Por Joan Segovia, corresponsal en España
En La persecución (Pas de vagues), el director Teddy Lussi-Modeste construye un thriller psicológico que pone en el centro del debate una cuestión espinosa: ¿qué sucede cuando una acusación falsa se convierte en una condena social irreversible? En un contexto donde la palabra de la víctima ha ganado un merecido reconocimiento, la película se atreve a explorar los matices de una situación donde la verdad queda atrapada entre las percepciones, los prejuicios y las estructuras de poder.
El protagonista, interpretado por François Civil, es un profesor cuya vida se desmorona tras ser acusado de conducta sexual inapropiada por una de sus alumnas. Más allá de la veracidad de la denuncia, lo que interesa a la película no es demostrar la inocencia o la culpabilidad del personaje, sino diseccionar el proceso de deshumanización al que es sometido por su entorno inmediato. La sospecha se convierte en un veredicto inapelable, la defensa en un ejercicio fútil y la justicia, en un concepto maleable según la opinión pública. Es aquí donde el guion acierta al construir un relato que se desliza entre el drama social y el horror de lo cotidiano, en el que una simple mirada puede sellar el destino de una persona.
Visualmente, Lussi-Modeste opta por una puesta en escena contenida, con una cámara que se adhiere al protagonista y que transmite la sensación de ahogo progresivo. La tensión se cuece a fuego lento, con un ritmo que se apoya en la incertidumbre más que en los golpes de efecto. Sin embargo, esta contención también puede jugar en contra, ya que en algunos tramos la película se estanca en la reiteración de situaciones similares sin aportar nuevos matices al conflicto. El guion, por momentos, deja demasiado espacio a la introspección sin aprovechar del todo el potencial dramático de los personajes secundarios, que podrían haber enriquecido la narrativa con sus propias perspectivas.
Uno de los aspectos más efectivos del film es su capacidad para incomodar al espectador, planteándole preguntas sin ofrecer respuestas fáciles. La película no busca absolver ni condenar a su protagonista, sino hacer evidente la fragilidad de cualquier individuo ante la opinión pública y el linchamiento mediático. En ese sentido, La persecución se alinea con otras obras que han abordado la toxicidad del juicio social, como La Cacería (2012) de Thomas Vinterberg entre otras. La diferencia aquí radica en que la película no solo se centra en las consecuencias individuales, sino también en cómo las instituciones y el sistema educativo pueden actuar como amplificadores del problema en lugar de como moderadores de la verdad.
El personaje interpretado por Civil es, en muchos sentidos, un protagonista trágico. La dirección nos lo muestra inicialmente como un hombre común y corriente, alguien que simplemente ejerce su trabajo sin demasiadas pretensiones. Pero a medida que avanza la trama, su entorno se vuelve hostil, y lo que antes parecía una vida estable se convierte en un infierno burocrático y emocional. La manera en que Lussi-Modeste captura esta caída es precisa, sin exageraciones ni sensacionalismo, lo que refuerza el peso de la historia.
Por otro lado, la actuación de Toscane Duquesne también merece mención. Su papel como la joven estudiante que origina el conflicto está cargado de matices. La película evita caricaturizarla como una villana, y en su lugar nos la presenta más como un personaje ambiguo, con sus miedos justificados en parte. Esto suma una capa adicional de realismo, recordándonos que en muchas situaciones como esta no existen culpables o inocentes absolutos, sino una compleja red de interpretaciones y consecuencias.
El desenlace de La persecución refuerza la sensación de impotencia que la película construye a lo largo de su metraje. No ofrece un cierre satisfactorio ni respuestas fáciles, sino que deja al espectador con un nudo en la garganta y una reflexión incómoda sobre la fragilidad de la reputación y el poder destructivo del juicio público.
Si bien no es una película exenta de irregularidades, La persecución logra poner en evidencia la delgada línea entre la búsqueda de justicia y la condena precipitada. Su mirada sin concesiones y su dirección sobria la convierten en una obra que, sin necesidad de grandilocuencias, deja una marca incómoda. Con una propuesta sólida y actuaciones notables, es un thriller que se inserta con fuerza en el debate contemporáneo sobre la justicia social y el peligro de la verdad manipulada por la percepción colectiva.
Título: La persecución.
Título original: Pas de vagues (aka The Good Teacher).
Dirección: Teddy Lussi-Modeste.
Intérpretes: François Civil, Shaïn Boumedine, Toscane Duquesne, Mallory Wanecque, Bakary Kebe y Emma Boumali.
Género: Drama. Calificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 91 minutos.
Origen: Francia/ Bélgica.
Año de realización: 2024.
Distribuidora: CDI Films.
Fecha de estreno: 06/03/2025.
Puntaje: 7 (siete)