Por Pablo Arahuete
Menos declamativo que en los últimos trabajos de su padre Pino, Juan Solanas se internó con su cámara y su mirada de recién llegado en los parajes de la Argentina más profunda, más contrastante y menos conocida. Ese lugar de soledades y miserias, el silencioso nordeste, poblado por los “nadies” -seres anónimos de carne y hueso que pierden todo menos la dignidad y su condición de excluidos- esconde, detrás de su imponente belleza, realidades crueles como el tráfico de niños, amparado por la corrupción política; revés de una faz perversa que se ensancha a costa del dolor y la necesidad ajenas.
Una muestra más del saqueo del que, a veces, parece haberse perdido la memoria cuando se juzga con la panza llena y se ensaya una mueca entre perpleja e hipócrita frente a un enemigo implacable: la pobreza. Cuando ésta extiende sus tentáculos deja huellas como la miseria, la desidia, la sensación de un futuro sin futuro. Sobre este terreno movedizo, incómodo, Juan Solanas transita con gran cautela y sin juzgar, con el fin de plasmar dos realidades que se entrelazan a partir de su costado humano.
Nordeste, su ópera prima (antes había incursionado en el cortometraje con el multipremiado El hombre sin cabeza), es un film de búsqueda y descubrimiento que no intenta explicarse sino a través de sus personajes y conflictos. Según el realizador, co-guionista junto a Eduardo Berti, es el resultado de numerosos testimonios que le abrieron un panorama nefasto y para nada explorado por nuestro cine. El relato se construye con
pequeñas viñetas donde se interconectan las historias de Hèléne (Carole Bouquet) y Juana (Aymará Rovera). La primera es una ejecutiva francesa ya madura que tiene intenciones de adoptar un bebé huérfano en Argentina. Al ver que no consigue franquear las barreras burocráticas, opta por el camino de la ilegalidad y viaja hacia Formosa dispuesta a pagar cualquier precio. Un abogado cómplice y una partera se encargarán del resto.
Sin embargo, durante el tiempo de espera comienza a tomar contacto con el paisaje, sus atardeceres, y las pequeñas situaciones de la miseria cotidiana. Así conoce a Juana, una joven formoseña, quien vive en un humilde rancho junto a su hijo Martín de trece años. Sin otro sostén que la venta de chipá que Martín vende cuando sale del colegio, Juana está por perder su vivienda. Ante el inminente desalojo, un embarazo accidental tiñe todo de negro y son muchas las heridas que no cicatrizan.
Así de lacerante es la atmósfera de Nordeste y el microclima en el que la extranjera Hèléne se sumerge con sus preguntas ingenuas pero francas. “¿Por qué dañas al bebé con esa faja?” inquiere Hèléne a una adolescente y futura madre soltera. “Si el patrón me ve, pierdo mi trabajo…”, responde la joven con vergüenza. En los anecdóticos diálogos extractados de la realidad espontánea, sin adornos ni subrayado, aparece el mayor mérito de Juan Solanas: su poder de síntesis y capacidad de escuchar. Esto se complementa con el trabajo compositivo de la imagen desde la textura a veces granulosa y otra de mayor nitidez que cuenta con el talentoso Félix Monti en la fotografía y el apunte musical del bandoneonista Dino Saluzzi.
Nordeste nos confronta con el rostro más duro de la Argentina puertas adentro, le pone ojos y voz a las frías estadísticas (alrededor de 25.000 niños han sido vendidos en los últimos diez años) que pululan entre las noticias. Es cierto que las películas no alcanzan para revertir realidades pero por lo menos sirven para mostrarlas cuando la mirada reposa en el conformismo y la estupidez.
Título: Nordeste.
Título Original: Idem.
Dirección: Juan Diego Solanas.
Intérpretes: Carole Bouquet, Mercedes Sampietro, Juan Pablo Domenech, Enrique Piñeyro, Ignacio Jiménez, Aymará Rovera.
Género: Drama.
Clasificación: no suministrada.
Duración: 104 minutos.
Origen: Argentina/ Francia/ España/ Bélgica.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 30/03/2006.
Puntaje: 9 (nueve)
