Título: Steve Jobs
Dirección: Danny Boyle
Clasificación: No disponible
Duración: 122 minutos
Género: Biopic
Distribuidora: UIP
Origen: Estados Unidos
Intérpretes: Michael Fassbender, Kate Winslet, Jeff Daniels, Seth Rogen, Michael Stuhlbarg, Katherine Waterston, Makenzie Moss, Ripley Sobo, Perla Haney-Jardine, Sarah Snook
Año de realización: 2015
Fecha de estreno: 31/12/15
Puntaje: 6 (seis)
Por Pablo Arahuete
Por un lado la sorpresa y por otro no. Con esto se puede resumir los altos y bajos de Steve Jobs -2015-, la biopic inspirada en su biografía autorizada, que no avanza desde lo cronológico en el derrotero de su actividad, sino que lo hace a partir de la coyuntura de algunos acontecimientos imprescindibles para reconocer en el personaje las contradicciones de un hombre, que hasta el día de hoy, tras su fallecimiento en 2011, despierta voces a favor y en contra de su obra.
La sorpresa se encuentra sencillamente en la dirección de Danny Boyle, un cineasta caracterizado casi siempre por el pulso vertiginoso, Trainspotting -1996-, pasando por Slumdug Millionaire -2008-, quien en esta ocasión opta por un tono mucho más conservador en lo que a puesta en escena se refiere y sobre todo al ritmo que impregna en un relato atravesado por la verba irrefrenable de cada uno de los personajes que intervienen.
La no sorpresa la marca el guión del notable Aaron Sorkin, responsable también de Red Social (Social Network -2010-), aquella biopic sobre el creador de Facebook, Mark Zuckerberg, un muchacho que no tenía amigos y tuvo que inventarse contactos virtuales para cambiar el rumbo de su historia. Tampoco podemos dejar de lado el sustancial trabajo del guionista en una serie subvalorada de HBO como lo fuera The News Room, liderado por el gran Jeff Daniels, quien en este caso se mete en la piel de John Sculley, CEO de Apple durante diez años.
Ese tándem creativo tomó la figura de Steve Jobs y la despojó de toda idealización posible para dejar en claro la atribulada convivencia del hombre con su pensamiento solitario y un entorno que no lo comprendía. Si eso implica un elemento lo suficientemente sólido como para hacer de Steve Jobs una película de interés general, esa incómoda pregunta conlleva una incómoda respuesta: no.
Entonces, la idea de confrontar la tarea de Steve Jobs como aquel visionario que con el correr de las décadas terminó ganando la batalla comercial, en lo que a computadoras domésticas se refiere, resulta un tanto pobre para el exceso verbal y de metraje de este opus del realizador de Tumba al ras de la tierra -1994-.
La estructura narrativa divide los hitos de esta biopic en el antes y el después de los lanzamientos de tres computadoras: Macintosh, NeXT y iMac. Sin entrar en detalles técnicos –en la película abundan- las contradicciones entre la visión de Jobs y todo el resto de su equipo son notorias. También su falta de tacto y arrogancia que se demuestra en cada minuto de metraje.
Desde ese lugar de vulnerabilidad, el Steve Jobs cotidiano deja de ser el centro y pasa a la periferia para que otros interlocutores tomen la posta a veces rozando un estilo teatral en la entrada y salida en cuadro, aunque son menos esos momentos en relación a los planos meticulosamente fabricados por Boyle, donde el espacio cobra un sentido dramático importante y resalta la soledad del protagonista.
En medio del vértigo de peleas, tanto con sus empleados que no le hacen caso o le temen como con la madre de su hija Lisa (Makenzie Moss) –pese a no reconocer la paternidad tras un examen de ADN- crece el costado más polémico del personaje por su desafectación de todo aquello que implica una emocionalidad, mientras su mano derecha, interpretada por Kate Winslet carga con sus problemas tanto en el quehacer laboral como íntimo.
El relato no pasa de esa frontera, entre la intimidad y la exposición para jugar con las máscaras detrás del hombre y las palabras. Tal vez, en esta ocasión, un tanto excesivas. Algo que en Red Social el propio David Fincher se encargó de equilibrar, teniendo en cuenta la verborragia de Zuckerberg.
Sin embargo, Michael Fassbender compone un personaje atravesado de aristas y contradicciones que puede utilizar de manera beneficiosa para lucirse en los momentos dramáticos y ejecutar, por momentos, parlamentos shakeaspearianos de la mano de Sorkin y su pluma eficaz.
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