Titulo: Entourage
Director: Doug Ellin
Clasificación: No Disponible
Género: Comedia basada en serie de TV
Duración: 104 minutos
Distribuidora: Warner Bros.
Origen: Estados Unidos
Año Realización: 2015
Intérpretes: Adrian Grenier, Kevin Connolly, Kevin Dillon, Jerry Ferrara, Jeremy Piven, Emmanuelle Chriqui, Perrey Reeves, Debi Mazar, Haley Joel Osment, Billy Bob Thornton.
Puntaje: 2 (dos)
Por Pablo E. Arahuete
Hay películas malas y películas innecesarias, Entourage es el cabal ejemplo del segundo grupo, porque no aporta absolutamente nada nuevo al lastre televisivo que se extendiera por ocho temporadas en la prestigiosa cadena HBO.
No hace falta tomar contacto con ninguna de las temporadas de la serie Entourage si es que se toma la decisión de darle una chance a su arribo cinematográfico, de la mano de su creador Doug Ellin, quien resume prácticamente el meollo del asunto en los primeros minutos.
Introducción de manual para que nos empapemos de un puñado de personajes unidimensionales y rápidamente lleguemos a la conclusión que esta película, lejos de partir de una idea crítica o sarcástica sobre el mundillo hollywoodense, no hace otra cosa que regodearse en el estereotipo de la hoguera de vanidades en la panacea patética y artificiosa llamada industria del cine.
Es estéril repasar la historia sin dejar de mencionar que el derrotero del protagonista, Vince Chase -Adrian Grenier- y su séquito de amigotes transita por los andariveles de toda producción mainstream, donde capitalistas ignorantes -Billy Bob Thorton junto a su hijo Haley Joel Osment- que no saben absolutamente nada de cine procuran invadir su integridad artística y así tomar el timón de su mega película, una promesa en la que su hermano actor Johnny -Kevin Dillon- se destaca por primera vez, pero que a los ojos de las máximas autoridades del estudio debe dar un paso al costado.
El resto del film suma cameos sin sentido -como el de Jessica Alba- subtramas sin desarrollo ni resolución y un sinfín de torpezas en el guión que sería irrelevante remarcar pues, nada salva a este despropósito, ni siquiera el rentable costado nostálgico para aquellos que disfrutaron las ocho temporadas, antes que en 2011 diera sus hurras finales.
¿Negocio redondo? Lo cierto es que el ombliguismo de la retórica parece querer convencernos que esos ombligos sucios en realidad no son tales y que siempre existe la posibilidad de una nueva manera de lavarlos, con fórmulas desgastadas como la que precede a este proyecto.