Por Pablo E. Arahuete
Vaya a saber qué atrajo a los productores Martin Scorsese y su socia Barbara de Fina para apostar en este drama intimista con sello independiente exhibido en varios festivales, entre ellos el de Toronto donde se alzó con el premio de la crítica en el 2008. Seguramente no fue la historia en sí, concentrada en las resonancias de dos familias disfuncionales prototípicas de fines de los 70 en Long Island, pequeña ciudad con bosques y ciervos en su interior en la que se desarrolla una trama casi anecdótica, la cual bajo una aparente tranquilidad y parsimonia oculta conflictos internos, dolores, frustraciones y crisis entre los personajes.
El protagonista central es Scott (Rory Culkin), un adolescente en pleno despertar sexual que debe soportar los episodios alcohólicos de su madre Brenda (Jill Hennessy); las infidelidades y los desplantes de su padre Mickey (Alec Baldwin) y la ausencia de un hermano mayor Jimmy (Kieran Culkin), soldado que antes de partir hacia una futura guerra en Las Islas Malvinas -pretexto ideal para huir de esa familia- lo defiende de los atropellos de un matón del colegio que lo humilla frente a su vecina Adriana (Emma Roberts) por quien siente una atracción irrefrenable.
Ella, también precoz como él, intenta transmitirle una cuota de madurez y rebeldía que en realidad no tiene, como parte de su coraza emocional para que la enfermedad de su padre Charlie (Timothy Hutton) y la promiscua vida de su madre Melissa (Cynthia Nixon) la afecte lo menos posible. Lo que en realidad no soporta es confrontarse con el deterioro progresivo que va mostrando Charlie como consecuencia de la enfermedad de Lyme, extraña suma de síntomas que desencadenan en trastornos neurológicos y severos cambios de conducta, que terminan por aislarlo del entorno.
Ese deterioro repercute en la dinámica familiar y es el reflejo deformante que encuentra Scott en su propia casa con padres al borde de la separación.
El director Derick Martini, debutante detrás de cámara para ese entonces (la película es de 2008), construye en Aprender a vivir (traducción poco feliz del original Lymelife) un film pequeño y austero que si bien no resulta a esta altura novedoso cuenta con una excelente dirección de actores y un guion sólido sin pretensiones que se apoya en la plataforma del relato iniciático.
Aclaración: el público local no entenderá las referencias a los ciervos sin tener presente que la enfermedad de Lyme es transmitida por una garrapata que succiona la sangre del animal y luego pica al hombre. Y así como la garrapata se aferra a su víctima y succiona puede pensarse que las familias hacen lo mismo en relación a sus hijos cuando la enfermedad se vive puertas adentro y busca sus emergentes.
Título: Aprender a vivir.
Titulo Original: Lymelife.
Director: Derick Martini.
Intérpretes: Rory Culkin, Alec Baldwin, Jill Hennessy, Emma Roberts, Kieran Culkin, Cynthia Nixon, Adam Scarimbolo y Timothy Hutton.
Género: Drama.
Duración: 95 minutos.
Calificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Origen: EE.UU.
Año Realización: 2008.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha Estreno: 14/07/2011.
Puntaje: 7 (siete)