Por Giuliana Bleeker
El film australiano nominado a Mejor Película Extranjera en los Oscars 2017, cuenta el drama de un amor prohibido entre dos jóvenes miembros de una tribu de la República de Vanuatú, en Oceanía. La película retrata toda una experiencia antropológica siendo el reparto, en su totalidad, miembros de la comunidad aborigen.
La historia de Tanna (2015) plantea el antiguo enfrentamiento entre dos tribus vecinas de una isla. Ambos grupos saben que se necesitan para sobrevivir en la selva y por ello los miembros más viejos de la comunidad intentan apaciguar los violentos conflictos cotidianos. Una de las costumbres del pueblo Yakel son los matrimonios arreglados. Cuando una niña de la tribu se convierte en mujer, la norma es que sea el grupo el que resuelva quién deberá ser su marido. Como forma de consolidar finalmente la paz entre ambas tribus rivales, el jefe decide entregarles a la joven Wawa (Marie Wawa). Pero Wawa ya ha elegido quién será el depositario de su amor: se trata de Dain (Mungau Dain), el nieto del jefe de su tribu. Ambos adolescentes están enamorados y decididos a resistir la separación por las reglas del Kastom (término que significa ‘tradición’), aunque dicha decisión derive en el abandono de su tierra y la posibilidad de una guerra en puerta.
La película es una ficción llevada al cine por los directores documentalistas Bentley Dean y Martin Butler. Está basada en hechos reales y fue rodada en el mismo sitio donde sucedieron las instancias dramáticas, en las profundidades de la isla de Tanna en Vanuatú, a unos 2000 kilómetros de Australia. Cabe destacar que su reparto lo integran exclusivamente actores no profesionales pertenecientes a la comunidad tribal de la zona. Todo un desafío para estas personas que logran con creces dar una imagen espontánea de todos sus movimientos frente a cámara. Además, el uso de la lengua natal durante toda la historia, las danzas y vestimentas típicas, aportan el realismo necesario. Por otro lado, la fotografía es claramente el aspecto técnico que predomina en la cinta gracias a la belleza natural que brinda ese paraíso selvático desconocido. Los planos donde es mostrado el volcán Yasur, llenan los ojos del espectador, transmiten una fuerza poderosa y hasta fantástica, en algún punto, que se corresponde con los sentimientos más puros que los isleños logran acercar cuando observan esa fuente de conexión con la corteza terrestre.
Hay una secuencia peculiar del film en donde el chamán de la tribu, empeñado en convencer a Wawa de que debe aceptar casarse, le enseña una revista donde aparece el matrimonio del príncipe Felipe con la reina Isabel II de Inglaterra. El anciano le explica que ese también fue un casamiento arreglado, pero que no por ello carecía de amor. Es destacable la crítica de los directores en ese punto, que nos lleva a pensar cómo desde nuestra mirada occidental juzgamos despiadadamente algunas tradiciones de otras culturas mientras que a nuestro alrededor suceden situaciones similares. Como dato de color, hay que decir que en la vida real las comunidades de Tanna creen que el príncipe Felipe es un Dios y que algún día -como lo hizo en los setenta cuando visitó la región- volverá a esas tierras para convivir con ellos.
Tanna es, ante todo, una película que deja un mensaje sincero sobre la lucha por las libertades individuales. Una pelea que, si lo pensamos, no está para nada alejada de nuestro mundo “civilizado” donde todavía hay Estados que no permiten derechos como el matrimonio igualitario o la interrupción de embarazos no deseados. En este caso, dos jóvenes que decidieron elegir por el amor libre cuestionando toda una cultura ancestral. Una verdadera enseñanza.
Título: Tanna
Título original: Tanna
Dirección: Bentley Dean, Martin Butler
Intérpretes: Mungau Dain, Marie Wawa, Marceline Rofit, Albi Nagia, Lingai Kowia, Mikum Tainakou
Clasificación: No disponible
Duración: 104 minutos
Origen:Australia
Año de realización: 2015