Curiosa carrera la de Cristian Pauls. Se inició en 1978 escribiendo para la revista Cuadernos de Cine y permaneció en ella hasta 1982. Posteriormente se hizo de un nombre en la industria desempeñándose como ayudante de dirección en las películas Los enemigos, No habrá más penas ni olvidos y Gracias por el fuego, entre otras, hasta producirse su propio debut como realizador en 1987 con Sinfín (la muerte no es ninguna solución), film hermético y desconcertante que adaptaba libremente el cuento Casa tomada de Julio Cortázar. Tras esta experiencia a contrapelo del gusto popular se llamó a silencio por muchos años. Por la vuelta (2002) es su segunda obra.
Se trata de un documental sobre la legendaria figura del bandoneonista Leopoldo Federico, narrado en off y en primera persona por el mismo Pauls, que es el encargado de entrevistar al músico en su casa de Haedo. El registro de esos encuentros corresponde a varios meses de 1997, justo antes de que el genial instrumentista sufriera de una enfermedad grave que lo dejó al borde la muerte. Lo demás son observaciones, apreciaciones, sensaciones y reflexiones del director sobre la naturaleza del tango y cómo incide en él su música y, más que nada, la música de Leopoldo Federico. Subjetivismo puro al servicio de un artista admirado en el mundo entero. Porque Por la vuelta es como una declaración de amor que Pauls le va confesando al maestro, casi pudorosamente, con su particular vozarrón. Esa incondicionalidad se palpa en un filme por momentos algo precario en su formulación audiovisual, pero que sin embargo logra abstraernos de eso por la legítima emoción que suscita Leopoldo Federico, verbigracia, al ejecutar una pieza frente a un alumno destacado. La pasión con la que se entrega al bandoneón es uno de los varios pasajes luminosos que la cámara de Pauls atesora con fruición.
La vida de este prócer del tango es recorrida someramente con material cedido por el protagonista: fotografías que abarcan desde su niñez, pasando por sus años de juventud en los que fue integrante de las orquestas de Cobián, Gobbi, Barcarce, Caió, Demare, Mores, Piazzola y Salgán; y más actuales en la que se lo observa tocando para públicos de la más diversa procedencia. Los testimonios de sus colaboradores, músicos amigos, aportan alguna anécdota de color o algún recuerdo que se mantiene indeleble con el correr del tiempo. Pero no se espere objetividad de ninguna clase, porque éste es un panegírico que procura rendir homenaje al que Piazzola consideraba uno de los tres mejores bandoneonistas de la historia. Y, desde luego, se perdona la omisión de sus zonas oscuras, si es que las tiene, porque su talento artístico inconmensurable lo obstruye todo.
Por un problema de salud Leopoldo Federico es internado en la primavera de 1997. Pauls queda con el documental a medio terminar y empieza a deambular por la ciudad con su cámara, captando planos como un niño perdido que busca orientarse en la oscuridad mientras la ausencia del músico lo incita a una verborragia literaria, sentida, en la que sus obsesiones se conectan de tal manera que la presencia fantasmal del enfermo se vuelve casi tangible. Tras la recuperación del presidente de AADI (Asociación Argentina de Intérpretes), en el verano de 1998, Pauls lo sigue hasta la clínica, ingresa al consultorio de su médico personal y allí se instala para revelar la intimidad del hombre.
Por la vuelta es un trabajo conmovedor en el que la inteligencia y la admiración de un hombre por otro se manifiesta con tanta sinceridad que desarma al espectador. Esa cualidad es el acierto más perdurable de un documental que trasciende su género y a la vez lo dignifica. Créase o no, Cristian Pauls resultó ser un sentimental… Bien por él.
Título: Por la vuelta. Título Original: Idem. Dirección: Cristian Pauls. Intérpretes: Leopoldo Federico y Cristian Pauls. Género: Documental. Clasificación: Apta para todo público. Duración: 77 minutos. Origen: Argentina. Año de realización: 2002. Distribuidora: Independiente – Cine Ojo. Fecha de Estreno: 05/06/2003.
Puntaje: 8 (ocho)
