Por Diego Saladino
Una larga serie de fiascos comerciales llevó a los estudios Disney a buscar un proyecto que resulte irresistible para su cada vez más disminuido público. Mediante un nuevo ejército de personajes de fantasía, y muy a tono con fórmulas ya probadas con anterioridad, parecería que por fin han dado en el blanco. Esta vez de la mano del escritor británico C.S. Lewis (1898-1963), gran amigo y colega en la Universidad de Oxford de J.R.R. Tolkien (¿será necesario aclarar que es el autor de El Señor de los Anillos?), y su saga literaria Crónicas de Narnia iniciada en 1950. Lewis, a diferencia de su célebre compañero que prefirió focalizar su material en adolescentes y adultos, se orientó hacia un target infantil. En las Crónicas Lewis hace una amplia referencia a los temas bíblicos (el Génesis, Adán y Eva, el sacrificio de Jesús, etc.) y a la constante batalla entre el Bien y el Mal. La película estrenada está basada en el segundo volumen de la colección de siete, omitiendo la creación y fundación de Narnia, como así también la explicación sobre el origen del portal mágico en el ropero, que es el tópico del primer libro (El sobrino del mago).
Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero nos introduce en un mundo de fantasía donde cuatro hermanos alejados de su familia por causa de la 2ª Guerra Mundial (este hecho no existe en la novela), deberán olvidar su condición de niños para cargar sobre sus hombros la responsabilidad del destino de la tierra de Narnia. ¿Cómo? Demostrando que en la vida se es responsable de los actos sin importar la edad que uno tenga, y que hasta el más pequeño integrante de una historia puede cambiar el rumbo de la misma. En este punto, por ejemplo, se observa una gran similitud con los los hobbits de El Señor de los Anillos.
Para esta nueva incursión en el cine épico fantástico, otro director neozelandés tomó las riendas de la película. Andrew Adamson, responsable también de la dirección en Shrek y su secuela, ofrece una narrativa prolija dentro de una estructura clásica, donde los efectos son el justificativo de la misma. Técnica y visualmente es correcta aunque no llega a tener la categoría de efectos de la trilogía de El Señor de los Anillos. Además, se le puede objetar a Adamson algunas dificultades en la marcación de los actores, seguramente debido a que el hombre está demasiado acostumbrado a tratar con personajes 3D, lo que redunda en cierta falta de precisión en algunas actuaciones.
El reparto encabezado por Georgie Henley, Skandar Keynes, William Moseley y Anna Popplewell, quienes animan a los cuatro hermanos, es aceptable. Especialmente en el caso de Henley que con 10 años de edad realiza aquí su debut cinematográfico. En el resto del elenco cabe destacar a Tilda Swinton (el arcángel Gabriel en Constantine) en el papel de la malvada bruja blanca y las voces de Liam Nisson (Aslan, el león), Michael Madsen y Rupert Everett, entre otros. Es digna de mención la banda sonora compuesta por Harry Gregson-Williams, otro compositor criado bajo las alas protectoras del gran Hans Zimmer, y el tema compuesto e interpretado por Alanis Morissette.
Las Crónicas de Narnia: El león, la bruja y el ropero es la nueva puerta que se abre a una saga de películas de fantasía que, aunque pudo lograr un mejor nivel visual y artístico en esta primera entrega, será un lugar donde los seguidores del género tendrán una inmejorable ocasión para soñar y volver a ser niños.
Título: Las crónicas de Narnia – El león, la bruja y el ropero.
Título Original: The Chronicles of Narnia: The Lion, The Witch and the Wardrobe.
Dirección: Andrew Adamson.
Intérpretes: Georgie Henley, William Moseley, Skandar Keynes, Anna Popplewell, Tilda Swinton, Rupert Everett, Dawn French y James McAvoy.
Género: Basado en libro, Fantasía, Aventura.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 143 minutos.
Origen: Reino Unido / EE.UU.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 05/06/2006.
Puntaje: 7 (siete)