El enorme –y sorpresivo- suceso obtenido en la Argentina con El último beso (2001) no garantizó en absoluto la distribución inmediata de la obra posterior del director italiano Gabriele Muccino; su film Ricordati di me, realizado en 2003, acaba de conocerse en nuestro país. Previamente, en febrero pasado, se estrenó En busca de la felicidad, su debut fílmico en Hollywood que le ha valido tantas críticas adversas como positivas. Muccino sigue haciendo gala de un pulso magistral para dirigir con poderosa intensidad historias cotidianas perfectamente reconocibles sea uno turco, sueco o camerunés. En fin, sin tanto chamuyo, lo que quiero decir es que las películas de este talentoso romano son universales en contenido aunque muy personales desde la forma. La puesta en escena de cada una de ellas revela a un cineasta sanguíneo, compenetrado con su material y obsesionado por darle un sello personal a su narración. En Ricordati di me vuelven a manifestarse esas cualidades y aún sin llegar a ser lo más destacado de su producción -por motivos que detallaré luego- se percibe nítidamente su presencia creadora detrás de las cámaras.
Siempre se aseveró que hay que contar sobre lo que uno domina para no quedarse en la superficie de las cosas. De acuerdo a los personajes que suele abordar, se cae de maduro que Muccino se siente a sus anchas con la clase media burguesa de su país condensando en sus relatos algunos temas inherentes a ese estrato social. En Ahora o nunca (1999), excelente comedia juvenil protagonizada por su entonces adolescente hermanito Silvio (también presente en Ricordati di me), la libido en ebullición de los chicos eclosionaba con el idealismo político y terminaba primando un sentimentalismo poético plasmado en el celuloide a una velocidad de Fórmula 1. Luego, en la sensacional El último beso, llegaron las responsabilidades de la edad adulta, con una crisis pre-matrimonial y las infidelidades de la pareja en primer plano. Finalmente, y para ir completando una fascinante parábola cinematográfica que atraviesa por las etapas más importantes en la vida de una persona, en RDM Muccino destapa los conflictos internos de una familia tipo: apatía emocional y sexual en el matrimonio de cuarentones conformado por Carlo (la actuación de Fabrizio Bentivoglio me hizo recordar mucho a la de Eduard Fernández en Ficción por determinadas características psicológicas que unen a los personajes; la diferencia es que Carlo en la segunda parte del filme se anima a hacer algo con sus sentimientos y el otro no) y Giulia (una todavía apetecible Laura Morante que se devora el papel de mujer frustrada dispuesta a defender lo que es suyo; la mejor interpretación del film por lejos), el adulterio visto como una salida casi mágica ante el derrotismo existencial y la descripción detallada de la disgregación del núcleo familiar con los hijos Paolo (Silvio Muccino) y Valentina (Nicoletta Romanoff) pugnando por buscar su lugar en el mundo (cada cual a su modo).
El inconveniente, a mi entender, reside en que la película se resiente al dispararse tantas líneas narrativas alternas donde además del drama conyugal de Carlo y Giulia se dan cita desde la ambición irrefrenable de Valentina -que por participar en la tele como bailarina está dispuesta a lo que venga-, pasando por las inseguridades afectivas de Paolo que sufre como loco tras ser rechazado por una chica intelectual de la que está perdidamente enamorado o el reverdecer de los sueños de juventud que vivencia Giulia al reencontrarse con una olvidada faceta artística que la devuelve a los escenarios como actriz de teatro. Súmese a todo esto la historia de amor prohibido entre Carlo y la también casada Alessia (una Monica Bellucci cuya belleza no podría pasar desapercibida ni aunque así se lo propusiera) y un incidente que ocurre en el último acto del filme que le pega un brusco cambio de timón a los acontecimientos y que si no cae en el melodrama es porque Muccino no busca exacerbar la tragedia sino potenciar la relación entre marido y mujer, padres e hijos y amantes clandestinos con ese viejo recurso tan caro al cine y sobre todo a las telenovelas (adivina adivinador).
Pese a lo digresivo que resulta el guión y a un metraje excesivo que afecta el puntaje final de su trabajo, Gabriele Muccino sabe filmar y extraer hasta la última gota de sudor de sus actores. Con sus fallas a cuestas, la trama se sigue con interés y en escenas puntuales –gracias nuevamente a la espléndida Laura Morante- llega a conmover sin apelar a los golpes bajos ni a la gratuidad. Eso sí, ¿por qué tienen que gritar como energúmenos cada cinco minutos? Tanos tenían que ser…
Título: Ricordati di me.
Título Original: Idem.
Dirección: Gabriele Muccino.
Intérpretes: Fabrizio Bentivoglio, Laura Morante, Monica Bellucci, Nicoletta Romanoff, Silvio Muccino, Gabriele Lavia.
Género: Drama, Romance, Comedia.
Clasificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 125 minutos.
Origen: Italia/Francia/Reino Unido.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha de Estreno: 30/08/2007.
Puntaje: 7 (siete)