Por Celín Cebrián, corresponsal de Nueva Tribuna España
Eugene Allen Hackman nació en San Bernardino, California el 30 de enero de 1930. Conocido como Gene Hackman, era un actor de origen judío ganador de dos premios Oscar, cuatro Globos de Oro, dos Bafta y la Palma de Oro en Cannes, entre otros muchos premios. Después de perfeccionar su técnica en el prestigioso Actors Studio de Nueva York y de realizar varias actuaciones en teatro y televisión, Hackman dio el salto a Broadway. Durante su extensa carrera demostró ser un actor creíble y versátil en sus más de 60 películas y, aunque brilló en el cine, nunca abandonó su pasión por el teatro, de ahí que, de vez en cuando, regresara a Broadway.
Se inició en el cine en los años sesenta y alcanzó la fama durante los setenta. Tuvo papeles protagonistas en películas de Hollywood con directores como Arthur Penn, William Friedkin, Francis Ford Coppola, Alan Parker y Mike Nichols, demostrando en todos sus trabajos unas notables facultades interpretativas.
Cuando sus padres se separaron en 1943, él contaba con trece años. Después de vivir en diversos lugares con su madre, Sarnia, que era de Ontario, Canadá, se instaló finalmente en casa de su abuela Beatrice, en Danville, Illinois, donde su padre trabajó como editor de un periódico. A los 16 años, mintiendo sobre su edad, se alistó en los marines, donde sirvió tres años como operador de radio en China, Hawai y Japón. Después vivió en Nueva York un tiempo haciendo trabajos de poca monta, hasta que opta por regresar de nuevo a Illinois para estudiar televisión y periodismo en la universidad, aprovechando la ayuda que prestaba el Estado a los antiguos militares. Poco después, regresó de nuevo a la ciudad de la Gran Manzana para estudiar en la School of Radio Technique, lo que le facilitó trabajar en emisoras de Florida y otros lugares. Por cuanto podemos decir respecto a su vocación como actor, sabemos que fue algo tardía, pues cuando tomó la decisión, contaba ya con 30, momento en el que ingresó en la escuela de interpretación Pasadena Playhouse de Los Ángeles. Y fue allí donde forjó su amistad con otra promesa de la actuación: Dustin Hoffman. Se hicieron amigos y quizás fueran en aquellos momentos los dos actores con menos expectativas a la hora de lograr el éxito. Hasta que en 1964 recibió su primera oferta para actuar en el teatro de Broadway. El éxito, le abrió las puertas del cine. Y llegó su salto a la fama. En 1967, Warren Beatty lo recomendó para el papel del hermano de Clyde Barrow en la película Bonnie & Clyde, dirigida por Arthur Penn, un director que, con el tiempo, el actor llegó a admirar bastante. Su interpretación fue tan convincente, que sedujo a la crítica y obtuvo su primera candidatura al Oscar como Mejor Actor de Reparto. Sin embargo, fue en 1972 cuando recibió un Oscar como mejor actor principal por su extraordinaria actuación en Contacto en Francia de William Friedkin. Después vinieron otros filmes. Entre ellos, cabe destacar Mississippi en llamas (1988) de Alan Parker, por la que fue de nuevo nominado al Oscar como actor protagonista. A finales de esta década, el actor se había convertido en un gran actor, muy respetado por toda la profesión y por el público, con la libertad de escoger siempre los guiones cuidadosamente, y evitando en la medida de lo posible las luces brillantes de Hollywood.
Ganó su segundo Oscar, esta vez como mejor actor de reparto, por su interpretación del sádico sheriff en Unforgiven (Los imperdonables, 1992), película dirigida por su amigo Clint Eastwood. Después de tantos años dedicado a la interpretación, Hackman quiso probar otras actividades y escribió una novela, a la que le siguieron otras dos más. Era muy activo porque también le gustaba pintar, hacer de “arquitecto” de casas de madera y construcciones varias, llegó a pilotar aviones y a participar en las carreras de coches. Además, era un ávido coleccionista de cine. También es sabido que sus actuaciones muy a menudo nos regalaron algunas de las persecuciones de coches más icónicas de la historia del cine y, fiel a su estilo, Hackman siempre rechazó el uso de dobles y optó por realizar él mismo las secuencias de acción. Su compromiso con la interpretación era absoluto y, al no tener un estereotipo (físicamente hablando), esa fue una de las claves de su éxito y, en cierto modo, lo que le permitió no encasillarse. Hackman le otorgaba a sus personajes un perfil que el público captó inmediatamente. Su credibilidad estaba fuera de toda duda, algo que lo colocó entre los mejores actores de su generación. No le gustaban las entrevistas, excepto cuando lo llamaba The Post. Aún así, en algunas de sus declaraciones, había toda una declaración de intenciones: ”-Me formaron para ser actor, no una estrella. Me formaron para interpretar papeles, no para lidiar con la fama, los agentes, los abogados y la prensa. Si empiezo a convertirme en una estrella, perderé el contacto con los muchachos normales a los que interpreto”.
Su currículo parece un libro de texto sobre la historia del cine americano de las últimas décadas. Y es que en su filmografía aparecen títulos enigmáticos como La jaula de los pájaros, Marea roja, Fachada, Recuerdos de Hollywood, El nombre del juego, Las estafadoras, Tras líneas enemigas, Un plan perfecto, Los excéntricos Tenenbaums… A lo largo de cuatro décadas dejó una enorme colección de películas sensacionales. Hoy, tras su muerte, en este homenaje vamos a destacar sucintamente cinco de ellas, cinco joyas indiscutibles.
Bonnie & Clyde, dirigida por Arthur Penn, en la que hacía el papel de hermano mayor de Warren Beatty, dispuesto a ayudarle en su tarea de ridiculizar a las autoridades. La película transcurre durante la Gran Depresión y nos presenta a un ex presidiario que conoce a una camarera y que, para salir de la rutina diaria en un pequeño pueblo, deciden embarcarse en una vida de crímenes y robos.
The French Connection, dirigida por William Friedkin en 1971 en la que el gran actor interpreta a “Popeye” Doyle, un implacable policía decidido a desmantelar una banda de narcotraficantes. Su actuación fue espléndida. Con acciones de riesgo muy comprometidas en la que afortunadamente siempre salía ileso, ya que no le gustaba que lo doblaran los extras. Contacto en Francia se encuentra para ver en Disney+.
En 1974 Coppola lo llamó para La conversación, una película de suspense y espionaje que, a pesar de haber obtenido dos Bafta, no tuvo demasiado éxito en taquilla. Hackman daba vida a Henry Caul, un experto en vigilancia al que contratan para espiar a una pareja joven mientras pasea por San Francisco, algo que le genera un dilema moral y que poco a poco se convierte en un problema terrible cuando sospecha que la conversación que ha grabado trata los detalles de un asesinato inminente. Se puede ver en Netflix.
Para la siguiente película, rodada en 1978, en un principio, el actor tuvo sus dudas y se mostró reacio a aceptar el papel de Lex Luthor. Hablamos de Superman. Fue su primer largometraje de la saga, dirigida por Richard Donner. Su papel era el del villano, enemigo del héroe y que lucha y conspira para destruir a su enemigo por cualquier medio que le sea posible, y convertirse en el hombre más rico del mundo. La película, vista años después, resulta bastante mediocre pero la salvan de la quema Gene Hackman y Marlon Brando. La anécdota de la película y la razón por la cual Hackman no quería aceptar el papel del malvado en la película de Superman resulta hasta cómica, conociendo al actor. La cuestión estribaba en que se había dejado crecer el bigote y para hacer ese papel tenía que cortárselo. El actor se negaba a dar su brazo a torcer. Hasta que un día, llegó Richard Donner e hizo un trato con él: “-Si yo me lo afeito (le dijo el director), entonces tú te lo tendrás que afeitar también”. Y así lo pactaron. Hackman se afeitó el bigote y a continuación Donner le reveló la “pequeña trampa”: su bigote era falso. Todo quedó en unas risas y en una buena amistad, además de que Gene, a partir de ahí, siempre respetaría muchísimo cualquier decisión que adoptara Richard.
No había género que se le escapara o con el que no pudiera, dada su enorme versatilidad. Y así hasta que en 1992 llegó su amigo Clint Eastwood y le ofreció el papel de sheriff para Los imperdonables, que le supuso un Oscar al Mejor Actor de Reparto. Eastwood le da vida a William Munny, un pistolero retirado que vive en el Viejo Oeste, viudo y padre de familia que tiene dificultades para sacar adelante a sus hijos. Y, en compañía de su amigo, interpretado por Morgan Freeman, y de un joven inexperto, Jaimz Woolvett, los tres cazadores de recompensas irán tras los pasos de dos hombres acusados de haberle cortado la cara a una prostituta. Un filme deslumbrante sobre la venganza y la dignidad de unos perdedores, una película sombría, sucia, fascinante…, y llena de fuerza, así como de amargura, sobre todo cuando escuchamos a William decir que “matar a un hombre es algo muy duro; le quitas todo lo que tiene, y todo lo que podría tener…”. Es ahí donde aparece ese sheriff duro y violento, impecable, cruel y despiadado: Little Bill Daggett. Los imperdonables está disponible en Max.
El actor murió el 26 de febrero en Santa Fe, Nuevo México a la edad de 95 años. Hackman se había casado dos veces. Su primer matrimonio (con Fay Maltese) duró 30 años y del que tiene tres hijos: Christopher Allen, Elizabeth Jear y Leslie Anne. En 1991 se casó con Betsy Arakawa, una pianista 32 años menor que él a la que conoció en un gimnasio de Hawái. Ella, desde aquel día, nunca se separó de él.