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sábado, 22 febrero 2025
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Aún estoy aquí: La herida en el recuerdo

Por Aleix Sales, corresponsal de Nueva Tribuna España

Es evidente la multitud de temáticas que traspasan transversalmente la humanidad, ocasionando una empatía e identificación casi instantánea entre seres de puntos geográficos y culturales tan dispares, pero esencialmente iguales. Es en la alegría, pero sobre todo en el dolor, donde la conexión puede ser enorme, ya que en ella brotan unas emociones primarias inherentes a cualquier persona con las que fabular sobre cómo actuaría uno o remitir a experiencias pasadas y establecer una comparación con lo que se muestra. Es más que probable que las coincidencias entre lo contado y lo personalmente vivido sean cuantiosas, demostrando que, por mucha distancia que haya, existen comportamientos y situaciones universales inherentes a la condición humana. La trama de Aún estoy aquí es un claro ejemplo de ello, al narrar la monstruosidad de la represión de la Dictadura militar en Brasil, que abarcó 21 años comprendidos entre 1964 y 1985, donde las torturas y las desapariciones entre los disidentes y sus círculos estaban a la orden del día. Unas circunstancias que, salvando el sentido político, no distan de las vividas a lo largo del siglo XX en Argentina, Chile, Rumanía, Camboya o España, por citar solamente una pequeña parte de estados que han pasado por lo mismo. Las prácticas son las mismas, y las consecuencias humanas también, favoreciendo el enlace con el espectador. En este aspecto, Walter Salles no reinventa nada en su propuesta, pero juega muy eficientemente sus cartas al potenciar el nexo identificativo de la historia local brasileña con un público global. El menú es conocido, pero Salles lo cocina con mimo y lo emplata de forma golosa.

Basándose en la novela de Marcelo Rubens Paiva, aquí mayoritariamente retratado como un preadolescente, Aún estoy aquí empieza como un fresco costumbrista de una familia acomodada en Río de Janeiro, que se ve truncado de la noche al día por la detención del padre, Rubens Paiva, exdiputado izquierdista del Partido Laborista Brasileño cuyo cargo fue revocado con la llegada de los militares al poder. En lugar de centrarse en el mecanismo recurrente de filtrar el terror a través de los ojos inocentes del niño, Salles apuesta al inicio por una visión más omnicomprensiva desde todos los miembros del núcleo duro de la familia para, paulatinamente, acabar centrándose en la madre, Eunice, que es quien acaba tomando las riendas familiares y combativas frente a este escenario. El cineasta brasileño nos va cerrando imperceptiblemente en la intimidad e inestabilidad de los Paiva, introduciéndose en el alma y el corazón de sus integrantes sorteando los recursos cinematográficos más baratos. Salles tiene la intención de emocionar, pero lo logra en base a ese acompañamiento cercano y transparente a los personajes, con el que se fomenta la involucración y la empatía hacia ellos, construyendo pieza a pieza un relato apoyado en el poder y la reivindicación de la memoria que, para cuando llegan los títulos de crédito, deja a uno inmóvil y conmovido en la butaca.

Sin resultar para nada una obra contemplativa o enigmática, Salles consigue su propósito al tejer una narrativa con suficientes puntos dramáticos potentes sin dejarse llevar por el tremendismo trágico ni el subrayado molesto, así como usar la elipsis hábilmente -especialmente en la primera mitad, los saltos temporales del tercio final chirrían un poquito más-, u otros recursos realmente deliciosos que se integran orgánicamente en el fondo, como esa carta en vídeo narrada en directo proveniente de Londres, o la importancia de la arquitectura hogareña. El balance sentimental se encuentra equilibrado y es, sobre todo, reforzado por su reparto con Selton Mello, medido y afable, y la impresionante Fernanda Torres, que hace de la sutileza y fortaleza sus mejores bazas. Torres observa y escucha desde la modestia para ir creciéndose con el paso del tiempo, brindando una actuación que deja poso.

Con una innegable base política y suponiendo una lectura velada de la época presidencial de un ultraconservador de talante inflexible como Jair Bolsonaro, Aún estoy aquí opta por focalizarse más en el aspecto humano que no el procedimiento judicial y/o militante como podría hacer Costa-Gavras en Missing (1982) o más recientemente Argentina, 1985 (Santiago Mitre, 2022), firmando una obra que bebe de un recuerdo de juventud -Salles era amigo de la familia en su adolescencia- para contar, con una cuidada fluidez, la historia individual de una familia que traspasa a lo universal en una puesta en valor de la rememoración para sanar el pasado y mirar al futuro, tanto a nivel particular como de país.

Título: Aún estoy aquí. Título original: Ainda estou aquí.
Dirección: Walter Salles.
Intérpretes: Fernanda Torres, Fernanda Montenegro, Selton Mello, Valentina Herszage, Luiza Kozovski, Maria Manoella, Bárbara Luz, Guilherme Silveira, Cora Mora y Pri Helena. Género: Basado en hechos reales, Drama.
Calificación: Apta para mayores de 13 años. Duración: 137 minutos. Origen: Brasil/ Francia.
Año de realización: 2024.
Distribuidora: UIP.
Fecha de estreno: 20/02/2025.

Puntaje: 7 (siete)

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