Por Omar Tubio
Que Pol-Ka (la famosa productora de Adrián Suar) haya puesto un dinero en esta película resulta por lo menos curioso. Nada tan lejos de la impronta común a todos sus productos, tanto televisivos como cinematográficos, que este segundo trabajo de Trapero, en el cual se advierten varios cambios en lo temático y un notorio avance en lo estético.
Como en Mundo grúa la historia es mínima y los protagonistas seres comunes arrastrados por alguna fuerza que los lleva a encontrar su lugar y algún afecto que los cobije. Pero esta vez no se trata de un querible albañil y sus desgracias, sino de un personaje más bien oscuro y que en ningún momento trata de ganar nuestra simpatía. En este sentido Trapero se cuida y mucho de establecer una identificación con el espectador. Solo somos testigos de una realidad que acecha al personaje y lejos está el director de condenarlo. Quien quiera encontrar en el film una bajada de línea no va a poder. Nada de lo que se ve o escucha es algo que no pudiéramos saber o imaginar en nuestro propio inventario común. Si bien es cierto que el comportamiento que se muestra en torno al plantel policial de la provincia no es el mejor ejemplo, ni lo que uno desearía como tal, también hay que admitir que no es muy diferente en cualquier película yanqui de este y otros tiempos o incluso peor y más jugado. Remitirse al reciente policía jugado por Denzel Washíngton en Día de entrenamiento.
Desechado el papel testimonial o de denuncia que podía haber tenido el film, Trapero se concentra en su personaje, Zapa, un perdedor nato, que sin comerla ni beberla se ve envuelto en un robo en su pueblo natal y que gracias a algún contacto familiar con la policía de Buenos Aires, es enviado allí para iniciarse como tal. De ladrón a policía en un estrechísimo paso. Un paso decisivo que cambiará su existencia y su carácter y lo internará en un mundo en el que fácilmente se entra pero difícilmente se salga. Como le dice un oficial al ingresar: “-¿Ud. sabe donde se mete?…¡Que Dios lo ayude!”. Así la película avanza entre la consabida iniciación y preparación, donde se enredará sentimentalmente con una profesora, los negociados internos, las redadas callejeras, los festejos desaforados, una comprometida relación con su superior y hasta alguna venganza inconclusa. Todos ingredientes de un viaje iniciático al infierno del que no saldrá indemne.
Película dura y muy bien narrada que lo aleja del estilo semi-documental que predominaba en su primer film. Es un paso firme y adelante de un director que con solo dos trabajos demuestra una madurez infrecuente en nuestro cine. En lo actoral el trabajo en conjunto es muy parejo y es difícil destacar a alguien, pero por el compromiso asumido Jorge Román (Zapa) sale más que airoso y Darío Levy otorga la necesaria dualidad a su comisario Gallo.
Título: El Bonaerense.
Título Original: Idem.
Dirección: Pablo Trapero.
Intérpretes: Jorge Román, Mimí Ardú, Darío Levy, Víctor Hugo Carrizo, Hugo Anganuzzi, Luis Vicat, Graciana Chironi, Roberto Posse.
Género: Drama social, Policial.
Clasificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 105 minutos.
Origen: Argentina/ Chile/ Francia/ Holanda.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 19/09/2002.
Puntaje: 8 (ocho)