Por Omar Tubio
Basada en la novela homónima de José María Eça de Queiroz del siglo XIX, la acción se traslada en esta ocasión a nuestros días, poniendo frente a nuestras narices una realidad que pese a los siglos que han transcurrido no ha cambiado para nada. De ahí que su llamativa vigencia consolide la feliz idea de ambientar la historia en el presente.
El crimen del padre Amaro es a la fecha, la película más exitosa de la historia del cine mexicano y ha sido seleccionada para representar a su país en los Oscar venideros. Esto no quita ni agrega nada a su calidad como obra artística, pero sí presenta una particularidad llamativa si nos percatamos de que México ha sido y es un país con profundas raíces religiosas, y que pese a ello y a no pocas polémicas desatadas en torno a ella, la película ha resistido boicots y rechazos y se ha convertido en un hito.
Todo hay que decirlo, El crimen… es un film urticante y revulsivo y por sobre todo no apto para asiduos asistentes a misa del Domingo. Vendría a ser una mezcla de Actos privados (Priest), por su contenido sexual y la violación al sacramento del celibato, y de Amén, por los contactos de la sagrada institución con los señores del poder y los favores que mutuamente se prodigan entre sí.
La historia se centra en Amaro, un joven sacerdote asignado a una parroquia rural, lejos de la gran urbe, que llega para foguearse un tiempito antes de ser promovido a una Diócesis mayor. Allí, como en todo pueblo chico, el infierno es grande y empezará a ser testigo de ciertas irregularidades que pasan desapercibidas para el Obispo. Su anfitrión, el Padre Benito, no sólo se acuesta con la dueña de la taberna, sino que mantiene estrechos lazos con los narcos, quienes le ofrendan jugosas sumas de dinero para la construcción del Hospital infantil a cambio de pequeños menesteres. Para Benito la cosa se resuelve fácil: el dinero mal habido se sanea cuando se utiliza para fines altruistas…
Por otro lado Amaro conoce a la joven Amelia (hija de la tabernera), quien a pesar de mantener una relación con un joven de la prensa local no oculta su fuerte atracción por el recién llegado, atracción que poco a poco será mutua y que hará sucumbir al inexperto religioso a los placeres carnales. Es que como dirá Amaro en algún momento: “yo no elegí el celibato… ¡a mí me obligaron!”
Hay muchos y variados personajes, y todos de un modo u otro están ligados a lo religioso o envueltos en un hecho corrupto. Como la vieja Dionisia, la sabia y chiflada del pueblo que conoce todos y cada uno de los secretos ocultos de sus habitantes, y que tendrá un papel determinante en los acontecimientos finales. O el padre Natalio, quizás el único personaje que mantiene una línea de conducta en toda la película, trabajando en las sierras junto a los más sufridos (la guerrilla para otros) y que se niega a abandonarlos cuando es presionado por el Obispo para evitar el escándalo.
Muy cuidado estéticamente, el film se resiente de alguna manera frente al tratamiento de ciertos conflictos (que los hay y muchos) al precipitarlos en algún caso o al no profundizarlos en otro. La dinámica que exhibe la obra es al mismo tiempo su punto débil, ya que pareciera convertirse por momentos en algo parecido a un “culebrón televisivo”, aunque por suerte no llega nunca a tales extremos. Y si bien no es la intención de su director el promover la “denuncia”, los acontecimientos y sus personajes hablan por sí solos.
Gael García Bernal (Amores perros, Y tu mamá también), convertido en el actor más internacional del cine mexicano, cumple otra buena labor en el rol principal, aunque como apuntáramos antes, la transición del inocente e incrédulo al corrupto y sinvergüenza sea demasiado abrupta. Ana Claudia Talancón es muy bella y complementa bien y Sancho Gracia (en el papel que debió haber hecho Francisco Rabal si no hubiera muerto antes) aporta autoridad y convencimiento como el Padre Benito, un ser abatido por la culpa y el deseo.
Un film para discutir, para disfrutar y para reverdecer los laureles de un cine latino que viene pisando fuerte y que plantea batalla.
Amén.
Título: El crimen del padre Amaro.
Título Original: Idem.
Dirección: Carlos Carrera.
Intérpretes: Gael García Bernal, Ana Claudia Talancón, Sancho Gracia, Angélica Aragón, Luisa Huertas, Damián Alcázar, Pedro Armendáriz Jr., Ernesto Gómez Cruz y Andrés Montiel.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 118 minutos.
Origen: México/ Argentina/ España.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Columbia.
Fecha de Estreno: 09/01/2003.
Puntaje: 7 (siete)