Resulta inútil lamentarse por el brusco cambio de registro que el realizador brasileño Walter Salles (el mismo de Estación central, Detrás del sol y Diarios de motocicleta) le ha conferido a Agua turbia, remake de un film japonés de horror homónimo cuya fama ha trascendido las fronteras de Asia aunque en nuestro país sólo se conoció gracias al video. Honogurai mizu no soko kara (2002) fue dirigido por Hideo Nakata, responsable de otro hit nipón como Ringu (1998), con esa parsimonia tan particular que poseen los orientales aún para hacer cine de género. La línea argumental se bifurcaba en dos ramas: una se orientaba al drama familiar con la historia de una mamá joven recién divorciada que, junto a su pequeña hija, buscaba y encontraba un departamento barato donde vivir; la otra, de corte fantástico, integraba una presencia fantasmal al sórdido edificio con un fuerte protagonismo temático del agua del título internacional. Baste decir que Nakata construyó un moroso relato de horror, con los golpes de efecto imprescindibles para pegar un par de sustos bien dados, pero con una idea argumental tan macabra como ligera para sostener tanto clima enrarecido. La Dark water americana se la jugó por una decisión mucho más arriesgada: solapar el terror de la original para dejar en primer término el conflicto de los personajes que son aquí mucho más sólidos que en la gélida versión de Nakata. En otras palabras, la película de Salles es más realista, humana e interesante que la de Nakata.
No voy a ser hipócrita y confieso que no creí que Salles fuera la mejor elección (cuanto menos la más lógica) para llevar adelante este proyecto por sus antecedentes como documentalista y su filmografía en la cual prevalecen los dramas sociales. Gran error de mi parte. Ese es justamente el gran acierto de Salles: su preocupación por los caracteres, el contexto donde viven, sus circunstancias que los arrastran a tomar caminos espinosos sin poder evitarlo… En su debut, y posiblemente despedida hollywoodense, Salles no se dejó amedrentar por el sistema americano que banaliza todo el material foráneo que adapta y concretó una obra acorde a su forma de pensar el cine. Por algún motivo milagroso, Hollywood se lo permitió. Sin traicionarse ni permitirse licencias para complacer al gusto del americano tipo (ése que se interesa más por tener el pochoclo y la gasesosa a mano que por lo que le están proyectando en la pantalla), Salles, si se quiere, no hizo lo que se esperaba de una remake (previsible, inflada, con más efectos, etc.) y yo le agradezco por eso. Después de todo, la Dark water japonesa ya cumplió con su objetivo de helar la sangre del espectador.
Sería poco prudente contar más detalles del argumento que los ya mencionados porque el mismo sigue siendo muy limitado como para caer en semejante desliz. A cambio, sí, tenemos una relación más compleja entre los personajes de Dahlia (insustituible la cada vez más delgada Jennifer Connelly), su hija Ceci (Ariel Gade, muy bien marcada por Salles), su ex marido Kyle (Dougray Scott) y personajes secundarios magníficamente delineados por actorazos como John C. Reilly, Pete Postlethwaite y el sensacional Tim Roth (como el abogado de Dahlia, otro ser con problemas afectivos al que dan ganas de ver en una película propia). El que busque con Agua turbia una buena excusa para sentir un cosquilleo pavoroso en el estómago o para abrazar sin complejos al compañero/a de salida seguramente saldrá defraudado de la sala. Empero, si se mantiene la mente abierta, y se acepta lo que se está viendo como lo que es: un drama emotivo con toques fantásticos, podrán disfrutar de la solidez de un producto en el que ni siquiera la poesía está ausente de sus hipnóticas imágenes. La palabra final, como de costumbre, la tiene el espectador. En mi opinión, una gran obra a la altura de lo que puede dar un creador inteligente como Walter Salles.
Título: Agua turbia.
Título Original: Dark water.
Dirección: Walter Salles.
Intérpretes: Jennifer Connelly, John C. Reilly, Tim Roth, Pete Postlethwaite, Dougray Scott, Ariel Gade, Camryn Manheim, Perla Haney-Jardine, Debra Monk, Linda Emond, Bill Buell, J.R. Horne y Elina Löwensohn.
Género: Drama, Remake, Terror, Thriller.
Clasificación: Apta para mayores de 13 años.
Duración: 105 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 28/07/2005.
Puntaje: 9 (nueve)