Por Giuliana Bleeker
Nominado a la categoría de Mejor Película Extranjera en los Oscars 2017, el film danés Land Of Mine (“Under Sandet” en su idioma original) retrata la historia de unos jóvenes prisioneros de guerra alemanes una vez finalizada la guerra.
“No quiero ir a la guerra, no quiero que me maten, porque soy muy joven para ser un cadáver”, así manifestaba en su letra una de las bandas punks más importantes de nuestro país en obvia alusión a los muchachos reclutados en la Guerra de Malvinas de 1982. Pero bien sabemos que el empecinamiento de las dictaduras con los más jóvenes no es una vivada argentina y tiene sus antecedentes en la historia mundial. Los contextos cambian pero la historia es siempre la misma.
Nos trasladamos en el tiempo a mayo de 1945: Una vez que el grupo de los Aliados logra la rendición de las tropas hitlerianas, se daba casi por terminada la sangrienta Segunda Guerra Mundial (si, casi, no nos olvidemos de las bombas sobre Hiroshima y Nagasaki en agosto del mismo año, con la posterior rendición de Japón). Con una Europa desbastada, millones de muertos y Estados Unidos y la URSS en plena expansión de sus zonas de influencia, se abría paso un nuevo mapa político de la posguerra.
En ese momento particular de la historia es donde se desarrolla Land Of Mine, la película del director danés Martin Pieter Zandvliet. Durante la guerra, Dinamarca, al igual que Noruega, fue uno de los países colonizados por las fuerzas Alemanas. Allí estuvieron hasta la finalización de la misma y luego de que las tropas inglesas lograran desalojarlas sin apenas resistencia. Sin embargo, a los soldados no les iba a salir barato los cinco años de ocupación de las tierras danesas. Como sucede en el film, un grupo de prisioneros alemanes son obligados a quedarse en el país desarmando las miles de minas esparcidas por todo el territorio de la costa oeste. Pero a este escabroso trabajo que en un solo segundo y ante la menor falla puede aniquilar la vida de un ser humano hay que agregarle el rasgo característico de todo la cinta: los prisioneros son todos niños de no más de 14 años.
El sargento Rasmussen (Roland Møller) es el encargado de vigilar a este grupo de chicos mientras cumplen con el difícil trabajo que, como les anticipa el déspota oficial, en principio y con suerte duraría alrededor de tres meses. Mientras tanto, los jóvenes deben sufrir el frio, el hambre y los maltratos de este hombre que siente un profundo impulso de violencia y desprecio hacia estos soldados alemanes que ante los ojos de cualquier danés representan todo el padecimiento de la guerra.
Si hay algo que permanece intacto durante la hora y media del film es la tensión que genera cada vez que observamos a uno de estos chicos desactivando una de las minas. El temblor en sus manos, la agitación y el miedo y la angustia que reflejan sus caras cuando uno de sus compañeros resulta víctima de una explosión, es estremecedor. Los niños lloran, piden por sus madres, conversan entre ellos sobre lo primero que harán una vez que regresen a su país, todo impregnado con una inocencia y ternura que hace imposible que el espectador continúe viéndolos como parte de una juventud hitleriana.
La misma dificultad que representa para nosotros, también es vivida por el sargento a cargo. A pesar de que intenta mantener cierto distanciamiento, no logra colocarse inmune ante las muertes prematuras de esos chicos. La vulnerabilidad que representan estos jóvenes inexpertos produce que el jefe se doblegue. Su actitud comienza a cambiar, deja de implantar el miedo y a relacionarse de una forma más humana. Sin embargo, no puede obviar el hecho de que es un oficial y debe seguir órdenes muy claras que por supuesto no avecinan un buen futuro para aquellos soldados.
Land of Mine (Bajo la arena) es una historia que irremediablemente genera un debate interno. ¿Por qué un grupo de adolescentes debe pagar las consecuencias de una guerra generada por los gobiernos? ¿Qué se tendría que haber hecho con ellos? ¿Su liberación no tendería a justificar la de otros soldados partícipes de la masacre? Son algunas de las preguntas que merodean luego de finalizada la cinta. Una historia conmovedora, con gran producción y excelentes papeles actorales que indudablemente pone al cine danés en otro nivel.