Por Omar Tubio
La casa de las dagas voladoras cruza el límite de lo imposible y subyuga con una belleza estética inaudita que proviene de una visión de la puesta en escena sin dudas privilegiada. Ningún rubro técnico deja de sobresalir, ni la imponente fotografía con sus colores a pleno, ni la música, sugestiva y apropiada…
Cuando el director taiwanés Ang Lee –afincado en Hollywood- decidió volver a su patria y a sus raíces y entregó la fabulosa El tigre y el dragón (2000) logrando que el film fuera un suceso internacional y se llevara el Oscar de ese año, inició una nueva formula en el popular cine de artes marciales adosándole el cine de autor o cine arte con resultados más que satisfactorios.
Zhang Yimou, de procedencia china, tuvo muchísimos problemas con el régimen de su país debido a que sus películas (Jou Dou, Esposas y concubinas, Qiu Yu una mujer china) contenían claros mensajes metafóricos opositores al gobierno. En el 2002 Yimou toma la posta dejada por Ang Lee y filma Héroe, protagonizada por un ícono de las artes marciales como Jet Li pero rodeado de importantes estrellas de su país como Maggie Cheung (Con ánimo de amar) y Tony Leung (El amante). La experiencia fue magnifica, el film recorrió festivales y también fue nominado al Oscar dejando al director chino en lo más alto del pedestal. Pero Yimou se quedó con ganas de más.
Concibiendo a La casa de las dagas voladoras como un díptico junto a Héroe (de hecho la historia la pergeñó antes de filmar la de Jet Li) el realizador redobla la apuesta y ofrece una de las películas más bellas en lo visual de las que se tenga memoria, pero sin descuidar ni un ápice la narración y los demás aspectos que hacen a la totalidad. Si Héroe , además de una trama cruzada por diferentes puntos de vista ofrecía ya algunas secuencias que cortaban el aliento, La casa… cruza el límite de lo imposible y subyuga con tomas imposibles y de una imaginería visual que provienen de una visión de la puesta en escena sin dudas privilegiada.
La historia nos retrotrae a la China del 859 A.C. donde la dinastía Tang gobierna el territorio a base de corrupción y tiranía. Allí actúa un grupo sedicioso y opositor que obtiene justicia por sus propios medios haciendo prevalecer una suerte de ley “a la Robin Hood oriental” repartiendo los botines entre los más pobres, conocida como La casa de las dagas voladoras. Su líder ha sido abatido por el ejército y se sospecha que su sucesor se esconde en un famoso burdel. Allí son enviados dos agentes con la misión de descubrir quien es el nuevo jefe y fundamentalmente donde se encuentra el núcleo de la secta. Una bella joven ciega apunta a ser la pista a seguir por lo cual el apuesto agente Jin escapa con ella con un doble fin: ganar su confianza y lograr que lo lleve hacia su gente. Pero en el camino se sucederán varias escaramuzas donde el guerrero deberá luchar junto a la prófuga, hasta contra sus propios compañeros para no despertar sospechas y en donde su objetivo empezará a flaquear debido a un sentimiento mutuo que va creciendo y que los acerca mucho más de lo que quisieran. De todas maneras la trama nos tiene reservadas otras vueltas de tuerca que no conviene revelar pero que cambiarán la perspectiva sobre quien es quien. El tramo final, trágico y sangriento, es el broche de oro de una historia que en otro tiempo pudiera haber escrito el mismísimo Shakespeare, de cuya pluma Zhang Yimou extrae la esencia de la tragedia.
La naturaleza y los bellísimos paisajes se convierten en un protagonista más al servicio de la trama (imborrable la escena en el bosque de los bambúes) y las increíbles coreografías –tanto de las danzas como las de las luchas- son de una precisión y una calidad que realmente sorprenderán a más de uno. Ningún rubro técnico deja de sobresalir, ni la imponente fotografía con sus colores a pleno, ni la música, sugestiva y apropiada para cada secuencia que lo requiera.
Realmente no hay muchas oportunidades, hoy en día, de ver en una pantalla una experiencia fílmica como la que ofrece este gran autor chino con La casa de las dagas voladoras. Es una prueba concreta de que el cine es arte.
Título: La casa de las dagas voladoras
Titulo Original: Shi mian mai fu
Director: Zhang Yimou
Género: Acción, Artes marciales, Aventuras, Drama, Romance
Intérpretes: Takeshi Kaneshiro, Zhang Ziyi, Andy Lau y Dandan Son
Duración: 119 minutos
Origen: China, Hong Kong
Año Realización: 2004
Distribuidora: Alfa Films
Fecha Estreno: 12/05/2005
Puntaje 10 (diez)