Por Pablo Arahuete
La primera mitad del El expreso polar (2003), a modo de viaje iniciático, descansa en el buen ritmo y vértigo sin la pesada herencia de los filmes navideños, pero no se desprende del maniqueísmo y la unidimensionalidad de sus personajes.
El expreso polar reúne todos los requisitos para consagrarse en la categoría “mejor película inútil del año.” Robert Zemeckis, responsable de este contradictorio film, vuelve a cargar las tintas sobre sus tópicos habituales: recuperar la inocencia del mundo infantil, la apuesta a la ilusión en detrimento de la realidad y la impostura cultural de la vieja tradición norteamericana.
El primer cuestionamiento al observar la película en su conjunto obedece a su innecesaria copia de la realidad, es decir, se utilizó la tecnología de punta en función de la ley “se parece a?” en vez de aprovechar las ventajas para reinventar lo conocido. Cabe preguntarse entonces ¿cuál es el sentido de digitalizarlo todo, incluso hacerlo con actores? Si la respuesta inmediata fuese abaratar costos en beneficio de los alcances de la técnica no se justifica haber elegido una historia cuyo fuerte es la emoción y el candor humano.
La animación digital está bastante lejos de imprimirle expresividad y matices compositivos a sus criaturas binarias. Ocurre lo contrario en relación al movimiento de los cuerpos y objetos, donde la diferencia con lo real es casi nula. Sin embargo, en el nuevo trabajo del director de Forrest Gump se pueden encontrar algunas secuencias imposibles de obtener sin la ayuda de maquinaria digital: el viaje de un boleto de tren (muy parecido al recurso de la pluma viajera de Forrest Gump) y una complejísima escena de baile donde unos cocineros realizan todo tipo de proezas en un vagón del Expreso. Todo el resto, más allá de la ajustada dirección de Zemeckis (que aún conserva el pulso de Volver al futuro) sobra y se nota.
Desde el clásico cuento de Scrooge y las navidades pasadas, presentes y futuras -revisitado hasta el hartazgo por Hollywood- hasta nuestros días, la idea de rescatar el espíritu navideño se ha convertido en una fórmula infalible. Sin salirse un centímetro del canon, el relato reemplaza al hombre avaro e insensible de Scrooge por un niño escéptico del mito de Papá Noel. Nada puede convencerlo porque necesita ver para creer y, precisamente, gracias a sus observaciones -entre ellas el gorro de Santa escondido en el pantalón de su padre- confirma su desconfianza. Durante la noche navideña, cuando todos duermen, el tren expreso estaciona frente a su cuarto y un guarda (Tom Hanks digitalizado) lo apura a subir rumbo al Polo Norte a la tierra de Santa Claus. En el transcurso del viaje, el chico vivirá una serie de aventuras y conocerá a otros niños ilusionados con ver al barrigón de barba blanca.
La primera mitad del El expreso polar, a modo de viaje iniciático, descansa en el buen ritmo y vértigo sin la pesada herencia de los filmes navideños, pero no se desprende del maniqueísmo y la unidimensionalidad de sus personajes. Como siempre, hay un nene nerd e insoportable, un nene pobre y rotoso que viaja en un vagón separado de los demás y una chica negra solidaria para reafirmarnos -por si teníamos dudas- el concepto de igualdad. Claro, no olvidemos al protagonista, un personaje destinado a vivir la transformación mística prototípica de la galaxia Zemeckisiana.
Lo peor llega con la segunda mitad y en enormes caudales. Para no aburrir al lector (si es que tuvo ganas de llegar a esta parte) se puede sintetizar con estos aspectos centrales: una suerte de mega fábrica de juguetes con un ejército de duendecillos autómatas, donde hay un sector encargado de monitorear niños rebeldes; casas deshabitadas con la única presencia de un tocadiscos en reproducción constante de Blanca navidad de Bing Crosby; y como frutilla del postre la presentación de un Papá Noel (otra vez Tom Hanks) vitoreado por la masa al mejor estilo de líder político. Este segmento empapado de grandilocuencia y frialdad contradice ese espíritu poco materialista de la navidad. El resultado confirma el intento fallido de estirar un breve cuento de 32 páginas valiéndose de una fórmula gastada.
Título: El expreso polar
Título original: The polar express
Dirección: Robert Zemeckis
Intérpretes: Tom Hanks
Género: Animación
Clasificación: No disponible
Duración: 99 minutos
Origen: Estados Unidos
Año de realización: 2003
Fecha de estreno: 09/12/2004
Puntaje 5 (cinco)