Por Juan Blanco
Si tan sólo existiera un término para las sagas de Alien o Depredador equivalente a lo que representan los trekkies para Star Trek, podríamos hablar de un target concreto para AVP. Habrá que conformarse con decir que es tan sólo para fanáticos, probablemente más para los adolescentes que se hayan enamorado de las sagas tarde que para aquellos que las vieron nacer, los cuales difícilmente podrán hacer caso omiso de sus nostalgias.
Alien vs. Depredador se hizo para ganar plata; sobre esto no hay ningún secreto, pero tampoco debería importar demasiado. Para el caso, casi todas las secuelas están pensadas para prolongar las ganancias del que fuera una vez un producto original; lo que no quita que dichas continuaciones puedan estar a la altura de satisfacer las necesidades de la historia y del público. Sin ser un detalle menor, lo realmente destacable de AVP es que más allá de sus “indignos fines capitalistas” llega para dar cuenta de una evolución de las historias de estos dos célebres monstruos galácticos. En este sentido, el film de Paul W.S Anderson (Resident Evil, Event Horizon) logra lo impensado: ir más allá de los estándares de ambas sagas (al menos en el sentido argumental); ¿y cómo?… arriesgando insólitos orígenes para las bestias sobre las que se creía saberlo todo. Pues no… había más para contar, y la cosa va más o menos así: resulta que el enfrentamiento entre los Aliens y los Depredadores data de una era demasiado antigua, por allá en los confines del universo, y también habría tenido lugar en nuestro planeta desde las épocas de las primeras civilizaciones aborígenes, a las que los Depredadores educaron y enseñaron a prosperar, proponiéndose como dioses para el hombre primitivo. Todo esto, por supuesto, a cambio de un pequeño sacrificio en deuda que tendría lugar cada cien años en la tierra: los humanos deberían, bajo ordenanza de los Depredadores, mediar en las guerras –crónicas- entre la raza de estos últimos y de los Aliens (una especie de River-Boca del espacio). Y lo harían incubando a los ya conocidos bichos babosos de cabezas ovaladas. Una vez nacidos de los vientres humanos, los Aliens pasarían a ser presas (o cazadores según su suerte) de los monumentales guerreros de las rastas.
Así es como nace Alien vs. Depredador; la última batalla entre los monstruos del título en un nuevo año de profecía (el 2004), posicionando a la presente anécdota como precuela en la saga –futurista- de Alien (incluso aparece Lance Henriksen como el Bishop humano que inspiraría y financiaría al cyborg) y como secuela en la de Depredador (que tenía lugar entre las décadas del 80 y 90). Desde luego, estará el grupo expedicionario de humanos usado como carnada para dar cuenta de la contienda, y que se irá reduciendo sistemáticamente hasta que AVP revele la última sorpresa (que no vamos a adelantar porque anuncia al ganador de la pelea y demás detalles para descubrir recién al final de la película).
Considerando que todas las continuaciones de Alien, así como la segunda parte de Depredador, descansaban sobre mínimas excusas para justificar nuevas apariciones de las criaturas, nuevas matanzas y aventuras, AVP resulta en ese sentido demasiado elaborada, cuando no subversiva, como para acusarla de cómoda o meramente especulativa. Sin alcanzar a traicionar a los personajes del título ni sus mitologías, Anderson aportó algunas nuevas ideas para fundamentar su película; algunas de ellas muy buenas, otras apenas satisfactorias, pero ninguna mala o desacertada. Por otra parte, su dirección hace de AVP una propuesta divertida y ágil; no demasiado innovadora en términos estructurales (de alguna manera estas películas son todas iguales), pero tampoco decepcionante. Hay un buen empleo de la técnica digital (al menos muy superior a los de Alien 3 y Alien: Resurrección) y varios momentos en donde la acción alcanza, a fuerza de montaje y con sólidas coreografías, a emocionar al espectador.
Si bien más pequeña en la escala de producción que sus predecesoras (sobre todo en cuanto al casting) Alien vs. Depredador llega a ponerse tranquilamente a la altura de las circunstancias y pasa a formar parte –aunque una pequeña- de dos historias que nunca van a pasar de moda. Eso sí, estas consideraciones cuentan siempre y cuando el espectador logre sacarse de la cabeza la imagen avejentada de la Teniente Ripley.
Título: Alien vs. Depredador.
Título Original: AVP: Alien vs. Predator.
Dirección: Paul W.S. Anderson.
Intérpretes: Sanaa Lathan, Raoul Bova, Lance Henriksen, Ewen Bremner, Colin Salmon, Agathe De La Boulaye, Tommy Flanagan, Carsten Norgaard, Joseph Rye, Tom Woodruff Jr., Adrian Bouchet, Ian Whyte y Sam Troughton.
Género: Terror, Ciencia-ficción, Spin-off.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 101 minutos. Origen: EE.UU./ Reino Unido/ República Checa/ Canadá/ Alemania.
Año de realización: 2004. Distribuidora: Fox.
Fecha de Estreno: 16/09/2004.
Puntaje: 7 (siete)