Por Emiliano Fernández
Recuperando el impulso aterrador que antaño nos dejaba el costado menos amable de la convivencia con nuestros semejantes, The Monster es una hermosa sorpresa que traza una analogía entre los agentes del dolor que se ubican dentro y fuera del hogar…En un período en el que gran parte del mainstream cinematográfico ratifica una y otra vez su crisis creativa mediante la estrategia de volcar al terror y la ciencia ficción hacia la fantasía adolescente más destilada e inofensiva, Bryan Bertino en The Monster (2016) no sólo hace lo que quiere y esquiva toda nivelación infantiloide sino que además subvierte cuatro de los estatutos políticamente correctos que enmarcaron a dichos géneros desde la década del 90 hasta la fecha: le escapa al humor en formato relax porque pretende enaltecer el devenir dramático, invierte en el campo de la indefensión los roles de los padres y los hijos, deja de lado ese feminismo de cartón pintado que duplica las estigmatizaciones del machismo y finalmente evita el atajo del “camino del héroe” en lo que atañe al retrato de la pubertad, trabajando la adecuación hacia la adultez como un envalentonamiento agridulce.
La esplendorosa anomalía que nos ocupa adopta una progresión bipartita cuyas vertientes avanzan en paralelo, la primera dando cuenta de un presente hegemonizado por el viaje en auto de Kathy (Zoe Kazan) y su hija Lizzy (Ella Ballentine) hacia la casa del padre de la niña, y la segunda abarcando los pormenores de la relación entre la joven y la mujer vía una serie de flashbacks. Por una vez la premisa vinculada al género -léase el accidente en el trayecto, la inmovilización y el ataque de la criatura a la que hace referencia el título- está subordinada al desarrollo de personajes; o dicho de otro modo, el director apuesta a un peligro aun mayor que subyace en la conexión maltrecha de las protagonistas. De hecho, el martirio de la negligencia y el abuso, ambos enraizados en el alcoholismo de Kathy, supera en congoja a la celeridad que ofrece una hipotética muerte en manos del monstruo de turno.
Mientras que se suceden los episodios de desatención para con Lizzy y crece la aversión de la susodicha hacia su progenitora (hablamos de un realismo melancólico que no maquilla la coyuntura y recurre a la crueldad), el “imprevisto” en la ruta refuerza el amor paradójico entre ambas y asimismo emparda ligeramente la dependencia emocional y mundana del dúo (hasta ese momento la sensata era sin dudas la nena, ya que el comportamiento ciclotímico de su madre ocupaba el rol del infante caprichoso: la llegada de la furia externa cambia el asunto de golpe). El gran triunfo del guión del propio Bertino radica en la naturalidad desde la cual se edifica la metamorfosis, sin diálogos pomposos ni poses heroicas berretas símil Hollywood, y en la inteligencia de una puesta en escena minimalista basada en los cuentos de hadas y una dialéctica de “encierro al aire libre” en un vehículo que deviene en refugio.
Hasta cierto punto podemos afirmar que la película funciona como el remate de una trilogía exquisita acerca de los peligros latentes en la sociedad estadounidense: así como Los Extraños (The Strangers, 2008) analizó la violencia al azar y Mockingbird (2014) hizo lo propio con el sadismo delirante del norte, The Monster examina la white trash y dos de sus subproductos, las adicciones y la desidia parental (para colmo criticando a la “sacrosanta” figura materna). Los miedos a una situación de desprotección y a un entorno impiadoso están relegados con respecto al desajuste familiar, el que uno no puede simplemente suprimir porque obedece a nuestra formación cultural. Es esa internalización del sustrato social el punto en común entre la realización y otros opus como Criatura de la Noche (Låt Den Rätte Komma In, 2008), El Laberinto del Fauno (2006) y The Host (Gwoemul, 2006).
A esta altura del partido, en un contexto dominado por los CGI y el hedonismo más trivial, resulta muy refrescante este regreso a un engendro de cepa lovecraftiana y tracción a animatronics y trajes especiales, lo que a su vez está en consonancia con una honestidad brutal -deudora del indie- que muestra sus colmillos en el llanto y la angustia que producen tanto la conducta compulsiva de Kathy como las arremetidas del monstruo animalizado. Más que ante una fábula de crecimiento espiritual a la “coming of age”, estamos frente a una reconstrucción conceptual del proceso de independencia para con nuestros padres y sus demonios/ frustraciones: a la par que Lizzy vislumbra la posibilidad de comenzar a caminar sola por primera vez sin la sombra atrofiada de su madre, ésta última descubre que lo mejor sería exorcizar a la jovencita de su compañía y esperar que no repita los errores del linaje…
Título: The Mosnter
Dirección: Bryan Bertino
Intérpretes: Zoe Kazan, Scott Speedman, Aaron Douglas, Ella Ballentine, Christine Ebadi, Chris Webb
Clasificación: No disponible
Género: Terror
Duración: 91 minutos
Origen: Estados Unidos
Año de realización: 2016
Puntaje 8 (ocho)