Por Juan Alfonso Samaja
En la ciudad Elementos, conviven los seres que pertenecen a cada una de las materias primarias (fuego, tierra, aire y tierra). Los elementos viven juntos en esa ciudad, pero cada grupo aislado de los otros, sin mezclarse. Pero el destino reunirá a un par de contrarios, que se enamorarán y verán afectadas sus vidas para siempre.
Crítica
El relato comienza con la familia de Ember llegando a la ciudad, cuando ella es apenas una criatura. Su familia ha debido dejar atrás su tierra natal, en busca de mejores condiciones. Aunque en Ciudad Elementos es todo prosperidad, deberán afrontar problemas de discriminación y segregacionismo por parte de los elementos restantes.
La trama responde a la estructura narrativa de una comedia romántica, cuyo principio rector es “el amor siempre superará todas las dificultades”. Nada hay más potente que el amor entre dos amantes. Pero, además, el amor individual y sexual es una potencia generativa: transforma, mejora, resuelve, completa. El amor equilibra el universo, reuniendo a los idénticos que nunca debieron ser separados. Y lo hace mostrando precisamente eso: que los diversos son lo mismo, lo doble es uno y lo uno, doble.
La comedia romántica puede tematizar la metáfora de los gemelos, es decir, los individuos idénticos, material y conceptualmente (como ocurre en el film Como si fuera la primera vez, donde los personajes no son sólo cultural y estéticamente semejantes, sino también conceptualmente lo mismo, pues ninguno de los dos es competente para las relaciones de largo plazo, limitadas sus existencias a lo efímero), o la compatibilidad de los contrarios, que se atraen pese a su diferencia manifiesta.
Elementos ha escogido esta segunda modalidad. Ember y Wade no sólo son materias distintas, sino opuestas: lo que una enciende, lo apaga la otra. Y más allá de la materia de composición, las familias están diseñadas con caracteres opuestos: temperamentales y rígidos unos, lacrimógenos y fluidos, los otros. La familia de Wade es aristocrática, adinerada y enraizada en su propio contexto, mientras que la de Ember, es modesta y desarraigada de su terruño.
Esta complementariedad de los contrarios resulta especialmente adecuada al contexto multicultural, y en proceso sistemático de revisión de los estereotipos, que viene protagonizando la producción norteamericana en el marco de una sociedad muy heterogénea, y al mismo tiempo reacia a asumir que la propiedad nacional no está sujetada a los marcos étnicos, sino a las relaciones y las coexistencialidades.
La película, desde esa perspectiva resulta ser un producto muy digno. Narrativamente hablando, presenta una debilidad estructural que se expresa en dos consecuencias simultáneas: torna la historia excesivamente predecible en cuanto a su desenlace, y al mismo tiempo entorpece el proceso de asimilación del núcleo dramático.
Una parte significativa de la historia está asociada a una fuga de agua que, primero, amenaza la estabilidad del local de la familia de Ember, y luego inunda todo el barrio donde reside la gente del fuego. Esa fuga parece estar vinculada a dos situaciones: por un lado, el transporte a base de agua que rodea a toda la ciudad, que derrama el agua que sostiene al vehículo, pero además un asunto estructural de tuberías donde aparentemente se ha divisado una pérdida. Todo este asunto queda muy desdibujado, y los elementos asociados a esa parte de la historia no se desarrollan nunca. Lo cual es una pena, ya que este tópico podría haber servido como contrapeso para la dimensión romántica de la trama, desviando una atención exclusiva sobre el devenir de la peripecia amorosa por parte del espectador. De ese modo, las previsibilidades de la trama amorosa habrían pasado probablemente más desapercibidas.
En este sentido, creo que el diseño de las contrariedades termina provocando un exceso de información que desacelera la potencia del suspenso, pues tanto se subraya contrariedad de los personajes (de sus temperamentos, como de sus contextos respectivos), que no hay lugar para la generación de expectativas divergentes respecto del desenlace. Todo lo que sucede ha sido previsto y preparado por un argumento que no hace más que confirmar cada una de esos horizontes. De allí que tenga que depender de elementos expresivos accesorios (sorpresivos y no de suspenso) para generar momentos de alta intensidad espectatorial: los gags aislados, un poco mecánicos, sobre la lacrimógena familia de Wade, y los elementos gran impacto visual.
Puesto que la parte de la trama asociada a la fuga del agua ha quedado marginada del centro del relato, y como la historia amorosa no parece presentar ningún obstáculo para su consecución (ni interno ni contextual) resulta entonces que el conflicto no tiene presencia narrativa en el nivel de la estructura.
Título: Elementos.
Título original: Elemental.
Dirección: Peter Sohn.
Voces en inglés: Leah Lewis, Mamoudou Athie, Ronnie Del Carmen, Shila Ommi, Wendi McLendon-Covey, Catherine O’Hara.
Género: Animación, Aventura, Comedia.
Calificación: Apta todo público.
Duración: 109 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2023.
Distribuidora: Buena Vista – Disney.
Fecha de estreno: 15/06/2023.
Puntaje: 7 (siete)