Por Emiliano Fernández
Los principales responsables detrás y delante de cámara cumplen a rajatabla con lo prometido: hay desde referencias a las aventuras del pasado y citas a iconos de la época como Elvis o el Brando de El salvaje, hasta persecuciones coreografiadas a la perfección, un diseño de producción apabullante y por supuesto el gran final en donde nada de lo exhibido queda en pie…
Y finalmente 20 años después llega un nuevo eslabón en la franquicia sobre el arqueólogo aventurero más famoso de la historia del cine. Con gran parte del equipo técnico fallecido o retirado, el tándem Steven Spielberg/George Lucas/Harrison Ford consigue mantener el espíritu de las originales pero patina feo en cuanto a la trama, una mezcla un tanto extraña entre lo producido por el combo a finales de los ’70 y algunos elementos clásicos dentro de la saga (expediciones alrededor del mundo, objetos místicos, peligros a gran escala, pasadizos y trampas, villanos de caricatura, etc.). No hay sorpresas a la vista, cada giro se ve venir con mucha anticipación, el ritmo narrativo es parejo, contamos con interesantes secuencias de acción, la realización es súper profesional y el tono pretende pasar por retro. Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal (Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull, 2008) es un entretenimiento digerible y contradictorio que carece de la fuerza y garra de sus antecesoras.
Spielberg había dicho que sólo el 30% de los efectos visuales serían con CGI, pero a simple vista parece que el porcentaje aumentó en post-producción (de hecho, el film arranca con una toma a pura computadora…). Aparentemente las dos décadas de espera se explican por un capricho de George Lucas: el tipo se obsesionó con las calaveras de cristal cuando a principios de los ’90 trató el tema en uno de los capítulos de aquel bodriazo para televisión llamado El joven Indiana Jones (The Young Indiana Jones Chronicles). Ford y Spielberg le retrucaron, con razón, que el tópico ya había sido trabajado en Los cazadores del arca perdida (Raiders of the Lost Ark, 1981) y en la primera secuela, Indiana Jones y el templo de la perdición (Indiana Jones and the Temple of Doom, 1984). No es difícil imaginar la enorme cantidad de guiones y reescrituras que se fueron acumulando a través de los años… David Koepp, el encargado de darle forma definitiva al antojo de Lucas, hizo lo que pudo y salió bastante bien parado en el trámite.
En cuanto a la historia, quizás uno de los mayores aciertos haya sido dejar transcurrir el tiempo (es muy probable que este fuera un requisito impuesto por el amigo Harrison, hoy de 65 pirulos). Así las cosas, ahora todo transcurre en 1957, durante la guerra fría y la caza de brujas contra los supuestos comunistas internos. Como no podía ser de otra forma, Indy trabajó para el gobierno estadounidense en el análisis de unos misteriosos descubrimientos y precisamente por ello es capturado por los soviéticos, los cuales se muestran muy interesados en todo aquello que garantice la superioridad en el conflicto. Desde ya que puede escapar, vuelve a la universidad y termina expulsado bajo la sospecha de “rojo”. En ese momento aparece un joven que le pide ayuda para encontrar a su madre y un viejo colega desaparecido. El Dr. Jones no puede consigo mismo y termina empantanado en un nuevo complot encabezado por los rusos para encontrar las calaveras de cristal de la ciudad de Akator, más conocida como El Dorado…
Ford conserva el carisma, se mueve con agilidad y completa por cuenta propia muchas de las pruebas físicas. Como el personaje siempre fue un antihéroe improvisado, este busca-tesoros no sufre demasiado a raíz del factor tiempo y sus efectos humanizantes. El mayor problema es que uno por momentos tiene la sensación de que este espectáculo fue construido por un conjunto de abuelitos que en mayor o menor medida han perdido el toque, aquella chispa inclasificable que se mantuvo hasta Indiana Jones y la última cruzada (Indiana Jones and the Last Crusade, 1989). Sin embargo, se debe aclarar que los principales responsables detrás y delante de cámara cumplen a rajatabla con lo prometido: hay desde referencias a las aventuras del pasado y citas a iconos de la época como Elvis o el Brando de El salvaje (The Wild One, 1953), hasta persecuciones coreografiadas a la perfección, un diseño de producción apabullante y por supuesto el gran final en donde nada de lo exhibido queda en pie.
Acompañando al protagonista encontramos a John Hurt (Oxley, el profesor perdido), Ray Winstone (Mac, un amigo/enemigo), Karen Allen (Marion, antigua novia que conocimos en el primer film) y Shia LaBeouf (Mutt, suerte de “continuador” de las hazañas de Indiana). A pesar de que Cate Blanchett está muy bien como Irina Spalko, la experta en “asuntos paranormales” de Stalin, no se puede dejar de percibir la falta de ideas novedosas, capaces de vitalizar el desarrollo. Otra vez una mujer como representante de un régimen malvado que busca conquistar al mundo. La formula “el Dr. Jones contra los comunistas” no termina de convencer debido al poco vuelo del relato. Y mejor ni hablar de la escena en la que el arqueólogo sobrevive a una explosión nuclear… Digamos que el verosímil a lo largo de la serie estuvo sustentado más en los personajes que en las situaciones. Mérito exclusivo de Koepp es el haber balanceado con coherencia latiguillos cómicos, comentarios circunstanciales y diálogos explicativos.
Spielberg levanta el nivel con respecto a fiascos como Munich (2005) y Guerra de los mundos (War of the Worlds, 2005), recupera algo de una frescura que parecía extinta, y a fin de cuentas redondea su mejor propuesta ATP desde Jurassic Park (1993). Lucas continúa imperturbable en su atalaya y Harrison Ford consigue la proeza de que nos olvidemos de sus últimos mamarrachos. La película es fundamentalista casi por obligación (de lo contrario se perderían los fans históricos); pero no posee la apariencia ni el encanto ni la sensatez de las tres primeras entradas. ¡Cómo se extraña a Sean Connery! Falta alguna contrafigura de relevancia, ajeno al protagonista y con peso propio. Los realizadores fallaron en hacernos creer que Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal fue filmada en los ’80. Aún así, es una propuesta mucho más válida y llevadera que la mayoría de las que circulan actualmente por la cartelera. Estamos ante los grandes valores del ayer, aunque parece que no serán los eternos, los de siempre…
Título: Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal
Titulo Original: Indiana Jones and the Kingdom of the Crystal Skull
Director: Steven Spielberg
Intérpretes: Harrison Ford, Karen Allen, Cate Blanchett, Shia LaBeouf, John Hurt, Ray Winstone
Género: Acción, Aventuras, Secuela
Duración: 122 minutos.
Origen: Estados Unidos
Año Realización: 2008
Calificación: Apta todo público, con reservas
Distribuidora: UIP
Fecha Estreno: 22/05/2008
Puntaje 6 (seis)
El staff opinó:
-Si bien es cierto que cualquier secuencia de acción de King Kong -por citar un ejemplo- superan con creces a las dos horas de la última saga del arqueólogo fóbico a las víboras, tanto en ideas, peripecias como efectos visuales, eso no significa que esta nueva aventura de Indiana Jones no cumpla a conciencia con la mística de sus tres antecesoras. En un intento por recuperar la aventura y la inocencia, Spielberg hace lo que puede con un guión demasiado elemental y flojo pero que no traiciona desde ninguna línea al héroe y guarda una estrecha coherencia con el estilo de las ya hoy regresivas y atrasadas Indianas de antaño. Para los nostálgicos será una fiesta; para los amantes del género una grata y a la vez ingrata experiencia y para los indiferentes otra de aventuras…- Pablo E. Arahuete (6 puntos)