezar, tenemos un Joaquin Furriel que encarna la fragilidad y el trastorno de Octavio con profundidad, creo que llega a transmitir el vacío emocional que embarga a su personaje, atrapado en la contradicción de sus propios sentimientos y su necesidad de encontrar justicia. En mi opinión, una actuación mucho más interesante que la que brindó el año pasado en El aroma del pasto recién cortado. Por otro lado, tenemos la participación de Soledad Villamil que acompaña a la trama y el perfil de su personaje a la perfección, al igual que Awada; ambos logran actuaciones que potencian el protagonismo de Furriel. También quiero destacar el elenco juvenil de la película que, a pesar de tener una breve aparición en pantalla, arrasa con todo y mucho aportan al desarrollo de la historia.
El guion juega con la tensión psicológica y la intriga, pero debo admitir que a veces puede parecer demasiado denso y lento para aquellos que no conectan con este tipo de historias, perdiendo interés en los momentos de contemplación. Sin embargo, la película no recae en soluciones fáciles, en cambio, se enfoca en la complejidad de los personajes y en las relaciones de poder que los conectan; busca un final distinto, rebuscado, pero intrigante.
La elección de locaciones refleja la crudeza de la historia: las vastas extensiones de los bosques de caza, la nieve y la naturaleza implacable se intercalan con el conflicto humano, creando una atmósfera impresionante en el aspecto visual pero emocionalmente inhóspita, fría. También, por su parte, el sonido en casi todo momento es sutil, aunque inquietante. Juega un papel crucial, ya que se convierte en protagonista, invitando al público a sacar sus propias conclusiones.
Una muerte silenciosa se destaca por su capacidad de explorar situaciones complejas a través de un enigma cuya resolución no es solo una cuestión de justicia, sino de enfrentarse a la verdad dolorosa que, a menudo, es más destructiva que cualquier crimen. Es una propuesta intensa y melancólica que hace un buen uso del suspenso psicológico y de las tensiones sociales. Personalmente, fue una película que no dejó de sorprenderme y de atraparme. Aunque puede no ser del gusto de todos, sí creo que merece la pena ser vista, ya que su corta duración y sus arcos argumentales desembocan en un proyecto entretenido y sugestivo.
Título: Una muerte silenciosa.
Título Original: Idem.
Dirección: Sebastián Schindel. Intérpretes: Joaquín Furriel, Soledad Villamil, Alejandro Awada, María Marull, Víctor Laplace, Gonzalo Garrido, Sol Wainer y Patricio Contreras. Género: Thriller, Crimen.
Clasificación: Apta mayores de 13 años. Duración: 88 minutos. Origen: Argentina.
Año de realización: 2025.
Distribuidora: Star Distribution. Fecha de Estreno: 09/01/2025.
Puntaje: 8 (ocho)