Por Pablo E. Arahuete
Salvo por el hecho de haber elegido a un protagonista español, y que de esta manera es inevitable no caer en analogías obvias con la conquista de América, El destino es un film sobre la defensa de la identidad. Identidad que se traduce en preservar lo autóctono y la tierra, aunque eso implique quedarse solo, sin chances de crecer cuando la idea del progreso avanza y arrasa con todo sin importar los que quedan en el camino. Y en ese contexto, en la Puna rodeada de tierra roja y viento se encuentra Tres pozos, pueblito de alfareros. Allí llega Pedro (Tristán Ulloa), disfrazado de cura para contrabandear droga. Nadie sospecharía de un hombre de Dios que viene a salvar las almas y a recuperar la iglesia del pueblo. En medio de la entrega del dinero, a Pedro lo hieren y matan a su guía Jesús, un lugareño que lo introduce en la historia de Tres pozos y despierta su curiosidad al mencionarle un tesoro escondido. Pero es gracias a Gregoria -una niña que lo encuentra casi muerto- que se produce el milagroso encuentro de Pedro y la gente. Esperanzados con la visita, necesitan la palabra del padrecito para resolver un conflicto: que construyan un camino que atraviese el pueblo o continuar sobreviviendo con la venta de alfarería, cuya materia prima es la arcilla. A Pedro le interesa únicamente robar las piezas de oro guardadas en la iglesia, pero todavía no tiene transporte. La única que puede ayudarlo es la dueña de la cantina (Mimí Ardú), quien pretende cerrar el trato con los ingenieros, y en una actitud plenamente mercantilista vende productos de plástico en la feria dejando sin recursos a los alfareros.
Plástico contra arcilla, dos símbolos sencillos para plantear el conflicto de ideas como progreso y tradición, globalización y nacionalismo. La arcilla que guarda una estrecha ligazón con la memoria de los antepasados se extrae del cementerio por donde pasará el futuro camino bajo la falsa promesa de prosperidad. Miguel Pereira se instala en su Jujuy natal para contar una historia de desarraigo pero desde adentro, ése que se expande silencioso cuando la identidad se entrega a cambio de espejitos de colores como hace cinco siglos.
El director de La deuda interna descubre personajes sencillos, creíbles y cristalinos como los paisajes que rodean a este embustero cura; igual de transparente en su naturaleza de estafador que no busca redención. Quizás la principal falencia de esta adaptación de un texto del escritor jujeño Héctor Tizón, “El hombre que llega a un pueblo”, obedece al guion un tanto sentencioso en los diálogos. De todos modos, Pereira acierta con el tono, el ritmo y el reparto sin excederse en el preciosismo del paisaje ni en el discurso político subyacente durante todo el metraje.
Título: El destino.
Título Original: Idem.
Dirección: Miguel Pereira.
Intérpretes: Tristán Ulloa, Carolina Román, Mimí Ardú, Tukuta Gordillo, Tomás Lipán, Daniela Carril, Titina Gaspar y Rubén Fleita.
Género: Drama.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 90 minutos.
Origen: Argentina/ España.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: Primer Plano Film Group.
Fecha de Estreno: 23/08/2007.
Puntaje: 6 (seis)