Daniel Burman ha demostrado con sus películas que la temática judía no es un impedimento para que los espectadores que no somos de ese origen podamos sentirnos parte de una manera de hacer cine que hace foco sobre lo particular para expandirse hacia lo general. En buen criollo: la universalidad de sus historias, siempre ambientadas en lugares geográficos sumamente reconocibles para los que vivimos en Buenos Aires, han logrado trascender las fronteras de la colectividad e incluso del país. Los premios internacionales que cosechara El abrazo partido (2003), la mejor obra de Burman en mi opinión, son incontrastables en ese sentido. Por eso no sorprende la presencia de una nueva voz creativa en el medio local que tranquilamente puede situarse a la derecha de Burman dada las afinidades puestas en evidencia por Gabriel Lichtmann, que de él hablamos, en su ópera prima Judíos en el espacio. Menos brillante pero mucho más directo y ácido que su colega, Lichtmann suscribe una comedia melancólica a la que le cuesta encontrar un eje narrativo sólido –las situaciones son por demás anecdóticas- pero que se sigue con evidente placer de principio a fin.
Judíos en el espacio, un título sugestivo qué duda cabe, está escindida en dos partes: un prólogo situado en una Pesaj, la Pascua judía, en el año 1987 (para los cristianos) y el grueso de la narración en el 2003. En esa ajustada introducción Lichtmann nos revela con encomiable poder de síntesis la representación escolar que le da el nombre a la película (inspirado en Star Wars y en el Moisés bíblico) en la cual los personajes principales dan una muestra gratis de lo que se convertirán cuando crezcan (Santiago, el protagonista, en un chico tímido, introvertido, y su prima Luciana en una chica atractiva y carismática aunque más cleptómana que Winona Ryder y Pata Villanueva juntas) a la vez que se produce una de las últimas fiestas con la familia entera reunida (breve pero significativo aporte de Beatriz Thibaudin, la notable actriz de Tan de repente, como la abuela de los chicos). Elipsis abrupta y ya estamos en el siglo XXI donde las tres hermanas Bar (Llinás, Sznaider y Spelzini, todas correctas) se siguen llevando entre regular y mal y para colmo el abuelo ha perdido la brújula de su vida -se supone que por la pérdida de su esposa- e intentado suicidarse con calmantes. Este episodio es la excusa para que los primos veinteañeros, que no se ven desde niños ya que ella vive en el extranjero, vuelvan a cruzarse y en Santiago afloren sentimientos escondidos por mucho tiempo. Las idas y vueltas que proponen estos personajes son el núcleo de un filme que si bien carece de ambición acierta en su tono entre sarcástico y nostálgico. Para ir entrando en calor no está nada mal.
Lúcido observador de la realidad cotidiana y de lo que lo circunda, Lichtmann no necesita de mucho para poder expresarse. Le bastan con su conocimiento del ámbito que describe y de un elenco capaz de interpretar a sus criaturas sin caer en el estereotipo. Fernando Rubio y Luna Paiva resultan los más favorecidos por su esfuerzo personal pero también por ser los mejor desarrollados en el guión. La química entre los dos es tan especial como esta película imperfecta y menor que se vuelve querible por mérito propio.
Título: Judíos en el espacio (o por que es diferente esta noche a las demás noches).
Título Original: Idem.
Dirección: Gabriel Lichtmann.
Intérpretes: Luna Paiva, Fernando Rubio, Axel Anderson, Sammy Lerner, Verónica Llinás, Romina Sznaider, Beatriz Spelzini y Alejandro Zucco.
Género: Comedia, Drama.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 89 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: No disponible.
Fecha de Estreno: 07/09/2006.
Puntaje: 6 (seis)