Por Francisco Nieto, corresponsal en España
No hace falta ser un devoto del Studio Ghibli para saber que la obsesión más grande de Hayao Miyazaki ha sido, y siempre será, Isao Takahata. Pero hay que ver este estupendo documental estrenado en Netflix para entender la abrumadora medida de tormento que el autor de La tumba de las luciérnagas, incluso y especialmente después de su muerte, representó para su amigo/rival durante los siete años de producción de El Niño y la Garza, la que se supone será la última película del maestro Miyazaki.
Desde los primeros minutos, el documental nos sumerge en la atmósfera del Studio Ghibli, entre bocetos, storyboards y miradas furtivas al minucioso trabajo de los animadores. La figura de Miyazaki domina la escena, con una fascinante mezcla de rigor, pasión y una pizca de excentricidad. A través de entrevistas y momentos de observación silenciosa, el director Arakawa nos invita a conocer al maestro no sólo como director, sino como ser humano.
La narración explora la profunda relación de Miyazaki con su equipo y con su difunto colega y mentor Isao Takahata (1935-2018), cuya pérdida afectó profundamente tanto al artista como, sobre todo, al hombre. Uno de los aspectos más poderosos del documental es su exploración de los pensamientos de Miyazaki sobre la mortalidad, un tema recurrente también en sus obras. La pérdida de Takahata y otros colaboradores históricos, como Michiyo Yasuda, se aborda no sólo como un hecho biográfico, sino como una reflexión universal sobre la fugacidad de la vida y el legado del arte.
En las dos horas que dura este infalible documental centrado en la realización de la película de animación ganadora del Oscar en 2024, de hecho, Paku-san (el apodo cariñoso con el que le llama Miyazaki) ronda como uno de esos espíritus malignos que, según el padre de Totoro, han rondado Japón durante milenios. Ya se trate del fantasmal ladrón de una goma de borrar o de una anciana con sus rasgos, el cocreador del Studio Ghibli (qué sencilla y bella la secuencia en la que con voz débil pero con una fuerza estentórea se niega a acelerar su producción de El cuento de la princesa Kaguya aunque el plazo previsto por la producción esté llegando a su fin) está presente en las alucinaciones al principio dulcemente lúcidas y luego cada vez más preocupantemente seniles de Hayao Miyazaki.
Kaku Arakawa, quien con anterioridad ya se había acercado a la figura del director de obras maestras como Mi vecino Totoro o La Princesa Mononoke en sendos documentales muy recomendables: Never-ending man: Hayao Miyazaki de 2016 y 10 años con Hayao Miyazaki de 2019, sigue metódicamente al director mientras trabaja en El Niño y la Garza, marcando las fases de animación del largometraje en una cuenta regresiva aparentemente aleatoria y llena de puntos muertos pero en realidad inflexible, como lo demuestra la insistencia de los subtítulos que marcan los tres mil cuatrocientos cincuenta y ocho días días que la película tardó en llegar a los cines.
Para contrarrestar esta continua confusión en el duelo que plaga la problemática producción, hay alguien que es, al mismo tiempo, un coprotagonista amistoso y un antagonista remiso: el productor histórico Toshio Suzuki. Antes de hablar de su rol a lo largo de la obra me van a permitir que recomiende de forma encarecida una lectura sobre el estudio Ghibli que viene firmada por el propio Suzuki y que en España conoció traducción gracias a la labor de la editorial Confluencias. Nos referimos a “Ghibli: Una historia de amor”, publicado en 2023 y reeditado el año pasado. Suzuki es quien pone orden en el caos de los genios.
Conoce a Miyazaki de toda la vida y sabe perfectamente como conseguir lo mejor de él sin apremiarle. Confidente y amigo, pero sin dejar en ningún momento de lado su faceta de productor, aconseja sobre lo que cree es mejor para los intereses de la empresa, e incluso intercede cuando Miyazaki se muestra demasiado duro con sus colaboradores más cercanos, como ocurre en cierto momento con Takeshi Honda, animador de la mítica Neon Genesis Evangelion reclutado para trabajar codo con codo con Miyazaki y que aquí se enfrenta a los comentarios irónicos de Miyazaki, quien le tilda de demasiado moderno y de tener un enfoque demasiado realista frente al estilo más suelto de él. Al pobre Takeshi no le queda más remedio que agachar la cabeza y repetir una y mil veces esos bocetos que a la postre se convertirían en esenciales para la maestría de El Niño y la Garza.
La fuerza de este documental radica en su capacidad de capturar no sólo el mundo físico del Studio Ghibli, sino también el universo interior de Miyazaki. Las secuencias que muestran la creación de las escenas animadas son extraordinarias: destaca un momento en particular cuando Miyazaki dibuja meticulosamente el movimiento de las llamas en una escena crucial, mostrando su dedicación al realismo y la poesía visual.
Otra secuencia memorable ve al equipo de animación discutiendo acaloradamente cómo representar el vuelo de una garza, un símbolo central de la película, que se captura en un magnífico montaje de bocetos y pruebas de animación. La fotografía, sobria pero evocadora, lleva al espectador a un viaje al mismo tiempo visual y emocional, resaltando los detalles de la vida cotidiana en el estudio y la atmósfera de creación incesante. La banda sonora de Joe Hisaishi, con su inconfundible toque melódico, amplifica aún más la experiencia, enriqueciéndola con una profunda sensación de nostalgia y asombro.
Lo cierto es que para los amantes del seguimiento del proceso creativo que rodea una producción de la talla del último trabajo de Ghibli este documental es una auténtica gozada. Aquí los destellos de películas y recuerdos de archivo con los que Arakawa acompaña, por ejemplo, el retiro del director a su casa en el bosque después de otra duda más sobre la posibilidad de completar el largometraje son un logrado comentario sobre el diario personal de un viejo artista que lidia, más que con su legado artístico, nunca tocado, con su legado humano.
Una mirada al pasado y al futuro de este director visionario y a los acontecimientos y personas que han influido en sus obras tanto a nivel personal como profesional.
Título: Hayao Miyazaki y la garza.
Título original: Hayao Miyazaki and the Heron.
Dirección: Kaku Arakawa.
Participaciones de: Hayao Miyazaki, Toshio Suzuki, Takeshi Honda e Isao Takahata (material de archivo).
Fotografía: Kaku Arakawa & Taro Tokuhisa.
Género: Documental.
Calificación: Apta para todo público.
Duración: 120 minutos.
Origen: Japón.
Año de realización: 2024.
Plataforma: Netflix.
Fecha de estreno: 06/12/2024.
Puntaje: 8 (ocho)