Por Laura Ayet, corresponsal Cine Nueva Tribuna, España
El reloj marca el tiempo. Sólo falta una semana para el treinta cumpleaños de Jonathan, y se siente a las puertas de la gloria y la mediocridad a la vez. Ambas viven una al lado de la otra, y como dice Guillermo Del Toro, no tienen números en la puerta.
Basada en la obra autobiográfica de Jonathan Larson, el creador del musical que revolucionó Broadway con su musical Rent. Es el relato del proceso creativo de su primer gran proyecto musical: una fantasía futurista salvajemente ambiciosa llamada Superbia, que parecía que sólo iban a entender 4 gatos.
Adaptado para la pantalla por Steven Levenson (Fosse/Verdon, 2019), supone el debut como director en cine de Lin-Manuel Miranda. Aunque al artista no le faltan tablas, se ganó el respeto del mundo del espectáculo con su Hamilton. Por eso es el más indicado para dirigir la orquesta en esta oda a otro genio de Broadway. La narrativa es bastante convencional, pero añaden un elemento estructural, con cortes en los que nuestro protagonista interpreta su propio musical en el escenario y se auto-comenta, a modo de narrador ocasional. A veces le añade un toque de humor, pero también puede interrumpir la inmersión a la trama.
La película, aunque, como todos los musicales, no es para todos los públicos, consigue un equilibrio que conquista a los escépticos y a la vez a los fans del género. En la música, con sonido en directo en muchas canciones, destacan 30/90, “Johny Can’t Decide” y “Come to Your Senses”. La escena se llena de cameos en la canción “Sunday”, con pesos pesados como Joel Grey o Chita Rivera, hará que los fans de Broadway lo disfruten al máximo. Lin-Manuel Miranda escribe una carta de amor al teatro en Nueva York, con la preciosa luz que Alice Brooks (In the Heights, 2021) siempre le saca a la ciudad.
Es uno de los platos fuertes del género esta temporada. Desde la gloria de La La Land (2016), ya que ese año lo consiguió todo (excepto el Oscar a Mejor Película), Hollywood tiene un ojo puesto en los musicales. Con ansias de otro exitazo, pero a falta de nuevas ideas, pronto se estrenarán la revisión de Cyrano de Bergerac de Joe Wright y el remake, de dudosa necesidad, de West Side Story de Steven Spielberg. Pero, a diferencia de estos titanes, o de la propia La La Land, el film no es un show espectacular, sino un musical más íntimo, para poder trasmitir la sinceridad del Jonathan Larson.
El actor Andrew Garfield siempre lo da todo en sus trabajos, pero aquí está sencillamente eléctrico, ya que demuestra su rango emocional además de sus habilidades como cantante. Realizando el mejor trabajo de su carrera hasta la fecha, quizás porque esta obra le permite estar entre dos aguas, sus dos amores, el teatro y la pantalla. Fuerte candidato al Oscar.
Desde el primer momento Andrew Garfield nos conquista con su sonrisa y nos lleva de la mano a través de la película, convirtiéndose en lo mejor de ésta, transmitiendo esa ansiedad constante, al borde de la desesperación del escritor. Siempre entusiasta y encantador, agotado y a la vez encendido, buscando inspiración creativa con Hair y R.E.M., mientras se distrae involuntariamente y la página sigue en blanco.
La mayor parte del metraje se centra en el bloqueo de Jon para escribir la última canción, pero las agujas del reloj corren para todos. Fuera de la burbuja de sus obsesiones, en el mundo exterior, nuestro protagonista está perdiendo a sus seres queridos de diferentes formas. Muchos de sus amigos mueren a manos del virus del SIDA, en un momento en que esa pandemia marcó el tiempo de sus víctimas. Su mayor confidente, Michael, renuncia a sus propios sueños en el mundo del espectáculo, a favor de una vida más (aparentemente) segura y una carrera práctica en el mundo de la publicidad. Mientras, el amor de Jonathan por el arte deja en un segundo plano a su novia, la bailarina Susan…
De los personajes secundarios, destaca por encima de todos Robin de Jesús con una excelente interpretación, llegando en algún momento incluso a robarle el protagonismo a Garfield. Con sus 3 Tonys, en los momentos musicales eso tampoco se podría considerar una sorpresa, pero sí que lo es cuando, a medida que la trama avanza, y ésta profundiza en su personaje, podemos ver la parte más dramática, tanto de sus cualidades interpretativas como del metraje en sí. No nos extrañaría que, si la campaña de la película va bien, consiga también la nominación.
Aunque no todos llegan a la nota. Vanessa Hudgens hizo Grease: Live para la televisión, así como de Mimi en la versión de parecido formato de Rent, ambas con Fox. Aún con esa experiencia reciente y positiva, no acaba de encajar aquí, parece incluso más enfocada en cuáles son sus planos buenos, que en como expresar emociones reales. Quizás debería haberse quedado en otros trabajos de la plataforma Netflix, como Intercambio de princesas…
Nadie se proclama vencedor en la película. Después de ver en diferentes momentos los primeros destellos de la mortalidad a lo largo de ella, nuestro héroe no consigue su final feliz. A los espectadores se nos recuerda que Jonathan Larson nunca llegó a conocer el éxito de su obra. El mismo día en que comenzaban las representaciones de Rent, el joven compositor falleció, una terrible metáfora de la angustia detrás del telón. Hay films dedicados explícitamente a los artistas y a los soñadores, pero este es uno de los pocos que de verdad lo consigue, dejando tanto al espectador como al protagonista, con la creencia de que ese interminable esfuerzo, quizás algún día valdrá la pena.
Título: tick, tick… Boom!.
Título Original: Idem.
Dirección: Lin-Manuel Miranda.
Intérpretes: Andrew Garfield, Alexandra Shipp, Robin de Jesus, Vanessa Hudgens, Joshua Henry, Bradley Whitford, Judith Light, Jordan Fisher, David Iacono, Joanna Adler, Alex D. Jennings, Marie Rose Baramo.
Género: Biografía, Drama, Musical.
Clasificación: no disponible.
Duración: 115 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2021.
Plataforma de streaming: Netflix.
Fecha de Estreno: 19/11/2021.
Puntaje: 8 (ocho)