Por Francisco Nieto, corresponsal Cine Nueva Tribuna, España
A partir de los mimbres con los que había confeccionado sus dos anteriores y premiados filmes (Gloria en 2013 y Una mujer fantástica en 2017), sendos retratos de dos mujeres que se desvían de la senda que la sociedad ha trazado para ellas en aras de una búsqueda de libertad que es, a la par, una búsqueda y defensa de su propia identidad, de sí mismas, el chileno Sebastián Lelio ha sido seleccionado por la productora y actriz Raquel Weisz para poner en pie un nuevo retrato femenino, en lo que ya se está convirtiendo en marca de fábrica del cineasta sudamericano, particularmente dotado para convertirse en otro nuevo director de mujeres (a lo Cukor, o a lo Almodóvar) en una época propicia para la reivindicación femenina o feminista.
El cambio de lengua (el español por el inglés) y de producción (de la periferia al mainstream) no le ha sentado nada bien al artífice de aquella radiografía de una mujer bella en su madurez vital, fotografía de una generación de mujeres que tuvieron que renunciar por el camino a su propia realización, a la vez que estudio oblicuo de la sociedad chilena desde la dictadura pinochetista hasta nuestros días.
La desnudez corporal de Gloria era un síntoma de verdad y de autenticidad, de naturalidad y de hondura. Con su siguiente película, Lelio añadía la reivindicación del elemento transgénero, dentro de un discurso coherente con esa búsqueda citada de la libertad y de la plenitud vital, contra todas las imposiciones sociales y restricciones morales.
En Desobediencia parece ser que el camino trazado persigue el mismo objetivo: mostrarnos el proceso de liberación de una joven profesional judía y con tendencias lésbicas (Rachel Weisz), que ha debido desarraigarse por completo para poder vivir con plenitud. En cierto modo, el director fuerza los vectores del conflicto en lugar de permitir que este se origine de modo natural porque parte de un punto de vista que exige y da por sentado la complicidad del espectador con tal proceso de emancipación de la protagonista.
Implícitamente, se diseña una dialéctica entre el mundo profano y el religioso, entre lo seglar y lo sagrado, en unos tiempos en que el mundo occidental ha asumido la secularización como una de sus señas de identidad. Se parte de una situación marcada de antemano y esas trampas ideológicas lastran el discurso narrativo, mediante la condescendencia y la manipulación diegética.
La pertenencia a una cerrada y, por definición, asfixiante comunidad religiosa será el factor detonante que provoque la actitud reactiva de la protagonista, para mayor colisión narrativa hija de un rabino con consideración de sabio y casi santo. La muerte en directo de su progenitor, durante la misa hebrea, sirve de prólogo a una película con una estructura circular, pues otra celebración, en este caso la misa funeral en honor de dicho rabino y la consagración pública de su sucesor, será el colofón, al que se le añadirá una coda de redención.
Entre medias, Lelio aspira a pergeñar una historia frustrada de amor juvenil entre un triángulo protagonista, cuyos rescoldos todavía humean en el presente. Esas ascuas aparentemente sofocadas son las que se reavivan cuando la hija del difunto rabino regresa, sorprendentemente y sin aparentemente haber sido invitada, a Londres, desde el exilio de Nueva York (mejor, el destierro que se ha autoimpuesto y al que ha sido empujada) para el funeral de su padre, única familia que le queda.
Los primeros cincuenta minutos son una exposición de ese microcosmos hebreo, de ese gueto no sólo espacial, sino moral, religioso, vivencial. Aparece la parafernalia y la emblemática asociadas a lo judío: la menorá, la mezuzá, la kipá, la mención al estudio de La Torá, el análisis e interpretación del Cantar de los cantares, las cenas familiares, la tensión latente y el repudio del que fue merecedor la protagonista, orquestado por su propio padre para preservar la pureza primigenia.
La paz ha sido filmada, o al menos ese ha sido el inconsútil anhelo de la trama de Lelio.
Título: Desobediencia.
Título Original: Disobedience.
Dirección: Sebastián Lelio.
Intérpretes: Rachel Weisz, Rachel McAdams, Alessandro Nivola, Anton Lesser y Allan Corduner.
Género: Drama, Romance.
Clasificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 114 minutos.
Origen: Reino Unido / Irlanda / EE.UU.
Año de realización: 2017.
Distribuidora: Independiente.
Fecha de estreno: 02/08/2018.
Puntaje: 5 (cinco)