Por Soledad Colina
CineFreaks entrevistó al director de cine argentino Martín Basterretche cuyo filme El último zombi llegó a las salas de cine el pasado mes de abril. Basada en un guion original de Melina Cherro y el propio Basterretche, la película sigue a Nicolás Finnigan, un especialista en genética que llega a una vieja hostería de un balneario apartado para investigar una infección que podría arrasar al planeta entero. A continuación compartimos con nuestros lectores la interesante charla con este inquieto artista también conocido por haber dirigido el policial Punto ciego y el filme de ciencia ficción futurista Devoto: la invasión silenciosa.
Soledad Colina: -¿Cómo y cuándo nació el proyecto que finalmente se transformó en la película “El último zombi”?
Martín Basterretche: -Casi como una broma. Un día, un grupo de amigos especulaba sobre qué harían en una hecatombe masiva zombi. Tu vecino, la seño de tu hijo, tu jefe, todos convertidos en asquerosos zombis. Y con Melina Cherro, mi co guionista, notamos que partían de la base de que el alienado siempre es el otro, que nosotros somos los sanitos. Nadie dijo algo tipo: yo, que soy muy lento, caigo en seguida, y voy a tratar de comerme al sodero. Entonces ella me propuso ¿Por qué no escribimos una historia en la que todos son zombis pero nadie se ha percatado aún? Estás loca -le respondí-, ni en pedo vamos a hacer eso. Y acá estamos, con la película en los cines.
SC: -¿Qué otras películas o realizadores dentro del subgénero Zombi tomaste como referencias?
Martín Basterretche: -Yo no trabajo con referencias ni con homenajes. En todo caso, debo mencionar que lo primero que hicimos fue sacarnos de encima a los zombis más fuertes y más veloces que los humanos y que se alimentan de carne viva y que te contagian con la mordida y todo eso que empezó con George Romero y que se llama subgénero zombi. Nos encanta, pero quisimos corrernos. Y como “para novedad, nada mejor que los clásicos”, volvimos a películas como “I Walked with a Zombie” de Jacques Tourneur, 1943, y otras. El zombi pertenece a la tradición centroamericana del vudú. Son no muertos, almas en pena que deambulan como fantasmas mientras esperan acceder a su descanso final. Una especie de limbo o de purgatorio. Se asemejan a las ánimas benditas, como dice la canción “La farolera”.
SC: -¿Siempre fuiste consciente del lado reflexivo, hasta lírico y diferente que ofrece al género “El último zombi”? ¿O esto fue surgiendo a medida que la ibas filmando?
Martín Basterretche: -Sí, o al menos tengo una ilusión de conciencia de lo que mencionás. Nosotros bromeamos y decimos que es una película de zombis elegante. Porque en realidad es un drama y un thriller antes que una de zombis. Creo, con absoluta seguridad, que el cine y el arte en general debe ofrecer siempre algo más que lo que vemos en la superficie.
SC: -¿De dónde surgió el pueblo ficticio Santa Sofía del Mar, escenario ya presente tanto en “El último zombi”, cómo en tus anteriormente realizaciones ” Punto Ciego” y ” Devoto, la invasión silenciosa”?
Martín Basterretche: -Hace varios años, cuando hacer una película era para mí tan inaccesible como llegar a Marte, pensaba que lo que hiciera debía ser cine puro y ficción total, porque iba a ser mi única chance, mi bala de plata. Entonces me propuse crear una ciudad como la Santa María de Onetti, como Aquilea, como espero que sea la Megalopolis de Coppola. La hice con muy pocos elementos y seguramente muy torpe al lado de los grandes ejemplos que menciono. Pero lo importante es su naturaleza mítica. Santa Sofía del mar fue creada para mi ópera prima independiente “Punto ciego” y luego entendí que, para que esa naturaleza mítica funcionara, debía completar una trilogía en la misma ciudad con temas como los que en “Devoto” y “El último zombi” se desarrollan.
SC: -¿Pensás que los espectadores harán una lógica e inevitable conexión de la terrible infección que investiga el protagonista Nicolás Finnigan, especialista en genética, con respecto a la pandemia del COVID 19, que aún padecemos? ¿Qué te provoca esto?
Martín Basterretche: -Sí, es lo que está ocurriendo y por lo que todos me preguntan. “El último zombi” se terminó de filmar 8 días antes de que se imponga la cuarentena en Argentina. Tuvimos una suerte descomunal porque si el rodaje se suspendía era una catástrofe desde el punto de vista de la producción. Por otro lado, es sorprendente la cantidad de parecidos que tiene esta historia con la pandemia de Covid. En “El último zombi” hay epidemiólogos, sospechas de virus, aislamientos, contagios masivos, protocolos de higiene, etc. Recuerdo que justo antes de filmar una toma un técnico jovencito escuchaba el ensayo de un texto que incluía la palabra cuarentena y le preguntó al de al lado “¿Qué es cuarentena?”. Unos días después iba a ser la palabra de moda.
SC: -¿Es “El último zombi” una historia acerca de la búsqueda del amor, muy a pesar de las complejas circunstancias que la rodean? ¿Su mirada poética acerca de los zombis, mucho más un grupo de almas en pena, que de sedientos seres hambrientos de sangre y vísceras humanas, así lo demuestra?
Martín Basterretche: -Definitivamente sí. Yo estoy convencido de que las mejores historias de zombis, las más emocionantes o recordables, tratan más sobre personas que sobre zombis. ¿Qué es lo único que nos tranquiliza en la cubierta inclinada del Titanic? El amor a la música, el amor a la obra construida, el amor a los hijos, el amor a una mujer. El amor.
SC: -¿Fue complejo lograr luego la postproducción y finalmente el estreno hace unos días?
Martín Basterretche: -La post producción tuvo muchos inconvenientes producto del año en cuarentena y de la endémica incertidumbre nacional. Pero lo importante no es eso sino que la película nos quedó hermosa, estamos muy conformes con ella y nos viene yendo muy bien con el público. Gusta y moviliza. En la primera semana estuvimos en el top ten de películas más vistas en la Argentina y varias semanas después continúa su marcha en salas oficiales y comerciales de todo el país.
SC: -Se intuye un gran compromiso por parte de los actores en la composición de los diferentes personajes de la película. ¿Fue esta empatía un importante punto a favor a la hora del rodaje?
Martín Basterretche: -Sí, cuando la misión es difícil, sin dudas lo más importante acaba siendo el grupo humano, si desembarcás en Normandía, si jugás la final de la Libertadores o si filmás en condiciones desfavorables. Mi amigo Luis Longhi me ayuda siempre con los castings. Él hace castings pequeños y dirigidos a pocos actores. De allí van saliendo. Otros son amigos de la casa, nos entendemos y alcanzamos siempre lo que nos proponemos de un modo más rápido, con menos explicaciones, menos ensayo, menos trabajo. Yo recalco que amo trabajar con actores talentosos y comprometidos, que den lo mejor, que nos entendamos, que tengan los recursos para darle a la película y al personaje lo mejor de ellos, que se entreguen a la dinámica del trabajo con el partenaire y con el director. Ese plus al que te referís es la curiosidad del actor: un ir más adentro en la película, un poquito más allá de la composición del personaje.
SC: -En nuestro país hay un gran y nutrido público amante del cine de terror. ¿Qué expectativas tenés al respecto del recorrido de la película por las salas de cine y su posterior recibimiento de ese público y en general?
Martín Basterretche: -Es cierto que hay un fenómeno con el cine de terror local que no para de crecer. Yo lo celebro. Hace 15 años era impensado. Como dije, estamos muy felices con el éxito y la repercusión que está teniendo la película. Es para todos los públicos, no sólo para el fan del género. Lo más importante de mi trabajo, al fin y al cabo, es el contacto con el público. Esa gente, como vos y como yo, que decide por propia voluntad entrar a un recinto oscuro a que le cuenten la historia que nosotros pergeñamos. Eso es una espacie de milagro y es mi fin último.
